Estoy cansado de oír siempre los mismos razonamientos y aún más, que
todo pensamiento que no nazca bajo el paraguas de ese dogma se convierta
de inmediato en sospechoso. |
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FEBRERO 2007
el
ritmo del amanecer
POR JOSE ROMERO SEGUIN
"Odiosa es la comparación, pero más lo es aún la
artera manipulación."
Lucía Romero
Hoy me he levantado COPE o SER y en ese estado vivo el día, creyéndome
dueño y señor de toda razón, amo indiscutible del más prístino
entendimiento, del más noble e innovador pensamiento. ¡Coño!, como que
aún lleva fresco el sello de la COPE o de la SER. Y cuando alguien nos
pregunta, ¿y cómo sabes tú eso?, respondemos sin el menor atisbo de
duda: "lo he oído esta mañana en la COPE o en la SER". La COPE y la SER,
lo reaccionario y lo progre, lo peor y lo mejor de nosotros mismos:
militante siempre, correligionarios siempre, monaguillo siempre de papas
teológicos, ideológicos, empresariales, civiles o militares.
La razón Corazón no importa, para qué Ser razonables si la razón nos
viene dada como la magdalena del desayuno, como la pizza del pizzero,
como el pan en la panadería, como el agua bendita en el bautizo, como la
tolerancia en el acto de pronunciarla.
Así es, cada mañana nos presentan a través de sus sofisticados tam-tam
un mundo recién talado, ensangrentado y mustio, o bien, exultante e
insuperable, según su apéndice político esté en el gobierno o en la
oposición. Y ante tan apocalíptica visión nos sentimos aterrorizados,
consternados, frágiles, vulnerables o por el contrario a salvo de todo
mal y en posesión de toda bondad democrática. Pero lo único cierto es
que no somos capaces de ponernos a salvo de unos y otros para ser lo que
de verdad se nos exige, independientes y libres, en pensamiento,
palabra, obra, y también en la dignidad de la necesaria omisión.
Unos y otros nos venden la idea del hombre como proyecto fallido, el
hombre perdido, el hombre capricho de dioses e ideologías, el hombre
huérfano de él y al servicio de ellos. Eso es lo que nos vende su
maldita filosofía, los dioses y los señores, unos y otros han aunado sus
fuerzas en pos de un único fin, el de adoctrinar para así controlar, y a
través de ese tutelaje, dominar. Para ese perverso fin han de hacernos
ver a unos y otros que la salvación fluye de sus manos. Una vez
apresados todos en esa locura la trama se resuelve sencilla, tirios y
troyanos nos sentimos tremendamente agradecidos, voluntariamente
subyugados a ese destino. Y así es como transitamos todas las mañanas de
nuestros días, con una versión del mundo en los labios palabreada hasta
el vómito.
Qué importa el desmán que cometas, lo importante es que esté bajo el
paraguas de la COPE o de la SER, en ellas reside la justicia o la
injusticia de nuestras andanzas.
Pero de verdad somos sólo eso, lo que queremos escuchar, lo que se nos
vende. Tal vez en parte sí, pero en materias de pensamiento me gustaría
creer que no es así, que al margen de lo que se nos cuente, nosotros
también contamos, y en esa cuenta tenemos en cuenta la razón, el sentido
común, la justicia que avala la independencia, la dignidad que nace de
la conciencia, la libertad que ennoblece nuestros actos.
La realidad no puede "Ser" rehén de ningún "Credo" o ideología sino de
valores capaces de amanecer cada día limpios y capaces de cambiarla, de
convertirla en algo mejor y más valioso para ellos y las generaciones
venideras.
Estoy cansado de oír siempre los mismos razonamientos y aún más, que
todo pensamiento que no nazca bajo el paraguas de ese dogma se convierta
de inmediato en sospechoso.
Aquí han sucedido cosas horribles que necesitan ser explicadas y
entendidas desde la objetividad, la independencia, la mínima honradez
intelectual.
La COPE y la SER representan hoy por hoy lo antiguo, lo rancio, lo que
de verdad hemos de dejar atrás si de verdad queremos construir una
sociedad más justa y más libre.
Hemos de rechazar la manipulación a que unos y otros nos someten porque
ella es la piedra sobre la que se asienta la corrupción política, pues
en ella encuentran nuestros representantes públicos la coartada perfecta
para cometer sus tropelías. Sabiendo que en uno u otro caso van a
encontrar justificación en la COPE o en la SER, que en ellas se les va
interpretar y reinterpretar y se le va a explicar de manera que el vicio
termine siendo virtud y la virtud vicio. Esa es la verdad del viciado
mundo de la comunicación, donde, y como en los espectáculos de
ilusionismo, nada es lo que parece pero se parece, tanto que termina por
ser verdad. La más soez e insultante, la más dañina y torticera, es
cierto, pero la única y con ella desayunamos en la creencia de que no
somos sino huérfanos de cualquier esperanza que no sean ellos. ∆ |