JUNIO 2007
DESASTROSO BANCO MUNDIAL
Toda la política
económica ejercida por el Banco Mundial, desde el momento mismo de
su creación, ha tenido unos costes sociales sin precedentes. |
Vive
Dios que no imaginábamos ni por asomo que lo que más iba a llamar la
atención del Banco Mundial en los últimos tiempos iba a ser su director,
la novia de su director y las veleidades de ambos. No sé, tengo fresca
la teoría de la conspiración, y hasta me ha dado por pensar que se airea
ahora todo este asunto de faldas y euros para que no nos fijemos en
temas más importantes, que son los que se gestionan en los despachos y
de los que dependen vidas, familias, pueblos, es decir, no cifras, sino
personas.
Parece que uno se imagina al presidente de una grandísima institución
como la comentada, como un hombre, al menos, medianamente inteligente.
Pero nos hemos encontrado con un individuo que raya la vulgaridad. Un
individuo con una novia por la que pierde los papeles –o que lo maneja a
su antojo, visto desde el otro lado-. Un individuo que tiene un pelo
rebelde y chuperretea el peine para domar el flequillo. Un individuo que
suplica, repito, suplica al Consejo Ejecutivo de la institución que
dirige, que lo mantenga en el cargo. Un individuo que ventila el dedo
gordo de los pies por el roto de sus calcetines. Me pregunto por qué ha
impactado tanto ese par de agujeros, y me autorrespondo que por alguna
razón a nuestro subconsciente se le antoja que un responsable del Banco
Mundial que tiene los calcetines agujereados, es automáticamente
sospechoso de tener agujeros en otras partes ocultas a la vista. Y
continúo respondiéndome que nos quedaríamos asombrados, si nos
dedicásemos a la ignominiosa tarea de pasar revista a algunos
mandatarios en paños menores. En la lectura de sus intimidades veríamos
un reflejo de sus grandezas o de sus miserias. No me digan cómo, pero
apuesto que la política exterior de Bush tiene un reflejo, como un eco,
en el estado de sus calzoncillos. En este caso, el calcetín roto fue un
augurio, una metáfora del gran agujero que es en sí mismo el Banco
Mundial.
Y ahí estamos, en el tema. Banco Mundial. Uno de los grandes monstruos
institucionales, dinosaurios habría que decir, nacido tras la II Guerra
Mundial bajo el paraguas de las Naciones Unidas, con un noble y pomposo
objetivo que se resume así: ayudar a que los pobres fueran algo menos
pobres. En fin. Es indiscutible que a día de hoy la institución es un
fracaso, igual que la misma ONU. Si nos ponemos a hacer memoria, habría
que repasar un largo historial de gestiones de dudosa intención, con su
apoyo a regímenes dictatoriales –Somoza, Pinochet, Videla forman parte
de una lista mucho más larga- que violaron los derechos humanos y
empobrecieron a sus respectivos países. Aquellos que aplicaron sus
recetas económicas al pie de la letra no sólo no lograron los objetivos
prometidos, sino que aumentaron los índices de pobreza. La gestión de la
deuda externa, que estrangula a muchos países del Tercer Mundo, ha sido
nefasta, ya que sólo se ha reducido en algunos casos, digamos que los
países menos conflictivos y más colaboracionistas, pero en ningún caso
se ha cuestionado la naturaleza misma del sistema. Su labor, apoyando
económicamente obras faraónicas que han provocado destrozos ambientales
irrecuperables, ha sido denunciada por las organizaciones sociales. Su
gestión favorece a las grandes estructuras y pasa por alto la
supervivencia de los pequeños agricultores. También ha provocado
desplazamientos masivos de comunidades indígenas y campesinas, que ven
cómo se acaba su modo de vida tradicional en manos de las grandes
explotaciones. En general, toda su política económica, desde el momento
mismo de su creación, ha tenido unos costes sociales sin precedentes.
Con ese panorama, el culebrón personal de Wolfowitz es quizá la
representación de la decadencia de la institución entera.
A día de hoy, la crítica más sólida hay que buscarla en los movimientos
sociales. Y las alternativas, en algunos gobiernos que ya se plantean
abandonar el barco. Los países de Latinoamérica son la avanzadilla en
esta rebelión. Ecuador expulsó el pasado abril al representante del BM
en el país. Por su parte, Argentina y Venezuela ya han tomado medidas y
anunciaron la creación del llamado Banco del Sur, para no tener que
depender más de las grandes entidades de crédito. Varios países
latinoamericanos ya han anunciado su adhesión. Venezuela, además, ha ido
más lejos, cancelando todas sus deudas con el Banco Mundial y el Fondo
Monetario Internacional, y anunciando su inminente salida de ambas
instituciones.
Habrá que esperar para ver en qué queda todo, pero resulta estimulante
otear en el horizonte el principio del fin de tan nefasto monopolio.
/C.F.
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