
Por eso llama tanto la atención que empiecen a surgir
voces que digan lo que piensan, independientemente de lo que ordene la
directiva. Porque ya tienen que estar mal las cosas para que los del PP
rompan filas, cuando parecen el coro del ejército ruso de tan
conjuntados como suelen marchar. |
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ABRIL 2007

LA PERA
POR ELENA F. VISPO
D ice un
congresista del PP que Aznar se equivocó al meternos en la guerra de
Irak. Bien. Más vale tarde que nunca, supongo. Dice también que fue un
error comprensible, dado que la noticia de que en Irak había armas de
destrucción masiva venía de la mano de "dos potencias militares que, en
teoría, se supone que tienen unos servicios secretos que son la pera".
Estas dos potencias son, por si alguien se ha perdido, Estados Unidos e
Inglaterra, un poco venidas a menos, pero potencias al fin y al cabo.
Pero antes de proseguir, voy a pararme un momento en lo de la pera. Más
que nada porque me muero de ganas de comerme una, y no puedo porque el
médico me lo ha prohibido. Yo le hago caso porque dicen que este hombre
hace milagros, pero tengo cierto mono de fructosa. Estoy sensible a las
peras y las mandarinas, y como no puedo catarlas, me dedico a hablar de
ellas. Por eso, no sé si irán al mismo médico que yo, pero los del PP
parecen tener una fijación con la fruta. Aún me acuerdo de la parábola
de las peras y las manzanas, Ana Botella dixit, para explicar lo del
matrimonio gay. Por aquel entonces aún podía comer lo que me diese la
gana, y me era igual, pero hoy en día alguien menta el tema y me lo tomo
como algo personal.
Volviendo al tema, el congresista en cuestión, de nombre Jaime Ignacio
del Burgo, se ha visto súbitamente apoyado por el diputado Jesús López
Médel, también del PP, que anima a sus compañeros de partido a hacer
autocrítica, a reconocer el error y así ganar "credibilidad de partido",
así, en general y de cara a las próximas elecciones en particular.
Y sí. Uno se equivoca de vez en cuando, hombre. Si no pasa nada: metes
la pata, la sacas y ya está. Claro que hay equivocaciones más gordas que
otras, y ésta se salda con unos cuantos muertos de más. Más de 25.000
iraquíes, calculado a ojo, que se dice pronto. Pero lo hecho, hecho
está, y como total a estas alturas nadie va a llevar a los miembros del
gobierno Aznar a juicio por crímenes de guerra, pues no pierden nada con
reconocerlo. Es más, ganarían bastante.
Como no podía ser menos, Acebes se ha echado a la yugular del disidente
y le ha recordado que del Burgo, como todos, votó a favor de enviar las
tropas en su momento. Disciplina de partido, se llama eso, y a ver quién
es el guapo que se la salta. Por eso llama tanto la atención que
empiecen a surgir voces que digan lo que piensan, independientemente de
lo que ordene la directiva. Porque ya tienen que estar mal las cosas
para que los del PP rompan filas, cuando parecen el coro del ejército
ruso de tan conjuntados como suelen marchar.
Pero eso, tal y como vamos, no lo va a reconocer nadie. Mejor hacer
manifestaciones preventivas, seguir calentando al personal por lo que
sea, y el que no esté de acuerdo que se calle. Lo que no saben, o no
parecen saber, es que de la crispación al tedio hay un paso. Y yo ya
estoy aburrida cual ostra. Me siento a ver el telediario como si fuera
el Pressing Catch, esa lucha libre de mentira con personajes
esperpénticos: el Serpiente, el Místico, el Rey Misterio. Y los
espectadores, del bando que sean, gritan un rato pero si la pelea no
llega a buen fin pierden la paciencia y el interés. Porque esto aburre a
las piedras, señores. Tanto hablar de las dos Españas, y resulta que
tenemos algo en común en lo que no habíamos caído: estamos llegando al
punto de saturación. La pera, la repera y la monda, todo junto.
Y que conste que me parece muy bien el debate, los desacuerdos y el
echarle la bronca a quien no lo hace bien, o nos lo parece. Pero sin
abusar, que hay momentos para todo: para criticar y para arrimar el
hombro. Que viene a ser el mismo principio por el cual supongo yo que mi
médico no me deja tomar mandarinas: porque ahora no tocan. Pero ya
caerán, ya. Vendrán tiempos mejores. ∆ |