OCTUBRE 2006
Bin Laden: el precio de un hombre
Bin Laden se
convirtió en el demonio personificado para el mundo
occidental, y la carta de justificación para todos los
atropellos posibles en el mundo islámico. Pero han pasado
cinco años. Y nada. Pero nada de nada.
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I nmediatamente
después del atentado que barrió las Torres Gemelas, Bush usó su tono más
dramático para lanzar un par de sentencias. Su famoso "con nosotros o
contra nosotros" dividió automáticamente al mundo en buenos y malos.
Además de eso señaló con el dedo al culpable, dijo con cara de sheriff
"lo quiero vivo o muerto" y organizó la mayor operación de busca y
captura de todos los tiempos. Bin Laden se convirtió en el demonio
personificado para el mundo occidental, y la carta de justificación para
todos los atropellos posibles en el mundo islámico. Pero han pasado
cinco años. Y nada. Pero nada de nada. Desde luego, es una cura de
humildad para los todopoderosos servicios de inteligencia americanos,
porque el hombre más buscado del planeta aparece ante la opinión pública
como una especie de ente incorpóreo, que vive entre montañas, y que se
supone que existe por sus apariciones ocasionales en algún vídeo borroso
para recordar su causa, pero al que no se le ha visto ni la punta del
turbante. Visto lo visto, resulta ridícula la seriedad con la que Bush
sigue erre que erre sosteniendo la intención de su país de encontrar al
villano. "Es cuestión de tiempo", ha dicho. Y al resto del mundo le
entra el pánico. ¿De cuánto tiempo hablamos? En cinco años, cero
resultados, y a cambio ¿qué tenemos? Un número indeterminado de muertos,
que podría superar los 180.000, pero que sospechamos, será imposible
conocer en realidad. Millones de desplazados, un gasto militar sin
precedentes que supera los cuatro mil millones de dólares -¿cuánto se
podría hacer con cuatro mil millones de dólares?-; tenemos una prisión
kafkiana con 450 detenidos en el limbo legal, además de un número
indeterminado de cárceles secretas repartidas por el mundo según la
conveniencia americana, de las que no se sabe más. Etcétera, etcétera.
Para los medios de comunicación, ha sido el conflicto más sangriento
desde la guerra de Vietnam, que entonces se cobró la vida de 63
periodistas. Pero aquello sucedió en un periodo de veinte años, mientras
que en sólo tres la guerra de Irak ya se ha llevado por delante la vida
de casi un centenar de periodistas. También ha aumentado notable mente
el número de atentados terroristas. A excepción de Estados Unidos, otros
países han probado el fuego de los radicales islámicos: España, Reino
Unido, Turquía, India, Marruecos.
Pero Bush sigue inmutable con su cantinela: vamos a salvar al mundo.
Viendo los resultados, el mundo preferiría no ser salvado. Crear una
guerra para prevenir otra guerra no compensa.
Pero después del pánico generalizado que hizo que la mayoría se
arremolinase en torno a las faldas de EE.UU., el mundo está perdiendo el
miedo. Ya no se deja impresionar por las frases lapidarias del
presidente americano, y son muchos los países que enfrían sus simpatías
por la política de guerra preventiva del gobierno de Bush: Rusia, China,
la UE. La posición más beligerante la tienen sin embargo cerca de casa.
La izquierda ha ganado puestos en Sudamérica y países como Venezuela,
Cuba, Bolivia, Uruguay o Brasil se desmarcan o se oponen directamente.
Otros, como Irán, Siria y Argelia también se inclinan en esa dirección.
La reunión en Cuba del Movimiento de Países No Alineados (NOAL) es una
bofetada al gobierno americano. Se rebelan abiertamente contra el mundo
creado por Washington, el Banco Mundial y el FMI. Proponen la
remodelación de las Naciones Unidas para que comience a ser un organismo
útil y apoye la creación de un nuevo sistema de relaciones
internacionales. Así se resumen sus intenciones: "Somos no alineados a
las guerras, al terrorismo, la injusticia, las desigualdades y los
dobles raseros". Pretenden que otro mundo es "necesario, urgente y
posible". El llamado "eje del mal" gana cada día más apoyos. Se espera
que pronto sean 118 los países que lo formen, que, si bien es cierto que
no todos coinciden plenamente en el tono y en los intereses, sí están de
acuerdo en la necesidad de crear alternativas al absolutismo yankee. Es
un movimiento que gana fuerza frente a los delirios americanos, cuyo
presidente sigue sonriendo socarronamente ante las cámaras cuando
amenaza al fantasma de Bin Laden: "Te cogeremos".
Ya. ¿A qué precio? /CF |