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El Ventano

¿Debería lavar mi coche con agua bendita? ¿No tendría que haber un sacerdote en los concesionarios para asesorar a los compradores? ¿Todo esto iría a cargo de los presupuestos generales del Estado o la Iglesia piensa financiar sus paranoias?

JULIO 2007

EL VENTANO
HABEMUS COCHE
POR ELENA F. VISPO

Tenía yo la sana intención de ponerme a proponer letras para el himno nacional, ya que parece ser que nuestros deportistas, que últimamente están que se salen en determinados campos, se sienten frustrados por no tener letra que cantar cuando ganan en competiciones internacionales. Mientras sus compañeros tararean emocionados el God Save the Queen, alosanfáns de la patrie o lo que corresponda, mientras los americanos hasta contratan a estrellas de la canción para que inauguren la Superbowl con su himno versión country, hip-hop o blues, nosotros nos conformamos con un castizo (tararee conmigo, que si no no tiene gracia) chunda, chunda, ta chunda chunda chunda, etcétera. O bien: Franco, Franco, que tiene el culo blanco porque su mujer lo lava con Ariel. Etcétera también. El caso es que lo tenía todo pensado, pero he decidido esperar por lo menos a que Rajoy, que ya se ha puesto como abanderado de la causa, proponga su letra loando al glorioso Estado Español. A partir de ahí igual me inspiro y me sale una propuesta como más decente.
Además, la propia actualidad ya da noticias de sobra como para que una servidora tenga que ponerse a hacer rimas. Precisamente leo en El País que el Vaticano, que también está que se sale últimamente, acaba de sacar los Diez Mandamientos para la carretera, dentro de un documento llamado Orientaciones para la pastoral de la carretera. Y claro, no tiene desperdicio.
Para empezar, te cuentan que estaría bien hacer la señal de la cruz nada más subirse al coche, que así te pones bajo la protección de la Santísima Trinidad y eso nunca está de más. Es decir, tú te sientas, te pones el cinturón, en el nombre del padre, de junior y de la palomita, y ya tienes la mitad del camino hecho. Una vez en ruta, también es fructuoso (sic) ir rezando el rosario. Claro que la DGT recomienda escuchar música o la radio para evitar la somnolencia en viajes largos; entonces este punto hay que remodelarlo un poco, porque a mí personalmente no hay cosa que me dé más sueño que una oración católica. Ya me imagino el Top Hit de las gasolineras: los santos misterios rezados por el mismísimo Rouco Varela, que con la marcha que tiene para qué vamos a decir nada más.
Lo cierto es que, bromas aparte, el Decálogo del Conductor, que presenta el Consejo Pontificio para los Inmigrantes e Itinerantes (¿alguien sabía que existía esto?), es más un ejercicio de lógica que otra cosa. El punto primero es no matarás, y luego que precaución, que no seas prepotente al volante, que no blasfemes, que eches una mano al conductor inexperto… bueno, lo normal. Que ayudes si ves un accidente (y si sabes lo que haces, debería añadir), que no te mames ni te drogues antes de conducir y que convenzas “con caridad a los jóvenes y a los que ya no lo son a que no se pongan al volante cuando no están en condiciones de hacerlo”. ¿La caridad incluye sacarle la llave del coche al borracho de turno? Supongo que sí, pero no lo tengo claro.
Además de estas diez normas, la pastoral de la carretera dice que lo ideal sería tener apoyo espiritual en ruta, con cosas como la instalación de capillas fijas o móviles en nudos de autopistas, y centros cristianos de atención al viajero. Lo de los nudos de autopista me parece bien: creo que las rotondas son un espacio desaprovechado, y ahí bien podía ir una capilla de campaña para que la gente se confiese de las blasfemias que suelta en las incorporaciones. Que no sé por qué se han puesto de moda las rotondas si nadie sabe cómo cogerlas correctamente, pero ése es otro tema.
Y, ya que estamos, como las obras de la M-30 madrileña no se acaban ni tienen pinta de hacerlo, a lo mejor Gallardón podría plantearse remodelar un poquito el proyecto y poner un par de puestos de atención al católico, en plan piso piloto. Y si funciona la cosa, que ya la DGT se haga cargo del resto del país.
En fin, que yo creo que habría que remodelar la tan castiza expresión “ideas de bombero” por “ideas de cura”, que me parece más acertada. Pero es que a mí todo esto me produce dudas existenciales: además de llevar la estampita de San Cristóbal, ¿debería lavar mi coche con agua bendita? ¿No tendría que haber un sacerdote en los concesionarios para asesorar a los compradores? ¿Todo esto iría a cargo de los presupuestos generales del Estado o la Iglesia piensa financiar sus paranoias?
Dios nos coja confesados, nunca mejor dicho. §

   

   
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Última revisión: abril 07, 2011. 
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