ruto
de su inquietud, el doctor Campillo decide estudiar a la especie humana
partiendo del punto de vista fisiológico, su especialidad. Hasta aquí
podría tratarse de una investigación más. Pero quiso ir más allá y se
adentró en caminos escasamente frecuentados, originales, realistas y,
sobre todo, muy lógicos para estudiar a nuestra especie partiendo de la
evolución de la hembra, es decir, de la mujer. Este enfoque supone dar
la vuelta a mucho de lo escrito hasta el momento sobre las claves de la
evolución. A ello hay que sumarle otro ingrediente muy importante. Este
premiado y reconocido investigador consigue además transmitir sus
conocimientos de una forma asequible y didáctica. Conversar con él, es
todo un placer.
-Todos los
libros que hablan de evolución tienen como protagonista al hombre. ¿Cómo
se le ocurrió a usted estudiar la evolución de la especie humana a
partir de la mujer?
-Me apasiona una rama de la medicina que se llama Darwiniana o
Evolucionista que considera que muchas de las enfermedades que ahora
padecemos son consecuencia de una incompatibilidad entre el diseño
evolutivo de nuestros genes -que se ha ido modelando a lo largo de
millones de años de evolución-, y las condiciones de vida actuales. Es
decir, nosotros somos el resultado de millones de años de evolución
biológica. Nuestro diseño metabólico es el resultado de un ajuste
continuo a esos cambios ambientales. Como además soy fisiólogo, me di
cuenta de que el macho de la especie humana -especialmente de cintura
para abajo-, es exactamente igual que cualquier macho de otra especie.
Mientras que la mujer tiene una serie de características fisiológicas
que la hacen radicalmente distinta a cualquier otra hembra que exista,
incluidas las monas. Por tanto han sido ellas quienes a lo largo de
millones de años de evolución soportaron cambios en su organismo que
impulsaron la evolución de la especie humana.
"Han
sido ellas quienes a lo largo de millones de años de
evolución soportaron cambios en su organismo que impulsaron
la evolución de la especie humana" |
-Hábleme de
las diferencias fisiológicas que hicieron a esa Eva "distinta" del
resto.
-Hay varias diferencias que son clave. La receptividad sexual
constante mientras que el resto de las hembras sólo reciben al macho en
los períodos fértiles. Pueden copular cara a cara después de la
transformación que sufrió su cuerpo tras la bipedestación. El orgasmo
femenino es otra rareza en el reino zoológico que no tiene ninguna
función respecto a la procreación ni va asociado a ella. La menstruación
tan abundante: esa pérdida tan descomunal de energía todos los meses no
se la puede permitir ningún animal y eso es todo un misterio. El parto
en la mujer es difícil y necesita de ayuda, no así en el resto de las
hembras. Las crías humanas nacen prematuras y no se valen por sí mismas.
Y por último, la menopausia, es decir el cese genéticamente programado
de la actividad ovárica varios años antes de la muerte biológica,
mientras que el resto de hembras son fértiles casi hasta el último
momento de su vida. Es precisamente la menopausia la que dará lugar a la
figura de la abuela, un "truco" que -como explico en el libro- supuso un
nuevo paso evolutivo.
-¿Cuál fue
el cambio más drástico que tuvo que experimentar esa Eva primigenia?
-Somos lo que somos gracias a un hueso, pero ése no fue la costilla
de Adán como dice la Biblia sino la cadera de Eva, como ha demostrado la
ciencia. La cadera lo cambió todo. De andar a cuatro patas a caminar
sobre dos piernas -lo que se llama la bipedestación-, exigió un cambio
total de la arquitectura de la cadera. Si bien este hecho en el macho no
trajo mayores consecuencias, en la hembra sí. A partir de ahí cambia
toda su sexualidad. Cuando se pone de pie, se produce una desviación de
la cadera, giran sus órganos internos, también sus atractivos sexuales
que pasan a ser delanteros y la apertura de la vagina se desplaza de la
zona de atrás al centro, lo que permite realizar el acto sexual cara a
cara. La especie humana es la única que puede mirarse a los ojos y
besarse mientras procrea.
-La cadera
es también una clave a la hora del parto...
-Efectivamente, la cadera además tenía que permitir el parto de una
criatura cada vez con más cerebro y aquí hablamos de otro gran salto. El
incremento de volumen cerebral vino acompañado de un aumento del tamaño
del cráneo y la evolución tuvo que plantearse cómo parir ese cráneo.
Tengamos en cuenta que la cadera de la mujer como consecuencia de la
bipedestación, no sigue un canal recto como en las monas, sino que está
lleno de recovecos. Además ese cráneo del que hablamos también es mucho
mayor -en proporción- que el de cualquier otra especie. ¿Qué hizo la
hembra entonces? Pues parir a una criatura a medio hacer, prematura a
escala zoológica, con un cerebro de apenas 28% de su tamaño adulto. Si
las mujeres tuviesen un embarazo equivalente al resto de los animales,
duraría el doble de lo que dura ahora y la cabeza de esa criatura sería
de tal magnitud que sería imposible parirla. Esto vuelve a introducir
nuevos elementos que derivan en otras transformaciones de la especie:
por un lado la criatura debe seguir desarrollándose ya que es totalmente
dependiente. Por otro, necesita de cuidados especiales y atención
constante lo que obliga a una cooperación. De ahí surge la pareja, la
sociobiología de los seres humanos.
