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ABRIL 2007

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Bush, salvador del medio ambiente

Bush, salvador del medio ambiente

Bush reniega del petróleo y demás combustibles fósiles, causantes del calentamiento global, y se apunta a la energía bio, que es lo que se lleva ahora. Qué sorpresa: Bush recién converso al ecologismo.

En sus horas más bajas de popularidad (siempre son sus horas más bajas; este hombre no deja de bajar, ¿cuánto le queda hasta el suelo?) Bush se dio un paseo por el territorio sur del continente americano.
Viendo que por Oriente no tiene ya salidas honrosas, prueba a abrir vías al lado de casa. Pero al antiamericanismo habitual, se añade un antibushismo generalizado. Sin entrar en políticas, el tipo no cae bien más que en su casa. Entrando, habría que ver las intenciones de esta gira, que iba a ser triunfal al estilo norteamericano, y que provocó unas movilizaciones populares sin precedentes, difíciles de contener para los países anfitriones. Ahora ya no hay dictaduras militares que apoyar. Ahora se apoya la democracia, que es lo que toca, por mucho que la democracia en algunos sitios mire hacia a la izquierda. La estudiada retórica del presidente americano no tiene desperdicio. Ahí va una perla: "Traigo la buena voluntad de Estados Unidos hacia América Latina, quiero demostrar que nos preocupa la pobreza y que cuando apreciamos la injusticia social queremos ayudar a remediarla". Para eso no tendría ni que salir de su casa. Sin más comentarios.
La contragira de Chávez, al margen del show que acompaña al presidente venezolano, no debe dejar de tomarse en serio, puesto que encabeza un movimiento de contrapeso que no sólo anuncia ayudas, sino que pone sobre la mesa soluciones concretas bastante más generosas que las que promete Bush, con un guiño importante de la Argentina de Kirchner.
Puestos ya en el tour latino, en México, se llevó un cachete por su política migratoria, que a todas luces supone una advertencia por parte de su vecino cercano: mejor construir autopistas que levantar muros. En Colombia, como en casa: apoyo a la lucha contra el narcotráfico y la guerrilla. En Uruguay se encontró con un socio que esperaba más en temas comerciales de lo que finalmente recibió. En Guatemala, seguridad ciudadana y moratorias en las deportaciones de inmigrantes ilegales. Pero el plato fuerte fue Brasil. Lula le brindó un abrazo de hermano y se prometieron mutua colaboración. En el maletín de las propuestas, la primera y más importante: encabezar la cruzada para convencer al mundo de que es posible cambiar los hábitos energéticos del planeta. Ahí es nada. Bush reniega del petróleo y demás combustibles fósiles, causantes del calentamiento global, y como consecuencia del cambio climático, y como consecuencia de todas las desgracias habidas y por haber, y se apunta a la energía bio, que es lo que se lleva ahora. Qué sorpresa nos hemos llevado: tenemos un Bush recién converso al ecologismo. Y añade Lula algo sobre "una nueva oportunidad para la industria del automóvil, para la energía y para la humanidad". ¿Por ese orden? Las prioridades están claras, y el truco, a la vista. Brasil y Estados Unidos son los principales productores mundiales de etanol, combustible obtenido a partir de la caña de azúcar (también maíz, soja, girasol y otros) y la colaboración entre ambos pretende elevarlo en el ranking de las cotizaciones internacionales, hasta que llegue a ponerse a la altura del petróleo o del oro. Algunos medios subrayaron que la propuesta se presentó como una suerte de arranque de una OPEP del etanol. Veremos.
La gracia del asunto ya la han denunciado decenas de organizaciones internacionales. Se refieren a una triple alianza que puede resultar fatal: la industria petrolera, la automovilística y la agrícola, especializada en semillas transgénicas. Si logran que los países del sur comiencen a producir biocombustibles, el ritmo de consumo del norte podrá mantenerse, y como consecuencia los beneficios. La dependencia del petróleo será menor, lo cual se agradece, porque se encuentra en zonas de cada vez más difícil acceso para EE.UU. En los países del sur es más fácil poner en marcha monocultivos a gran escala, muy agresivos para el entorno, fatales para la biodiversidad. La agricultura tradicional quedará al margen y veremos el empobrecimiento de los ya suficientemente empobrecidos campesinos del sur, migraciones, deforestación, etc.
Cambian las formas, pero el fondo básicamente el mismo: que el sur produzca, que el norte gaste. Con lo cual el sistema no se arregla. Y encima, nos lo quieren pintar de verde.
Bush, el pirata del petróleo, ahora nos va a salvar de la abominación de los combustibles fósiles. Lo que hay que oír. /
C.F.

   

   
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Última revisión: abril 07, 2011. 
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