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OCTUBRE 2006


INTERNACIONAL
Descontrol mundial de armas

Yolanda Román
Foto: ©Rocío Carnero /AI

"Las verdaderas armas de destrucción masiva son las armas pequeñas y ligeras, que provocan a diario la muerte de mil personas"

Muchos de los últimos conflictos han puesto de manifiesto la laxa regulación que rige para la utilización y compra-venta de armas en todo el planeta. Este negocio que mueve millones de euros es la base de un círculo vicioso que impide muchas veces alcanzar la paz. Yolanda Román, coordinadora del equipo de armas de Amnistía Internacional, nos aporta datos.

-El reciente ejemplo de Israel confirma que se utilizan armas prohibidas contra la población civil. ¿Qué reglas internacionales rigen la compraventa de armas en el mundo y hasta qué punto se respetan?
-Por un lado, sí están reguladas las armas de destrucción masiva, biológicas, nucleares y demás. Existen tratados y algunas convenciones internacionales que tratan de regular la fabricación, el uso y la comercialización de estas armas. Pero para Amnistía Internacional las verdaderas armas de destrucción masiva son las armas pequeñas y ligeras, y las armas convencionales como tanques y helicópteros. Se utilizan muy poco las armas de destrucción masiva, sin embargo mueren a diario mil personas por el efecto de armas pequeñas y ligeras. Y se compran y se venden en el mundo sin ningún control y sin que haya ninguna normativa internacional que regule su comercio y sus límites.

-¿Qué países son los principales productores y vendedores de armas?
-Los principales exportadores de armas son los países del G-8, que también son miembros del Consejo de Seguridad, con Estados Unidos, Reino Unido, Rusia y China a la cabeza. Los países ricos exportan armas a los países en vías de desarrollo, perpetuando ciclos de violencia, de dependencia y de gastos que impiden crecer a esos países. De hecho hay estudios que han calculado que si alguno de los países africanos invirtiese en salud o educación la mitad del dinero que gasta en importación de armas se habrían conseguido algunos de los objetivos del milenio.

-La venta de armas es el negocio más rentable que existe. ¿Se provocan guerras para mantenerlo?
-Que el comercio de armas convencionales es uno de los grandes negocios mundiales es claro y no acepta discusión. La cantidad de miles de millones de dólares que se mueven al año lo demuestra. Sin duda el comercio de armas esconde una gran contradicción. Hoy, que todo se pasa por el tamiz de la seguridad mundial, sin embargo se siguen vendiendo y comprando armas sin ningún control. Nosotros nos preguntamos a menudo de qué seguridad estamos hablando y para quién. Porque parece contradictorio que se estén tomando medidas muy contundentes en otros ámbitos y sin embargo parece que nadie quiere prestar atención a una de las verdaderas causas de la inseguridad mundial: el volumen de armas pequeñas en circulación.
En cuanto a tu pregunta, como Amnistía Internacional no podemos sostener que se provoquen guerras para mantener un negocio, pero sí está claro que se perpetúan conflictos porque no se adoptan medidas para parar el flujo de armas. La República Democrática del Congo es un ejemplo paradigmático de un conflicto armado que se ha cobrado la vida de millones de personas en los últimos años. Está sometido a un embargo de armas de Naciones Unidas, pero siguen llegando a cambio de recursos naturales. Las grandes empresas y multinacionales están vendiendo armas a un país a cambio de poder explotar sus recursos naturales.

-Una vez que ha terminado una contienda, el territorio queda sembrado de bombas sin explotar o minas antipersona que siguen generando muertes. ¿Cuántas de estas víctimas se producen al año y qué objetivo se persigue con ello?
-No tengo información detallada. Lo que está claro -y lo vemos ahora en Iraq- es que la facilidad de acceso a las armas dificulta mucho el establecimiento de verdaderos procesos de paz en escenarios de posconflictos. De hecho, muchos de los procesos de posconflicto de las últimas décadas han terminado en un nuevo estallido de violencia. Para ello hay que tener en cuenta que de los seiscientos millones de armas pequeñas y ligeras que hay en circulación en el mundo, el sesenta por ciento están en manos de civiles. El ciclo pernicioso tras la fabricación del arma empieza normalmente con una transacción legal de estado a estado, o con destinatarios como ejércitos o empresas, y al final muchas de esas armas terminan en manos de civiles.

-¿Por qué no se centran los esfuerzos en cambiar esto?
-Porque hay un debate sobre la seguridad desenfocado, mal entendido y mal orientado, pero además también clarísimamente porque hay unos intereses económicos muy importantes detrás de todo ello. A lo que hay que añadir un componente político, es decir, tras el 11-S Estados Unidos lejos de poner más limitaciones o dificultades para exportar armas pasa a exportarlas a países a los que antes no se exportaba por su historial de derechos humanos. Todo porque los considera aliados en la llamada 'guerra contra el terror'. Cuando hemos visto que los países aliados de Estados Unidos una década después pasan a ser países enemigos. Mientras no se tenga una visión a más largo plazo, y se siga pensando en términos económicos motivados por la presión de las empresas y en términos geopolíticos basados en la llamada 'guerra contra el terror', seguirá permitiéndose que las armas se produzcan, se vendan y circulen sin control como sucede en la actualidad. ∆

   

   
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