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JULIO 2007
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La sexta
extinción
¿Fruto del
hombre o la naturaleza?
Las plantas y los
animales del Planeta Tierra se mueren a millares. El ritmo de
desaparición es tan veloz que ya se compara con la extinción de
los dinosaurios, y por ese motivo se ha bautizado a este proceso
como la sexta extinción masiva. Aparentemente el proceso parece
natural, pero tras analizar cada especie amenazada, el dedo de
la naturaleza apunta al hombre. Aún así, hay científicos que
aseguran que las extinciones están marcadas por los ciclos
naturales.
Texto: Marta Iglesias |
Foto:
Imagen M.A.S. |
La Comisión Europea presentó
recientemente un informe en el que asegura que una de cada seis especies
de mamíferos del antiguo continente está bajo amenaza de extinción. Y la
situación es más crítica si nos referimos a los mamíferos marinos
europeos, de los que calcula que el 22% está amenazado de extinción.
Concretamente, nuestro país es el segundo con el mayor número de
especies amenazadas, terrestres y marinas, con el lince ibérico a la
cabeza, del que quedan menos de doscientos ejemplares. La Comisión
Europea ha considerado estos datos como alarmantes, teniendo en cuenta
además que un cuarto de las especies ha visto disminuida su población en
más del 33%. Pero esto es sólo una parte de lo que está sucediendo en el
planeta: 15.589 especies animales y 60.000 especies vegetales están en
riesgo de desaparecer. De hecho ya hemos perdido el 45% de los bosques y
el 10% de los corales.
Actualmente están bajo amenaza de extinción la cuarta parte de los
mamíferos, un tercio de los anfibios y el 12% de las aves. Se están
muriendo animales antes de que los conozcamos, principalmente marinos,
porque aunque están catalogadas 1,8 millones de especies se calcula que
existen entre10 y 30 millones. Hay quien apunta que hasta cien.
Los científicos y los ecologistas por una vez están de acuerdo y
aseguran que estamos sufriendo una extinción de especies de tal calibre
que sólo es equiparable a la desaparición de los dinosaurios.
Están bajo
amenaza de extinción la cuarta parte de los mamíferos, un
tercio de los anfibios y el 12% de las aves. |
¿Existen
las extinciones cíclicas?
Basándose en los fósiles
encontrados, se sabe que en el planeta ha habido anteriormente cinco
extinciones masivas. Debido a la pérdida de biodiversidad que está
teniendo lugar en la actualidad, se conoce este proceso como ‘la sexta
extinción’. La anterior fue la conocida desaparición de los dinosaurios,
que los científicos afirman que se produjo por la caída de un gran
meteorito junto a México, a la vez que en el extremo opuesto de nuestro
planeta había una masiva erupción volcánica. Muchos son los que buscan
un patrón natural en las extinciones. Los últimos han sido dos físicos
de California. Intrigados por saber si las extinciones seguían una pauta
definida, hicieron un exhaustivo estudio que publicaron en Nature en
2005. Basándose en el registro fósil, llegaron a la conclusión de que
cada 62 millones de años hay una extinción biológica en el planeta.
Analizadas varias hipótesis que intentan explicar el ciclo, como las
oscilaciones del sol respecto al plano de la galaxia o alguna forma
periódica de vulcanismo, los dos físicos especulan con que casi todas
las extinciones fueron producidas por la colisión de un asteroide.
Estamos al final del próximo ciclo para el que faltan unos dos millones
de años, pero una extinción ha comenzado ya. En este caso, el dato
alarmante es que la mayoría de los científicos consideran que mientras
que los procesos anteriores fueron generados por algo natural, éste ha
sido provocado por el hombre. Excepcionalmente en el planeta, una sola
especie está consiguiendo eliminar al resto. El biólogo de la
Universidad Autónoma de Barcelona, Vicente Fouces Sáez, estima que el
Homo Sapiens puede haber exterminado ya a la mitad de las especies
vivientes que le eran contemporáneas.
Para los expertos, el principal punto origen que genera la reducción de
las especies es la degradación del suelo. Y esa degradación la hemos
provocado los humanos debido a la explotación agrícola y ganadera, los
usos urbanísticos o la deforestación. Otra de las causas es el comercio
de especies exóticas, que WWF-Adena considera el tercer negocio ilegal
más rentable, sólo por detrás del contrabando de armas y del
narcotráfico. La caza indiscriminada y la sobrepesca son otros de los
factores. Fernando Valladares, investigador del CSIC y Doctor en
Ciencias Biológicas, lo resume así: “Indudablemente la desaparición
masiva de especies a la que asistimos se puede relacionar directamente
con la acción del hombre. Sabemos que muchas actividades humanas
amenazan directamente la viabilidad de las poblaciones de muchas
especies. La contaminación, la degradación del hábitat y la
fragmentación se suman a la persecución directa de las especies -como la
caza o la recolección- por parte del hombre. Y existen acciones humanas
que llevan a la extinción de especies de forma indirecta, por ejemplo
con la introducción de especies exóticas o de plagas y parásitos. Todo
ello ha dado ya lugar a numerosas extinciones en las cuales la
responsabilidad humana está bien documentada”.
De modo que aunque muchos se afanan en encontrar una regularidad en
extinciones anteriores, la mayoría de los investigadores concluyen que
los modelos no servirán para solucionar el presente, puesto que no hay
precedentes de que una sola especie haya acabado con las demás.