-¿Y qué
determinó el volumen de ese cerebro?
-El cerebro consume mucha energía y tiene una actividad metabólica
mayor que la de cualquier primate del mismo peso. El aumento del volumen
cerebral a lo largo de la evolución obligó a que paralelamente creciese
una fuente de energía capaz de alimentarlo: la energía que la madre
aporta durante el embarazo y la lactancia. Según esta teoría que se
llama Hipótesis de la energía materna, cada mamífero tendría el mayor
cerebro que fuese compatible con los recursos energéticos que le
proporciona la madre durante la gestación y lactancia. Desde el punto de
vista epidemiológico, son los genes de la madre los que representan un
papel predominante en el desarrollo concretamente de la parte del
cerebro donde reside la inteligencia, mientras que los genes del padre
son los responsables de otras áreas del cerebro más primitivas como las
emociones o los instintos.
-En el
libro primero tira por tierra la teoría de la costilla de Adán y luego
demuestra que el mito -tantas veces repetido- del hombre cazador, es una
invención. ¿En qué se basa para hacer esta segunda afirmación?
-No es algo que diga yo, es algo demostrado científicamente. Hasta
hace muy poco los libros de evolución sólo hablaban del macho, del mono
cazador; la hembra siempre tuvo un papel secundario. Era él quien
llegaba con la pieza cazada a cuestas y alimentaba a la prole. En el
libro demuestro que aquel hombre primitivo era frágil, con muchas
limitaciones físicas. La caza era muy peligrosa sobre todo en las
llanuras y tampoco tenían utensilios para llevarla a cabo. Por los datos
que se han podido recoger, es más probable que los hombres se agrupasen
para juntos recorrer grandes extensiones de terreno en busca de carroña
comestible. En el mejor de los casos recogían huesos para aprovechar la
médula y el encéfalo, ricos en proteínas y grasas. Mientras, la mujer
permanecía por los alrededores recogiendo frutas, gusanos, roedores,
tubérculos, insectos, o se acercaba al río en busca de peces. Y ésa era
la base de la alimentación. Son ellas las que siempre han alimentado a
los suyos, antes iban al bosque y hoy van a Carrefour.
"Son los genes de la
madre los que representan un papel predominante en el
desarrollo de la parte del cerebro donde reside la
inteligencia" |
-Asegura
que "somos hijos del hambre". ¿Cómo ha influido esta circunstancia en la
evolución humana?
-Si una especie está confortablemente situada y tiene de todo, no
evoluciona. Podemos decir que el proceso de nuestra evolución ha estado
marcado por una permanente lucha contra el clima y contra el hambre. Han
sido nuestros "enemigos" pero también nuestros mayores maestros. Muchas
veces se dice que somos fruto del azar y la necesidad, yo añadiría en lo
referente a la raza humana, que también del hambre.
-¿Por qué
los "genes son egoístas"?
-Nosotros hacemos lo que los genes nos mandan. Somos el envase
desechable de los genes. La única misión que tienen es hacer copias de
sí mismos y cuantas más mejor. Defendemos nuestra vida porque es almacén
de genes, nos reproducimos para difundir nuestros genes, nos alimentamos
para cuidar el envase de nuestros genes hasta que cumplan su misión.
-Son
inmortales...
-Sí, nosotros llevamos dentro genes que vivieron hace millones de
años y se van sumando. Lo único inmortal son los genes porque siempre se
transmiten. Mis estructuras de ADN han ido a mis hijos y se perpetúan.
-Como una
especie de libro de la vida...
-Toda la evolución, la historia de los tres mil millones de años de
evolución biológica está escrita en nuestros genes. El genoma es como
una especie de libro donde curiosamente no se borran datos y en cambio
se incorpora información continuamente.
-¿Cómo ve el
futuro de la raza humana?
-Biológicamente hablando el futuro de toda especie es la extinción.
La evolución sigue actuando pero hay que darse cuenta de que se trata de
un proceso muy lento que sólo puede verse a lo largo de cientos de miles
de años. Soy de los que piensa que hemos desarrollado el cerebro porque
éramos muy frágiles físicamente hablando: no teníamos garras, ni
colmillos, ni éramos buenos corredores... estábamos poco capacitados
para sobrevivir. La evolución nos proporcionó esta maravillosa
herramienta que es el cerebro y eso sólo fue posible porque evolucionó
la hembra. Hace cientos de miles de años había varias especies de
homínidos, ahora sólo estamos nosotros. Desde el punto de vista
evolutivo, cuando un linaje de cualquier especie se estrecha hasta el
punto de no dejar más que una sola muestra, el peligro de extinción se
acerca. No obstante, estoy convencido de que si tuviésemos una esperanza
de que esto no fuera así, por cualquier razón que ahora no tenemos en
mente, volvería a estar en manos de la hembra de la especie, en la
mujer, la responsabilidad de conseguir ese salto. ∆