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JUNIO 2007

FUSION también eres tú, por eso nos interesan tus opiniones, tus reflexiones y tu colaboración para construir un mundo mejor.

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 Psiquiatras infantiles y padres de diversas asociaciones reclaman
 la creación de la especialidad de Psiquiatría Infanto-Juvenil

Uno de los problemas más graves que tenemos los padres de niños afectados por el ‘trastorno por déficit de atención e hiperactividad’ es la falta en su diagnóstico y tratamiento de verdaderos profesionales especializados, psiquiatras infanto-juveniles.
En la actualidad son tratados en la mayoría de Usmis (Unidades de Salud Mental Infanto-Juvenil) por psiquiatras de adultos, con el consiguiente perjuicio para nuestros hijos, ya que éste -como todos los trastornos de la infancia- requiere de unos estudios, especialización y experiencia en el campo infantil, que un psiquiatra de adultos no tiene.
En diciembre de 2006 se aprobó el borrador de Estrategias sobre Salud Mental en el Sistema Nacional de Salud, pero sigue sin contemplarse en este documento la falta de esta subespecialidad en España.
Es por esto por lo que desde diversas plataformas y asociaciones de afectados estamos iniciando movilizaciones para que la Subdirección General de Ordenaciones Profesionales, dependiente del Ministerio de Sanidad y Consumo, dé los pasos necesarios para instaurar una subespecialidad como es la Psiquiatría Infanto-Juvenil, que es indispensable en cualquier sistema nacional de salud, siendo hoy por hoy el único país de la comunidad europea que no cuenta con esta subespecialidad.
En cualquier país la titulación de esta especialidad requiere estudios de cinco a siete años, lo que nos da una idea de la falta de preparación del personal facultativo que atiende hoy día a nuestros hijos y que carece de esta titulación.

www.paidosiquiatria.com/carta.htm

Vicenta Soto Roberto (Valencia)

 

 Por la dignidad del árbitro y del deporte

A todos los árbitros de España, en especial a los de fútbol:
Mi nombre es Ángel Andrés Jiménez Bonillo. Soy árbitro de fútbol adscrito a la Delegación de la Costa del Sol (Málaga). Me considero deportista y amante del deporte; eso sí, del auténtico deporte. He oído muchas veces que el deporte es sanísimo, que encierra grandes valores, que genera convivencia y respeto. Estoy de acuerdo en que eso es el auténtico deporte, el ideal.
Debuté como árbitro el 29 de enero de 1994. Desde entonces, he sido insultado gravísimamente en innumerables ocasiones; he sido amenazado (incluso de muerte); he sido golpeado; me han escupido; me han roto el coche (era de uno de mis árbitros asistentes, para ser exactos); he salido escoltado por las Fuerzas de Orden Público como si fuese un delincuente; he visitado hospitales y juzgados; incluso he temido por mi vida en algunas ocasiones.
No creo que podamos decirles a las generaciones futuras que eso es deporte; que nos hemos acostumbrado a aceptar como algo normal e inherente al propio juego el hecho de perder el respeto debido a toda persona, también al árbitro, por supuesto.
En mi opinión, ha llegado el momento de frenar lo que supone una violación continuada del espíritu deportivo, de los Derechos Humanos (que tanta sangre y tantas lágrimas costó conseguir) y de la propia Constitución Española (artículo 20.4). Nos echamos las manos a la cabeza ante los insultos racistas (como debe ser), pero nadie se acuerda de los árbitros. Como diría el gran Martin Luther King, "tengo un sueño": ir con mis sobrinos a ver un partido de fútbol y no tener que avergonzarme de las faltas de respeto de unos seres humanos hacia sus semejantes (porque los árbitros y los jugadores también son seres humanos, que nadie lo olvide). Mi pasividad y silencio ya no volverán a ser colaboradores de esta triste realidad. Por eso yo, desde hace varias jornadas, antes de comenzar mis partidos comunico a delegados y entrenadores que lo más importante es que no se pierda el respeto a nadie (hablo también del insulto, por supuesto, ya sea a los propios árbitros o a cualquier otra persona), ya que la dignidad del ser humano no debe buscarse (parafraseando al gran Gandhi) a través de ningún camino, sino que ella es el camino. En consecuencia, si algún espectador transgrede esta norma fundamental de convivencia (pagar una entrada no da derecho a acabar con los derechos de los demás), trataré por todos los medios a mi alcance (ayuda de los delegados, de los entrenadores, de las Fuerzas de Orden Público—si las hay—, de los jugadores...) de que la situación vuelva a la normalidad; pero si eso acaba resultando imposible, decretaría la suspensión definitiva del encuentro.
Animo a todos a que procedáis de la misma manera. No creo que podamos hacer un regalo mejor al deporte que el hecho de que vuelva a ser eso: deporte. No debe asustarnos la dificultad del camino, sino la trascendencia del objetivo. Algún día el propio deporte, en boca de tantos niños y niñas que empiezan a dar sus primeros pasos, nos dará las gracias. Igual que nosotros agradecemos la lucha de nuestros antepasados cuando depositamos nuestros votos en las urnas o acudimos al médico de la Seguridad Social.

Angel Andrés Jiménez Bonillo (Málaga)

   

   
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Última revisión: abril 07, 2011. 
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