SEPTIEMBRE 2006
Tras la piel
Una forma de
comunicación, una fuente de placer, una necesidad biológica, una
atracción irrefrenable, la necesidad de sentirse querido o deseado, un
trámite placentero, una expresión de amor, una obligación marcada por la
genética. ¿Qué es el sexo? ¿Por qué está tan presente en nuestras vidas?
¿Lo hemos descubierto todo?
Texto: Mariló Hidalgo / Fotos:
Fusión
C ada
año una famosa marca de preservativos realiza una encuesta en más de
cuarenta países sobre la actitud y el comportamiento sexual de los
ciudadanos. Aunque se le intente restar importancia al tema, cada vez
que este informe sale a la luz corren ríos de tinta y opiniones para
todos los gustos, lo que nos lleva a pensar que la cuestión interesa y
mucho. El último informe por ejemplo, nos decía que la media mundial de
relaciones sexuales al año se situaba en ciento tres y nuestro país con
ciento cinco encuentros sexuales se encontraba ligeramente por encima de
esa media mundial. En cuanto al grado de satisfacción, el citado estudio
decía que un 44% de adultos se mostraba satisfecho en términos generales
aunque al personal masculino le gustaría incrementar el número de
relaciones. Las nuevas tecnologías cobraban protagonismo en este
terreno. A los sistemas de toda la vida hoy hay que sumar la práctica de
sexo por Internet o por teléfono, experiencia a la que se apuntan cada
vez más jóvenes. Según el citado informe el 28% de jóvenes asegura haber
practicado sexo por teléfono o por Internet, porcentaje que aumenta si
nos referimos a menores de dieciséis años (31%). Ante estas cifras
surgen cuestiones como ¿lo haré las veces que toca?, ¿funciono bien en
la cama?, ¿qué es lo normal? Y no sólo estas preguntas asaltan la cabeza
una y otra vez, el sexo llega a encadenar hasta tal punto que se paga
por ello. Se compra y se vende como si se tratara de un producto más de
nuestra sociedad de consumo. El negocio de la prostitución en nuestro
país mueve al año entre 12.000 y 18.000 millones de euros. La Asociación
Nacional de Empresarios de Locales de Alterne (ANELA) asegura que los
españoles se gastan al día cerca de cincuenta millones de euros en
mantener relaciones sexuales con prostitutas. ¿Es o no es esclavizante?
Algunos hablan
de la existencia de una especie de caja de Pandora, un lugar
donde permanecen custodiadas nuestras energías más poderosas
y más desconocidas. Abrir esta caja sería liberar un volcán. |
Ese gran observador de la naturaleza humana,
el filósofo José Antonio Marina, dedicó un libro al estudio de esta
cuestión titulado "El rompecabezas de la sexualidad". Entre otras cosas,
analizaba cómo la gente estaba obsesionada por el sexo. "Se busca, se
contempla, se instrumentaliza, se vende. Hay una gigantesca industria
del deseo, y el orgasmo es la gran metáfora", nos comentaba Marina.
Libros, manuales, vídeos, juguetes, anuncios. Nos enseñan, ofrecen,
venden, sexo. De forma explícita nos rodea y es la gran excusa para
vender coches, colonias, ropa. ¡Hasta electrodomésticos! Nunca el hombre
ha estado tan invadido por el sexo y a la vez tan invadido también por
el temor, la incertidumbre y la culpa. ¿Por qué?
Para el psicólogo M. A. Cueto, "el sexo sería el instinto que nos lleva
a la búsqueda, generalmente del otro género". Los seres irracionales
dirigen su instinto sexual exclusivamente a la conservación de la
especie, pero al hombre este instinto no le llena por completo. Su
inteligencia, su mente están diseñadas para aspirar a cotas más altas, a
sentimientos más profundos que le ayuden a crecer y experimentar más
cosas que las meramente físicas. Y el canal que nos va a permitir
acceder a este otro mundo que circula en paralelo, es el amor, la
energía de la que todos partimos y que es clave en la existencia humana.
