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JUNIO 2007

Ventana Nacional
Ya vale con Aznar

Ya vale con Aznar

La historia está plagada de ejemplos de poderosos que se pasaron de vueltas. Sucedió muchas veces antes y ha sucedido otra vez. Es momento de retirarse, o de que alguien lo retire.

Al margen de tendencias políticas, al margen de unas elecciones que ya se habrán celebrado cuando vean la luz estas líneas, al margen de militancias, opiniones, creencias, inclinaciones y hasta fe, que también hay que tenerla para el asunto político, y no poca, al margen de todo eso, digo, creo que alguien debería hacer algo para cerrarle la bocaza a Aznar. Y por favor, ya.
En esta misma sección hemos hablado muchas veces de lo hartos que estamos todos del clima político, de la crispación como estrategia, del uso político que el PP hace del terrorismo, de la intoxicación mediática con el tema de ETA y los atentados del 11-M, de la pareja de sicarios que son Acebes y Zaplana, de las manifestaciones contra cualquier cosa, del "no" como argumento político, en fin, de mil cosas que forman parte de una estrategia de partido basada en el ataque, no en la razón, que nos parece injustificada, equivocada y peligrosa para la democracia.
Pero lo de este individuo va mucho más allá. Cada vez que Aznar sale a la calle y encuentra auditorio, sea mitin político o encuentro gastronómico, que todo le vale para echar espumarajos por la boca, lanza unas arengas que deberían sacarle los colores hasta a sus propios acólitos. De hecho, ya avergüenzan a más de uno, aunque son pocos los que se atreven a saltarse la estricta disciplina de partido que ordena cerrar la boca. Fue él quien dice que Zapatero nos lleva a una nueva guerra civil, quien vaticinó "la implantación de la ley islámica" en España si Zapatero retiraba las tropas de Afganistán. Fue él quien dijo que "España corre serio riesgo de balcanización", o que Zapatero cedía ante ETA "como Chamberlain ante Hitler". Es él quien advierte al mundo sobre los peligros del comunismo, que "aunque parezca mentira, sigue vivo"; y el que reclama a los musulmanes que pidan perdón por conquistar España y no abandonarla en ocho siglos. Y el mismo que se gastó impunemente 2,3 millones de euros de las arcas públicas en gestionar la concesión de la medalla de oro del Congreso de EE.UU., que al final, no consiguió. Vamos, que si no se pone una estatua ecuestre en el Retiro es porque no le dejan. También es el que se mosquea porque le ponen límites de velocidad o le dicen cuánto puede beber si quiere conducir.
Menos mal que de camino nos aclara: "Estoy retirado, no me dedico a la política". Mejor sería que se dedicara a la calceta.
Lo más reciente a la hora de escribir este artículo ha sido decir que cada voto que no vaya al PP "servirá para que ETA esté en las instituciones". Es tanto como decir que el 62,36% de los españoles, que son los que en 2004 votaron a otros partidos y no al PP, hicieron apología del terrorismo. No sé ustedes, yo lo considero una ofensa personal. ¿Y los que no le voten en 2008? ¿Serán acusados de colaboración con banda armada? Cualquiera que no lleve el carné del partido entre los dientes ¿será sospechoso, simpatizante, presunto colaborador, culpable mientras no se demuestre lo contrario? ¿Pero este hombre se cree que somos todos imbéciles? Debe ser, porque últimamente, después de soltar la perla, dice que se le ha malinterpretado (leemos entre líneas que le han dado un tironcillo de orejas los ideólogos del partido, que deben estar hasta las narices). De eso yo interpreto que nos toma a todos por retrasados mentales, incapaces de comprender correctamente una sola de sus brillanteces.
Bueno, vamos a ver, ¿no debería alguien establecer un límite? ¿De verdad está todo permitido en este país? ¿Hay carta blanca para que un tarado diga lo que le venga en gana, jugando con la estabilidad democrática, sin que medie la justicia? Hay acusaciones graves sobre la mesa. Si pasan sin pena ni gloria, si la sociedad civil no pone un límite, si este señor no acaba en un juzgado –y nótese que ni siquiera nombramos el tema de Irak ni las vergonzosas mentiras del 11-M-, entonces es que nuestra tan cacareada democracia, que tanto nos llena la boca, está, de verdad, enferma.
Lo que creo es que este señor ha perdido definitivamente el norte. No calibra las consecuencias de las declaraciones porque no ve la necesidad de hacerlo. La calle es suya. La democracia es suya. España es suya. ¿Para qué medirse? La historia está plagada de ejemplos de poderosos que se pasaron de vueltas. Sucedió muchas veces antes y ha sucedido otra vez. Es momento de retirarse, o de que alguien lo retire.
Creo –por fe, no por que lo haya visto- que derecha y sentido común no han de estar por fuerza reñidos. Así que hago lo que nunca creí que haría, y es animar a la derecha cuerda, si existe, para que salga del armario y jubile a este energúmeno antes de que haga más daño.
Y no sólo eso. La sociedad tendría que utilizar los medios a su alcance y hablar. Claro, pronto, contundente.
/CF

   

   
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