"En muchas ocasiones mis palabras son tergiversadas. Unas veces por
desconocimiento de la realidad y otras por mala intención. Eso forma
parte del debate político y social de cualquier país"
"España tiene posibilidades de liderar alguno de los cambios
tecnológicos necesarios a escala mundial para frenar los efectos del
cambio climático"
"Estoy convencida de que un mundo sostenible es un mundo más justo, y
eso forma parte de mis propias convicciones como socialista"
"Lo transmito todo con mis ojos. Soy expresiva y transparente" |
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Texto: Mariló Hidalgo / Fotos: Nan
Es una
ministra sin pompa a la que no le asustan las dificultades porque cree que "la
política tiene que hacer posible lo necesario". Y en ello está. Cumplir el
Protocolo de Kyoto, buscar alternativas a los trasvases de agua y promover el
uso de energías limpias no se consigue de la noche a la mañana. Pero como muchas
veces se repite, "todo camino largo comienza con pasos pequeños".
A Cristina Narbona el cargo le viene como anillo al dedo: ama la naturaleza y
está dispuesta a luchar por ella.
-Su actividad
política en los últimos años siempre ha estado relacionada con el medio
ambiente. ¿Qué le ha dicho la naturaleza al oído para enamorarla de esa manera?
-Me ha preocupado la ecología mucho tiempo antes de tener responsabilidades
políticas. A finales de los setenta, cuando trabajaba como profesora de Economía
Internacional en la Universidad de Sevilla, realicé un trabajo de investigación
sobre el papel de la naturaleza en la ciencia económica, los recursos naturales.
Luego coincidió que el gobierno de aquel momento presentó una propuesta de plan
energético nacional que incluía varias centrales nucleares en Andalucía. Aquello
me llevó a profundizar en temas relativos a la energía nuclear. Al principio fue
más una preocupación intelectual, luego me impliqué como ciudadana y llegué a
formar parte de un grupo ecologista en la ciudad de Sevilla que se movilizó para
frenar la construcción de centrales nucleares en Andalucía. Ese fue mi primer
contacto. A partir de ahí me he informado del tema sin pensar en ningún momento
que iba a tener responsabilidades políticas en la materia. He seguido de cerca
todo lo que a nivel científico se iba descubriendo. He estado en contacto con
líderes sociales dentro y fuera de España porque siempre me preocupó el tema.
-Presume de formar
parte del primer gobierno en España que apuesta firmemente por Kyoto y lo
incluye dentro de su programa electoral. ¿Qué dictamen hace de estos años de
trabajo?
-Tenemos que recuperar mucho tiempo perdido, no sólo durante el gobierno del
Partido Popular sino también durante los gobiernos socialistas. Fui Secretaria
de Estado de Medio Ambiente entre 1993 y 1996 y puedo decir que en absoluto
estaba este tema entre las prioridades del Gobierno. Hoy las cosas han cambiado
y España tiene muchas posibilidades de liderar algunos de los cambios
tecnológicos que son necesarios a escala mundial para frenar los efectos del
cambio climático, por ejemplo en materia de energías renovables. Tengo mucha
confianza en nuestra comunidad científica, nuestra capacidad empresarial, en las
organizaciones sociales. Por ejemplo, el año 2005 rompe una tendencia muy
negativa de la economía española. Es el primer año en que el Producto Interior
Bruto supera al crecimiento del consumo de energía. Aunque aún no tenemos los
datos definitivos, es probable que 2006 sea el primer año en el que no han
aumentado las emisiones de gases de efecto invernadero en nuestro país. Esto no
es más que el comienzo, hay que hacer un gran esfuerzo y tenemos que realizarlo
liderando ese proceso desde todos los poderes públicos. Hemos impulsado la
creación de una Red Española de Ciudades por el Clima que agrupa a ciento
veintiséis ayuntamientos que se han comprometido a reducir sus emisiones. Este
año tendremos los primeros indicadores y veremos cómo se está cumpliendo con
esos compromisos. Los ciudadanos tendrán acceso a esa información, podrán
valorar lo que hacen sus corporaciones locales y podrán implicarse.
-Haber exagerado
las consecuencias del cambio climático ha provocado un efecto contrario en la
población, ha dicho usted en alguna ocasión. ¿En qué situación nos encontramos
en este momento?
