-¿De qué
manera esta ley elimina la desigualdad existente entre mujeres y
hombres?
-Esta ley no la elimina por completo, pero es un instrumento
importante porque ayuda a normalizar la desigualdad en determinados
ámbitos tanto públicos como privados. Por ejemplo, es un avance en la
desigualdad que existe entre mujeres y hombres a la hora del cuidado de
niños, con la creación del permiso de paternidad, que además en unos
años será del doble de tiempo. No elimina la desigualdad pero sí que
avanza en el camino de lo que llamamos la corresponsabilidad. También
suaviza o matiza desigualdades, por ejemplo, al hacer obligatoria una
representación equilibrada en las listas electorales, ya que tiene que
haber como mínimo un 40% de mujeres. En este aspecto las mujeres no
hemos logrado lo que queríamos: que las listas fueran paritarias,
mediante un sistema de cremallera hombre-mujer-hombre-mujer... El 40%
sigue siendo injusto porque las mujeres somos el 50% de la sociedad,
pero qué duda cabe de que es un paso muy importante en la reducción de
la desigualdad.
-De las
veintidós leyes que modifica, ¿cuáles son las más características?
-En cuanto al número de artículos que afecta destacaría el Estatuto
de los Trabajadores. Porque modifica todo lo que tiene que ver con baja
de maternidad, baja de paternidad... y lo mismo con la función pública,
porque los cambios establecidos para los trabajadores en general lo son
también para los trabajadores públicos.
-Los
opositores a la Ley de Igualdad temen que las mujeres ocupen puestos
para los que no están preparadas. ¿En qué sentido diría usted que es
importante el sistema de cuotas?
-Me indigno cada vez que lo oigo, porque yo creo que no hablamos de
cuotas. Hablamos de espacios que nos corresponden a las mujeres porque
somos el 50% de la sociedad, el problema es que no nos han dejado
acceder a los puestos que nos corresponden. Y hay mujeres
preparadísimas, tantas como hombres. De hecho la mayor parte de las
personas universitarias son mujeres y no tienen malas notas.
-¿De cuánto
tiempo disponen las grandes empresas de más de 250 trabajadores para
negociar en sus convenios planes de igualdad?
-Creo que no tienen un tiempo porque no son obligatorios, ya que la
ley dice que 'se procurarán realizar planes de igualdad'. Pero sí se ha
introducido una novedad en la Ley a su paso por el Senado, que establece
que aquellas empresas que sean sancionadas por discriminar entre mujeres
y hombres podrán elegir entre cumplir la sanción que se les imponga o
bien establecer un plan de igualdad para reducir o eliminar la
discriminación.
-¿Cómo
actúa la Ley de Igualdad contra las actitudes discriminatorias?
-La Ley de Igualdad lo que hace es definir en qué supuestos se
considera que es discriminatorio un despido y declara la nulidad del
despido con readmisión. Y -aunque esto ya lo tenemos en la Ley de
Procedimiento Laboral- acuerda la inversión de la carga de la prueba.
Esto quiere decir que cuando una mujer alega en un juicio que ha sufrido
una discriminación por razón de sexo, quien tiene que probar que no ha
discriminado es el demandado, la empresa.
-'Hecha la
ley, hecha la trampa'. A simple vista, ¿tiene algún resquicio que
permita cometer injusticias?
-La ley precisamente no. A veces lo que sucede es que es difícil
hacer cumplir las leyes. Por ejemplo el Estatuto de los Trabajadores que
tenemos ahora se aprobó en 1980, y ordena pagar el mismo sueldo al
hombre y a la mujer cuando hagan el mismo trabajo. Sin embargo las
estadísticas dicen que hoy, a los veintisiete años de la entrada en
vigor del Estatuto, los sueldos son para las mujeres un 20-25%
inferiores a los de los hombres para el mismo trabajo. Es decir, que las
leyes no cambian las mentalidades. Y luego en el ámbito laboral hay un
problema añadido, y es que la provisionalidad y vulnerabilidad en los
trabajos impide reclamar y reaccionar cuando se es víctima de una
discriminación.
-¿Qué echa de
menos en la nueva ley, en qué punto podría haber ido más allá?
-En la paridad electoral. Nosotras teníamos las esperanzas puestas
en que se aprobara la paridad electoral -la mitad de personas de cada
sexo en las listas-; no se ha conseguido pero creemos que esta ley no es
el punto final sino que supone un hito muy importante. Desde luego abre
el camino de la corresponsabilidad en la familia, algo que para las
mujeres sigue siendo una traba muy importante para desarrollarnos en el
trabajo, incorporarnos al mercado laboral y poder ejercer los trabajos
en condiciones de igualdad con los hombres. ∆