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FEBRERO 2007


INTERNACIONAL

El negocio de las carceles estadounidenses

El negocio de las cárceles estadounidenses
Foto: FER

"El trabajo de los presos no está sujeto a las leyes del salario mínimo y éstos no tienen protección social alguna, por lo que de forma continua sufren violaciones de sus derechos más básicos"

EEUU tiene el mayor número de presos del mundo, más de dos millones. Aunque no han aumentado los delitos, hay diez veces más prisioneros que en 1970. Las cárceles privadas se han convertido en un negocio para las empresas que se enriquecen a costa de mano de obra barata. El periodista José A. Fernández Carrasco nos facilita más datos sobre el tema.

-Una vez que los demócratas han llegado a las Cámaras, por boca de su representante Nancy Pelosi han declarado que quieren actuar sobre la privatización de las prisiones. ¿Desde cuándo están así organizadas las cárceles?
-La privatización de las cárceles no es algo nuevo. Hace un siglo fueron creadas en EEUU y las consecuencias fueron desastrosas. El argumento de quienes defendieron la creación de los centros penitenciarios privados en la década de los 80 era que reducirían los costes al Estado y que estaban más capacitados para realizar los servicios de reinserción social. Pero un detallado estudio de la Universidad de Cincinatti en 1999 demostró que la reducción del gasto público, si existe, es mínima, y los criterios utilizados suponen siempre un recorte de los derechos fundamentales de los presos: limitan la atención médica, la alimentación, la limpieza y su vigilancia. Además, no son capaces de controlar la violencia, tres veces mayor que en las prisiones públicas.

-Los convictos estadounidenses se han convertido en mano de obra barata, ¿qué beneficios les están reportando a las empresas que los explotan?
-Efectivamente, las cárceles privadas se sirven del trabajo de los convictos en EEUU. La Correction Corporation of America (CCA), empresa líder del sector, se ha convertido en un auténtico imperio. Representa la mitad del mercado y forma parte de las cinco empresas más al alza en la Bolsa de Nueva York.

-¿Bajo qué leyes trabajan estos convictos?
-En los "correccionales", como se denomina a las cárceles privadas, el trabajo de los presos no está sujeto a las leyes del salario mínimo y éstos no tienen protección social alguna, por lo que de forma continua sufren violaciones de sus derechos más básicos. Empresas como Microsoft, Starbucks y Colgate Palmolive han aprovechado la fuerza laboral de estos presos. Aunque ellos hayan mostrado interés en el trabajo y este haya facilitado su reinserción, el salario neto que reciben es de uno a dos dólares por hora, cifra inferior a la de los centros públicos, y en ocasiones son obligados a trabajar gratis.

-Si el porcentaje de delitos no ha aumentado desde 1970, ¿por qué el número de prisioneros es diez veces mayor que desde entonces?
-El endurecimiento de las leyes garantiza la alta ocupación necesaria para que sea rentable. Así surgió la guerra contra la droga y la "ley de los tres delitos", que facilita que al tercer tropiezo, aunque se trate de robar una pizza, el ladrón pueda ser condenado a prisión el resto de su vida.

-Visto cómo funciona el turno de oficio en EEUU, ¿las mejores víctimas de este sistema son los más desprotegidos socialmente?
-Aprovecharse de los más desfavorecidos se convierte en el mejor negocio. El 63% de los encarcelados pertenece a minorías negra y latina, que en cambio son sólo una cuarta parte de la población estadounidense y más de 100.000 encarcelados son inmigrantes sin papeles. Bush prometió mano dura con la inmigración, y la cotización de las empresas del sector creció aún más. Los indocumentados significan para ellas 230 millones de dólares al año en beneficios extras.

-¿Dónde quedan en estos centros privados la educación y la reinserción de los presos?
-Se aprovechan de una política penitenciaria que desde la "guerra contra las drogas", emprendida por Ronald Reagan en 1981, se basa en la represión y deja a un lado la educación y la reinserción. En un Estado de Derecho no cabe que la empresa se lucre a costa del deber que tiene el Gobierno de hacer cumplir la condena, que también tiene el deber de reeducar y reinsertar a las personas que han delinquido. Es cuestión de principios: la privación de libertad humana es la condena; el respeto y otra oportunidad, son sus derechos. ∆

   

   
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