ABRIL 2007

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PARA CREER

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Eso es lo que nos quieren transmitir. Salen a la calle tantos miles
de españoles, y es España la que se manifiesta. Protestan unos
cuantos y es España quien reclama, quien protesta, quien opina. |
Sólo
hay que darles un poco más de tiempo, que cojan confianza, y verán como
enseguida vemos al Partido Popular encabezando una nueva Revolución de
los Claveles, o enarbolando pancartas con aquello de "Haz el amor y no
la guerra" -Esperancita, hija, quién te ha visto y quién te ve-. "La
imaginación al poder" -Acebes, que te nos despeinas-. Asistiremos al
espectáculo de los presuntamente conservadores cantando en las calles
con la guitarra al hombro, pintados con los colores del arco iris,
haciendo sentadas -Mariano, que te arrugas la raya del pantalón-
entonando el Imagine de John Lennon, y los dedos índice y corazón
haciendo la V, la victoria. Ya los hemos visto coreando el "Libertad sin
ira" de Jarcha. Quién nos lo iba a decir.
Es la Reconquista, con mayúscula, de los símbolos, los de todos, para
sumárselos a una causa particular e interesada: la de unos pocos.
De momento se han empeñado en reconquistar la bandera.
En la vida habíamos visto tantas banderas españolas juntas, al menos que
recordemos, desde las Olimpiadas de Barcelona 92. Por alguna razón
piensan que este país tiene una fijación banderil como la de los
americanos, que capaces son de llorar a moco tendido sobre las barras y
estrellas, símbolo supremo del patriotismo. Pero es que aquí, la bandera
sí, pero no, o no tanto al menos. No lloramos sobre ella ni volcamos
nuestro espíritu patrio con tanto ardor. No es para tanto. Sin embargo
las banderas nos inundan en los telediarios, en un mar de oleaje rojo y
gualda. Algunas, hemos visto, rescatadas del franquismo, con una
simbología que creíamos enterrada pero que, llegado el juicio final y la
resurrección de los muertos, regresan. No se lo iban a perder. También
se han apropiado del himno, de la patria, de la unidad de España. Suya
es la familia y los valores. Suya la calle, lo están demostrando (esto
es una herencia en vida: la calle era de Fraga). Y todo eso es España.
Eso es lo que nos quieren transmitir. Salen a la calle tantos miles de
españoles, y es España la que se manifiesta. Protestan unos cuantos y es
España quien reclama, quien protesta, quien opina.
Como se despisten los socialistas se quedan sin rosa roja. En dos días
vemos al Partido Popular regalando rosas por las calles, haciendo un
esfuerzo por rehabilitar un símbolo de todos, mancillado por los rojos
comunistas (para la derecha maniquea todos los rojos son, por defecto,
comunistas y, por defecto también, malvados y enemigos).
Mariano, Mariano, lo que hay que hacer por un puñado de votos: besarle
el trasero al diablo. Enseguida querrán correr también delante de la
policía. Verán un uniformado y se lanzarán a la carrera, mirando hacia
atrás a ver si los siguen, siquiera por curiosidad, con la esperanza de
poder montar la bronca al día siguiente en cualquier medio. Pero se
encontrarán con que la policía de hoy no viste de gris, ni tiene que ver
en general con la que ellos quieren reinventar.
Pero es que España, que no es un ente abstracto sino que es la gente que
vive en ella, está a otras cosas. La vida sigue, el país tiene su propio
ritmo.
Por mucho que se desgañiten a la inmensa mayoría de los españoles no les
quita el sueño que Navarra sea Navarra o deje de serlo mañana por la
mañana, mayormente porque no entienden el concepto, de tan rebuscado que
es. La inmensa mayoría no se levanta de la cama por las mañanas pensando
en el estado de salud del De Juana de las narices, si recupera o si
empeora, porque la gente tiene otras cosas en la cabeza. Preocupan las
hipotecas, que no paran de subir. Preocupa el endeudamiento familiar.
Preocupa poder echar de casa a los hijos antes de los treinta. Preocupa
el empleo, tenerlo y además con un contrato decente que permita a la
gente respirar. Preocupa la seguridad en las calles. Sigue preocupando
la guerra en Irak, que existe aunque la derecha la ignoren mientras se
manifiestan por la defensa de Navarra. Preocupa el resultado del juicio
del 11-M, que se desarrolla en medio de un clamoroso silencio de toda la
derecha que mintió, ahora ya está si cabe más claro, con la intención de
llevarse al huerto a ese pueblo español al que ahora tanto mentan. Esos
y otros temas son los que preocupan a la gente. Porque la vida sigue, en
medio del ruido y las caceroladas. Hace poco leíamos una broma en un
diario, que venía a decir que el Partido Popular encarga las pancartas
en blanco, y luego decide contra qué va a ser la manifestación. Vive en
su mundo.
La cuestión será si el pueblo español, todo el pueblo español, no sólo
el que sale a la calle últimamente, cuando llegue el momento de hacer su
definición, sabrá distinguir el grano de la paja. Demostrará cómo anda
de madurez democrática, de criterio y de valoración.
En cualquier caso, tendrá lo que merezca tener. Ni más ni menos./
C.F.
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