La televisión propone estereotipos
que forman algunos aspectos de la personalidad y eso hace importante la
reflexión sobre lo que transmite. |
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MAYO 2006
Personajes de ficciOn
POR ISABEL MENENDEZ
Una
tesis doctoral reciente ha explorado en qué medida se identifican los
niños y las niñas, de 8 y 9 años de edad, con los protagonistas de la
serie "Los Simpson". Una de las conclusiones de Juan José Lorenzo, el
autor, es que los niños varones se reconocen en mayor medida con los
personajes masculinos que las niñas lo hacen con los personajes
femeninos. Se trata de un resultado que corrobora lo que la
investigación en comunicación desde una perspectiva de género lleva
tiempo denunciando: que la representación femenina en los medios es
estereotipada y no se corresponde con la realidad de las mujeres y las
niñas. Es curioso cómo el papel de la madre, Marge, es el menos valorado
de todos. Las respuestas recogidas en la investigación la describen como
dominante, seria y poco graciosa, aunque se acepta que tiene cualidades
como la de ser una buena madre. Otra protagonista, Lisa, es percibida
como empollona e inteligente, pero aburrida, lo que hace que tampoco sea
la preferida aunque sí ha habido particularidades según el género: es
más tolerada por las niñas que por los niños. Otros elementos de ese
personaje (es vegetariana, saxofonista, naturista) han pasado
desapercibidos para las y los pequeños. La tercera protagonista, Maggie,
tampoco es muy estimada pues se le reprocha justamente lo que la define:
ser un bebé que usa chupete, duerme y no trabaja. Sólo en un porcentaje
inferior se reconoce que es graciosa o dulce. Por el contrario, el hijo
de la familia, Bart, es un gamberro según la mayoría de las respuestas,
pero es divertido. Y en su valoración aparece nuevamente una señal que
marca el género: a las niñas les disgusta más que a los niños, aunque no
llegan a rechazarle pues estiman su carácter transgresor, moderno y
atrevido. Por último se evalúa a Homer, el padre, que es reconocido como
gracioso, lo que minimiza la aparición del resto de elementos de su
carácter, casi todos negativos (comilón, borracho, poco dialéctico). En
suma, es revelador que una serie, eso sí, pensada para personas adultas,
sea capaz de poner sobre la mesa la diferencia receptora de hombres y
mujeres, niños y niñas. "Los Simpson" se supone que realiza una crítica
de la sociedad norteamericana pero, según explica Lorenzo, lo que
transmite es un modelo familiar convencional, aunque salpicado de
elementos transgresores.
Y es que la televisión propone estereotipos que forman algunos aspectos
de la personalidad y eso hace importante la reflexión sobre lo que
transmite. Es lo que ocurre con una serie de moda, también
norteamericana, cuyo protagonista es el ácido doctor Gregory House.
House, un hombre demasiado sincero, tosco y con una empatía muy poco
desarrollada, aparece como un antihéroe que despierta ternura y simpatía
desde un perfil opuesto: arrogante, insolente, desagradable. Sin
embargo, la novedad aparece en su perfil más humano, complementario al
profesional: está locamente enamorado de su ex mujer y no le importa
ponerse en ridículo si ello le permite recuperarla. Es tan poco
frecuente que los protagonistas masculinos se dibujen desde lo íntimo
que me parece un hallazgo a tener en cuenta, pues da la vuelta a lo
habitual: mujeres obsesionadas por encontrar pareja y hombres sin tiempo
ni interés por los afectos.
Sin embargo, la ficción española es otra cosa y no acaba de entender por
dónde van los tiros. Probablemente animada ante el éxito de series
protagonizadas por grupos de mujeres independientes aunque víctimas de
los estereotipos de su género ("Sexo en Nueva York", "Mujeres
desesperadas"), han diseñado productos terribles en los que únicamente
aparecen mujeres histéricas, gritonas y obsesionas por robar el marido
de las demás, profesionales pero amargadas, independientes pero solas,
atrapadas siempre en enredos de vodevil más propios del teatro de hace
décadas. Es el caso de las prescindibles "Fuera de control" o "Con dos
tacones", perfectos ejemplos de una mentalidad chabacana y superficial
que todavía no ha comprendido cuáles son los intereses de las mujeres en
la actualidad. ∆ |