"Para un desarrollo emocional equilibrado -explica Cueto- el ser humano
busca sentirse querido, amado y busca también amar a otros. Necesita el
contacto físico -acariciar y ser acariciado-, comunicarse, conocer y
expresar sus opiniones. Esto le lleva a buscar el contacto, la
excitación y el placer con otras personas".
Pero el amor a pesar de lo que digan, no es algo que llega a tu vida y
"se experimente". No es algo que llama a tu puerta el día que menos te
lo esperas. Es una necesidad innata en el hombre que le lleva no sólo a
relacionarse con los demás sino también a ir más allá, dentro de las
personas para descubrirlas y descubrirse. Hablamos de amor, de dar, de
generosidad, de compartir, de una energía que nos convierte en
auténticos focos magnéticos, atractivos, que no tienen que ver con la
atracción sexual porque está más allá de la piel y los sentidos, aunque
también se puede expresar a través de ellos. Hablamos de una energía que
nos conecta con el secreto mundo de la sensualidad, de la seducción, y
nos desvela todos sus secretos. Una energía con la que sólo podemos
conectar a través de nuestra mente, del instrumento más poderoso y
desconocido que tenemos.
El escritor José Luis Sampedro en "El amante lesbiano" explicaba -desde
su "lado femenino"- esta maravillosa aventura con un lenguaje poético y
sensual. Decía que cada ser era una chispa del gran Todo, de "esa
llamarada inmensa y perpetua que era la Energía Cósmica", y que cuando
entraban en comunicación profunda dos personas, el hecho transcendía de
ese "estar juntos" a "ser el uno en el otro". Y añadía una cosa más, que
esas chispas de energía cósmica al relacionarse podían llegar a adquirir
"conciencia de la fuerza que a todos nos mueve", del Creador. Y llegar
hasta esta percepción sólo es posible "desde la parte femenina de la
mente, porque lo femenino está unido al Todo y lo masculino no está
unido con el Todo", reflexiona el filósofo hindú Osho.
Si con sólo tocar, acariciar, ponemos
en marcha esa corriente de sensaciones, ¿qué se experimenta
cuando te acarician la mente, el órgano sexual más poderoso? |
Sentir una caricia sobre nuestra piel es
experimentar un torrente de sensaciones. "¿A quién no le gusta ser
acariciado? pregunta la sexóloga Alexandra Rampolla. Sentir una caricia
es conexión e intimidad, tanto física como emocional. Es transmisión de
energía de electricidad entre personas, comunicación sin el uso de
palabras. Es una de las primeras formas de contacto que utilizamos
dentro del cortejo sexual y desafortunadamente, es una forma de contacto
que poco a poco vamos abandonando, sustituyéndola por otras formas de
contacto más directas y agresivas". Nuestra sociedad poco a poco va
limitando el contacto físico y lo reduce al ámbito de lo meramente
sexual. "El culto al coito -explica Cueto- ha hecho que el hombre olvide
otros aspectos de contacto físico y expresión de afectos que no deriven
de esta práctica, de igual modo que le ha llevado a preocuparse en
exceso por la consecución del orgasmo".
Si con sólo tocar, acariciar, ponemos en marcha esa corriente de
sensaciones, ¿qué se experimenta cuando sientes que te acarician la
mente, el órgano sexual más poderoso?
Tras la piel se encuentra un mundo desconocido, oculto.
Tras la piel se pueden sentir caricias en la mente. Se puede sentir como
una energía, antes nunca experimentada, penetra en lo más íntimo de ti y
te recorre. Se puede sentir la contradictoria sensación de derrumbarte
para luego volver a nacer. Compruebas que los límites no existen y que
somos espacios infinitos por descubrir.
Algunos hablan de la existencia de una especie de caja de Pandora, un
lugar donde permanecen custodiadas nuestras energías más poderosas y más
desconocidas. Abrir esta caja sería liberar un volcán, donde se mezcla
el fuego que late en el interior de cada uno con la vida que se mueve en
el exterior. El resultado sólo está al alcance de los valientes que
sepan combinar la fuerza del guerrero con la pureza del niño que
descubre. ∆ |