-Los escenarios sin duda son preocupantes pero hay que intentar no crear un
estado de pánico que luego genere un efecto contrario. Se puede contaminar menos
sin dejar de gozar de un bienestar adecuado, sin que afecte a la actividad
empresarial, a la creación de empleo. En esto nos llevan la delantera otros
países europeos como Alemania, que con la mitad de horas de sol que nosotros, ha
llegado a generar diez veces más energía solar térmica que nuestro país. Pero la
situación es especialmente preocupante para los países pobres del planeta y eso
es un llamamiento al sentido ético de este desafío. Los países ricos hemos
producido un calentamiento global que afecta sobre todo a los más pobres.
Tenemos que ayudar a que esos países cambien su modelo energético hacia uno
basado en energías limpias. Esa es también nuestra responsabilidad. Hay que ver
las cosas con realismo, serenidad y convicción de que juntos podemos avanzar
hacia un modelo más sostenible.
-Parece que a
usted, señora ministra, le acompaña la polémica. Habló claro de los incendios
provocados y obtuvo críticas. Lo mismo pasó con el tema de la distribución y
consumo del agua y con la sequía que estábamos sufriendo. Dicen algunos que es
usted una exagerada.
-Mis palabras en muchas ocasiones son tergiversadas. Unas veces por
desconocimiento de la realidad y otras por mala intención. Eso forma parte del
debate político y social de cualquier país. Respecto al tema del agua es
evidente que los ciudadanos de las regiones mediterráneas se están dando cuenta
de que el Gobierno está actuando para resolver de verdad los problemas. Estamos
en un tercer año de sequía en las cuencas del Júcar, Segura y en la cabecera del
Tajo y sin embargo no ha habido un solo corte de suministro en las ciudades. Si
miramos hacia atrás en la sequía que aconteció en la primera parte de los años
noventa, hubo doce millones de personas que sufrieron restricciones de hasta
doce horas diarias en España. Desde entonces se ha fortalecido la capacidad de
nuestro país de hacer frente a la sequía. Desde luego la utilización de agua
potable desalinizada a partir del agua del mar es una solución que hoy en día
nos ofrece el avance tecnológico. Demonizarla no tiene ningún sentido. Ahí sí
que no me preocupa el ruido. Creo que cada vez hay más personas que entienden lo
que hacemos.
-En estos momentos
su gestión cuenta con el aprobado de los grupos ecologistas mayoritarios. ¿Cómo
lo ha conseguido?
-Las organizaciones sociales analizan la coherencia de los gobernantes y la
distancia que existe entre lo que dicen y lo que hacen. Llevo muchos años en
esto, y más allá de las críticas puntuales que recibo -y que procuro que me
sirvan para corregir cosas que hacemos-, los movimientos ecologistas saben que
hay una voluntad honesta y coherente de ir hacia delante. Aunque desde mi punto
de vista, más despacio de lo que me gustaría.
-El Ministerio de
Medio Ambiente necesita coordinarse con otros ministerios y también con las
Comunidades Autónomas para poder llevar a cabo su labor. ¿No resulta difícil
trabajar en tantos frentes a la vez?
-España es un país complejo desde el punto de vista de la gobernabilidad,
pero creo que lo importante es que los ciudadanos en cada momento sepan qué
pueden pedirle a cada nivel de la Administración. El Ministerio de Medio
Ambiente, en este caso, desarrolla una labor muy importante: las propuestas
legislativas. En lo que llevamos de legislatura hemos remitido ya ocho leyes al
Parlamento, la última el Proyecto de Ley de Calidad del Aire y Protección de la
Atmósfera. Nos quedan cinco leyes más que están muy avanzadas y espero sean
aprobadas antes del final de esta legislatura. Luego, la gestión de todo ello
está en manos de las Comunidades Autónomas, que son las que tienen la
responsabilidad en la mayor parte de los temas, y eso deben de saberlo los
ciudadanos. ∆
Narbona en estado puro |
-Zapatero apostó por un gobierno paritario. ¿Qué ingrediente pone
usted en ese equipo?
-El principal ingrediente es mi profunda convicción respecto a
la materia que me ocupa. El Ministerio de Medio Ambiente es joven y
se está abriendo paso frente a una cierta opinión de poca
importancia o marginalidad. Ahí lo que aporto es toda la pasión que
siento por conseguir un mundo sostenible en el que creo. Estoy
totalmente convencida de que un mundo así es un mundo más justo y
eso forma parte de mis propias convicciones como socialista.
-Qué combustible alimenta el motor que le hace levantarse cada
mañana y enfrentarse al mundo?