Foto: WWF/Jesús Cobo
Las
extinciones anteriores fueron generadas por procesos
naturales. Esta ha sido provocada por el hombre. |
Luchas
frustradas
Pese a que los ecologistas llevan
años alertando de la pérdida de especies, esta batalla saltó a la
palestra en 1992, durante la Conferencia sobre la Biodiversidad de Río
de Janeiro (Brasil). Las conclusiones las firmaron 188 países, pero los
objetivos marcados fueron ignorados por todos en las seis reuniones
posteriores a pesar de que en 2010 los planes deberían estar en vigor.
El pasado año la ONU volvió a reunirse en Brasil para revitalizar el
proceso. La toma de decisiones sigue en el aire.
Mientras tanto la maquinaria que da lugar a la extinción no para. Y lo
que se pierde no son ‘simplemente’ plantas y animales, es todo el
equilibro planetario, nuestro alimento y los medicamentos, que se basan
en un 70% en elementos naturales. En cadena caerá la economía. “Con la
pérdida de biodiversidad -aclara Valladares- se pierde información
genética y funcionalidad de los ecosistemas. Las especies son engranajes
de los sistemas naturales, los cuales nos proveen de numerosos bienes y
servicios, desde el aire o el agua, hasta diversas cuestiones de índole
socioeconómica, cultural e incluso religiosa. Cada especie tiene un
papel, y en ocasiones el sistema puede seguir funcionando sin algunas
especies, pero a medida que se empobrece en especies, el riesgo de
colapso aumenta. Es decir, un sistema empobrecido tiene más riesgo de
dejar de funcionar y por tanto de dejar de darnos los bienes y servicios
a que nos tiene acostumbrados”.
Por ello, aunque muchos no entienden que se destine tanto dinero a
intentar parar la pérdida de biodiversidad mientras hay humanos que se
mueren de hambre, la realidad es que está en juego la supervivencia de
la especie. Para Valladares, “las razones para invertir en salvar
especies son múltiples, algunas pasan incluso por el hecho de que la
vida de los humanos depende de millones de otras especies que mantienen
los ecosistemas operativos. No sabemos bien el papel de todas y cada una
de ellas, pero sí conocemos que casi todas, si no todas, hacen falta
para que el ecosistema funcione. Hay razones éticas para salvar especies
que forman parte de un mundo que no nos pertenece sino que tenemos como
un préstamo de las generaciones futuras. Debemos devolver el mundo tal
como nos lo encontramos o mejor. Pero incluso por egoísmo, si queremos
un planeta que funcione y nos permita vivir debemos conservar la
diversidad de especies que lo pueblan”.
Julia Marton-Lefèvre, directora de la Unión Mundial de la Conservación,
afirmó durante la presentación del informe de la Comisión Europea que
“aún estamos a tiempo de invertir esta tendencia”. No hay datos claros
que confirmen que se puede parar este proceso que hemos generado durante
años, pero sí que se pueden frenar extinciones concretas. En palabras de
Valladares: “Siempre se está a tiempo de evitar al menos parte de los
males. Quizá no podamos evitar la extinción de muchas especies cuya
desaparición en realidad ha comenzado ya. Pero es mucho lo que podemos
hacer para evitar que nuevas especies entren en categorías de riesgo
alto de extinción. Conservar los hábitats naturales y frenar nuestro
ritmo de explotación de recursos ayudaría mucho en esta tarea. La
especie humana tiene una responsabilidad doble. La primera por ser la
causa de la nueva extinción que podría darse de seguir las cosas así. La
segunda, porque los efectos de esta extinción los sufrirá nuestra propia
especie. Por tanto, parece sensato intentar hacer algo al respecto”. § |
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La
extinción en España
Desde
WWF-Adena se lleva a cabo desde hace años un programa activo de
recuperación de especies. Su niño mimado es el lince ibérico,
especie endémica que sólo vive en la Península Ibérica donde quedan
menos de doscientos ejemplares. “Es el felino más amenazado del
mundo”, confirma Luis Suárez de WWF. Su trabajo se completa con
protección al águila imperial ibérica, muy afectada por el impacto
del veneno y de la que sólo existen poco más de doscientas parejas;
o el oso pardo del que hay unos 120 ejemplares en la Cordillera
Cantábrica y una veintena en los Pirineos.
Su trabajo se extiende al visón europeo y el urogallo, que viven en
varios países de Europa. Y de su acción protectora tampoco se libra
el mar: “Trabajamos en proyectos que disminuyan el impacto de las
capturas accidentales de tortugas por parte de los pescadores,
poniendo en marcha distintos aparejos. Con los cetáceos de las
Canarias nos centramos en dos temas que causan una mortalidad
importante: las maniobras militares que suelen utilizar sonares y
aparatos de ecolocalización con unas frecuencias que hacen varar a
las ballenas por culpa de la desorientación. Y pretendemos minimizar
las molestias que les ocasionan la navegación y la observación de
cetáceos”. El objetivo final es lograr un santuario de cetáceos en
Canarias. “Aparentemente el hombre no tiene nada que ver con la
extinción, pero en realidad es el que está desencadenando todo el
proceso. No hay actualmente ningún proceso natural -aclara Suárez
desde WWF-Adena-. Lo común con las extinciones anteriores es que se
está produciendo un incremento en la velocidad de la tasa de
extinción, como consecuencia el proceso se está acelerando. Por lo
tanto hablamos de una extinción masiva, pero la diferencia es que el
causante es el hombre con su actividad constante en el medio”. § |
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