as
guerras han dejado de ser un enfrentamiento entre militares para
convertir los países en campos de batalla que dejan tras de sí miles de
muertos civiles. Las leyes que protegen a la población son
sistemáticamente ignoradas y la comunidad internacional asiste
silenciosa a las matanzas indiscriminadas. Alberto Piris, General de la
Artillería en la Reserva y analista del Centro de Investigación para la
Paz (FUHEM), nos comenta cómo ha ido cambiando el sentido de la guerra y
sus objetivos en estas últimas décadas.
-¿Por qué
la población civil es hoy la principal víctima de la guerra, en
contraste con lo que sucedía hace décadas, cuando morían principalmente
militares?
-En los conflictos bélicos recientes no se combate en frentes
abiertos y bien definidos, donde los ejércitos enemigos intentan
destruirse recíprocamente, sino a lo largo de unas líneas discontinuas y
poco precisas, que se superponen sobre la estructura civil de pueblos y
ciudades. Las guerras de hoy tienen lugar sobre la población y no cerca
de ella, como en el pasado.
-¿Qué
legislación mundial existe para la protección de las víctimas civiles en
un conflicto?
-Los Convenios de Ginebra protegen a la población en cualquier
conflicto militar. Lamentablemente, el gobierno de Bush decidió
ignorarlos siempre que supusieran limitaciones para la operatividad de
sus ejércitos y con la excusa de la "guerra universal contra el terror".
Otros países siguen su nefasto ejemplo.
-Asistimos
ahora al Líbano, pero antes vimos masacres de civiles en Balcanes,
Afganistán, Palestina o Iraq. ¿Estamos ante una táctica de guerra
concreta? ¿Qué persigue?
-Muchos conflictos bélicos de los últimos tiempos han tenido también
objetivos de "limpieza étnica". Así ha ocurrido en los Balcanes y así
sucede en Oriente Próximo, donde las poblaciones son forzadas a emigrar
o a sobrevivir en condiciones muy adversas, en las que sufren bajas por
efecto de las armas de fuego. Los que protagonizan acciones de
resistencia frente a un ejército invasor forzosamente suelen estar
mezclados con la población, de la que reciben apoyo moral y material. De
ahí que la población se convierta también en objetivo a batir en ciertas
circunstancias.
-¿Quién o
qué organismos protegen -o deberían proteger- a la población civil en
una guerra?
-Ha sido siempre misión específica de la Cruz Roja o sus
equivalentes en otras culturas. Las guerras arrastran consigo las ya
usuales columnas de desplazados que huyen de los lugares sobre las que
aquellas se abaten. Los órganos estatales cuya misión es atender a las
víctimas de catástrofes suelen sufrir los efectos de las guerras y sus
posibilidades se reducen mucho.
-¿Cuál es el
papel de la ONU y la Comunidad Internacional ante este fenómeno que se
cobra cada año miles de víctimas inocentes? ¿Considera que tiene alguna
responsabilidad sobre las matanzas de civiles? ¿Por qué una vez más
muestran esa tibieza ante tanta muerte?
-La ONU carece de instrumentos eficaces y adaptables para proteger a
la población civil en los conflictos bélicos, aunque algunas de sus
agencias especializadas se esfuerzan en ese sentido, con medios muy
limitados casi siempre y con mandatos poco claros que, con frecuencia,
hacen aun más difícil su actividad. Hay que rechazar la tentación de
atribuir al organismo internacional la responsabilidad por la violencia,
la muerte y la desolación que provocan sólo quienes recurren a la fuerza
de las armas para resolver conflictos políticos.
La ONU no es definitiva, sino el resultado de la confluencia de
intereses de los gobiernos de todos los países, en función de su
posición en la escala universal del poder. Aunque a veces debe aceptar,
injustamente, convertirse en el blanco sobre el que descargan las
frustraciones de los pueblos, que en ocasiones deberían dirigirse más
acertadamente contra sus propios gobernantes. ∆