-Hay veces que me acuesto con los problemas del día en la
cabeza, duermo mal -cosa muy habitual por desgracia-, y no acabo de
ver las cosas claras. Luego cuando me levanto es como si me hubiesen
cargado las pilas de nuevo y viese todo de otra forma. ¿Quién me las
recarga? Pues mi pareja, José Borrell, mi hijo, mi madre, mis
amigos. Toda la gente que me quiere y está ahí acompañándome en este
esfuerzo que a veces es muy duro y poco gratificante. Tengo un
carácter optimista, vitalista y eso creo que me ayuda a recargarme
con facilidad.
-Haber emprendido caminos que otros no se atrevieron por temor a las
consecuencias, ¿le ha hecho sentirse sola muchas veces?
-Afortunadamente no. Por ejemplo en esta etapa que sin ninguna
duda está exigiendo de mí una mayor respuesta, cuento con el apoyo
inestimable del presidente del Gobierno. Pero eso ha sido desde
siempre. Ya en su etapa de Secretario General me expresó su
coincidencia con mis planteamientos y desde entonces he contado con
su apoyo. Así como con el resto de mis compañeros de partido y
gobierno. Cada vez hay más evidencias científicas sobre estos temas
que obligan a abordarlos con honestidad. ¿Qué persona buena puede
pensar que la contaminación atmosférica es un tema marginal cuando
causa la muerte prematura de dieciséis mil personas al año en
España? Muchas más muertes que la suma de los accidentes de tráfico
o accidentes laborales. También cuento con un maravilloso equipo en
el ministerio formado por personas que llevan trabajando conmigo
mucho tiempo. Eso significa que existe una sintonía humana, cariño y
eso ayuda mucho.
-¿Cuál es la verdadera pasión de Cristina Narbona?
-Como soy apasionada pongo pasión en todo lo que hago. En mi
trabajo, eso es evidente. Pero también en mi vida personal, por eso
aprovecho hasta el último resquicio de tiempo libre para hacer las
cosas que me gustan: pasear por la montaña, ver una buena película y
sobre todo, disfrutar con mis seres queridos. Siempre he pensado que
cada minuto que vivo puede ser el último.
-¿Qué acontecimiento le ha costado más situar con el paso del
tiempo?
-He de confesar que lo que llevo peor de la batalla política es
la actitud en este momento del Partido Popular en relación a los
grandes temas de Estado. La contaminación que están produciendo en
la sociedad española respecto a la actitud honesta de este Gobierno
en la lucha contra el terrorismo, me produce gran amargura. Veo que
hay demasiadas personas que creen que este Gobierno no tiene en
cuenta a las víctimas del terrorismo o que se está negociando con
ETA cuando no es así. Se está engañando en todos estos temas y eso
me parece gravísimo. No tiene nada que ver con la legítima contienda
política, eso es contaminar a la opinión pública y sinceramente me
parece miserable. Espero que el Partido Popular cambie en algún
momento su actitud.
-¿Se pueden hacer muchas cosas desde un despacho?
-Sinceramente, en el despacho estoy poco tiempo porque para
elaborar las normas hay que estar en contacto con la realidad, con
los ayuntamientos, las comunidades autónomas, organizaciones
sociales, empresas. Ellos nos dan el pulso y nos orientan por dónde
deben ir las grandes líneas de la política económica del país. Creo
que es muy bueno escuchar. Me gusta escuchar a gentes que trabajan
en campos distintos y recoger sus experiencias. Recuerdo que en una
visita a un embalse vi que había gente con pancartas de protesta y
en un momento determinado dije a los que iban conmigo que me
acompañasen para saber cuál era el motivo de esas quejas y si había
algo que nosotros podíamos hacer. Cuando me reuní con ellos se
quedaron sorprendidos por ver que un ministro les escuchaba y
contestaba. Los ministros somos tan ciudadanos como los demás con
una función añadida que incluye el aceptar las críticas y responder
ante los ciudadanos cuando nos piden explicaciones. Nada más. Esa es
nuestra obligación.
-¿Qué cosas se pueden decir
sólo con los ojos?
-Me dijeron en una ocasión que demasiadas. Era el año 93 y nos
preparaba un conocido presentador de televisión a algunos dirigentes
socialistas para las entrevistas, debates y mesas redondas en
televisión. Después de hacerme una prueba me dice el presentador:
"mira Cristina, cuando haya una cosa que te produzca indignación
procura no mirar de frente porque asesinas al espectador". Es decir,
lo transmito todo con mis ojos. Soy expresiva y transparente. ∆ |
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