Revista Fusión

 Subscripción RSS

FUSION también eres tú,  por eso nos interesan tus opiniones,  tus reflexiones y tu colaboración  para construir un  mundo mejor

Recibe nuestras noticias en tu correo

 


 

José Enrique Campillo
Foto: AECOC-2004

MAYO 2006

José Enrique Campillo
Catedrático de Fisiología

Eso de tirar abajo mitos es algo que se le da muy bien. Por eso las investigaciones sobre la evolución humana del doctor en medicina José Enrique Campillo, catedrático de Fisiología en la Universidad de Extremadura, son cuando menos, novedosas y fascinantes. En su libro "La cadera de Eva" (Editorial Crítica) nos demuestra que hoy somos lo que somos gracias a un hueso: "Para la Biblia fue la costilla de Adán; para la ciencia, la cadera de Eva".

Texto: Mariló Hidalgo

La cadera de Eva

Fruto de su inquietud, el doctor Campillo decide estudiar a la especie humana partiendo del punto de vista fisiológico, su especialidad. Hasta aquí podría tratarse de una investigación más. Pero quiso ir más allá y se adentró en caminos escasamente frecuentados, originales, realistas y, sobre todo, muy lógicos para estudiar a nuestra especie partiendo de la evolución de la hembra, es decir, de la mujer. Este enfoque supone dar la vuelta a mucho de lo escrito hasta el momento sobre las claves de la evolución. A ello hay que sumarle otro ingrediente muy importante. Este premiado y reconocido investigador consigue además transmitir sus conocimientos de una forma asequible y didáctica. Conversar con él, es todo un placer.

-Todos los libros que hablan de evolución tienen como protagonista al hombre. ¿Cómo se le ocurrió a usted estudiar la evolución de la especie humana a partir de la mujer?
-Me apasiona una rama de la medicina que se llama Darwiniana o Evolucionista que considera que muchas de las enfermedades que ahora padecemos son consecuencia de una incompatibilidad entre el diseño evolutivo de nuestros genes -que se ha ido modelando a lo largo de millones de años de evolución-, y las condiciones de vida actuales. Es decir, nosotros somos el resultado de millones de años de evolución biológica. Nuestro diseño metabólico es el resultado de un ajuste continuo a esos cambios ambientales. Como además soy fisiólogo, me di cuenta de que el macho de la especie humana -especialmente de cintura para abajo-, es exactamente igual que cualquier macho de otra especie. Mientras que la mujer tiene una serie de características fisiológicas que la hacen radicalmente distinta a cualquier otra hembra que exista, incluidas las monas. Por tanto han sido ellas quienes a lo largo de millones de años de evolución soportaron cambios en su organismo que impulsaron la evolución de la especie humana.

"Han sido ellas quienes a lo largo de millones de años de evolución soportaron cambios en su organismo que impulsaron la evolución de la especie humana"

-Hábleme de las diferencias fisiológicas que hicieron a esa Eva "distinta" del resto.
-Hay varias diferencias que son clave. La receptividad sexual constante mientras que el resto de las hembras sólo reciben al macho en los períodos fértiles. Pueden copular cara a cara después de la transformación que sufrió su cuerpo tras la bipedestación. El orgasmo femenino es otra rareza en el reino zoológico que no tiene ninguna función respecto a la procreación ni va asociado a ella. La menstruación tan abundante: esa pérdida tan descomunal de energía todos los meses no se la puede permitir ningún animal y eso es todo un misterio. El parto en la mujer es difícil y necesita de ayuda, no así en el resto de las hembras. Las crías humanas nacen prematuras y no se valen por sí mismas. Y por último, la menopausia, es decir el cese genéticamente programado de la actividad ovárica varios años antes de la muerte biológica, mientras que el resto de hembras son fértiles casi hasta el último momento de su vida. Es precisamente la menopausia la que dará lugar a la figura de la abuela, un "truco" que -como explico en el libro- supuso un nuevo paso evolutivo.

-¿Cuál fue el cambio más drástico que tuvo que experimentar esa Eva primigenia?
-Somos lo que somos gracias a un hueso, pero ése no fue la costilla de Adán como dice la Biblia sino la cadera de Eva, como ha demostrado la ciencia. La cadera lo cambió todo. De andar a cuatro patas a caminar sobre dos piernas -lo que se llama la bipedestación-, exigió un cambio total de la arquitectura de la cadera. Si bien este hecho en el macho no trajo mayores consecuencias, en la hembra sí. A partir de ahí cambia toda su sexualidad. Cuando se pone de pie, se produce una desviación de la cadera, giran sus órganos internos, también sus atractivos sexuales que pasan a ser delanteros y la apertura de la vagina se desplaza de la zona de atrás al centro, lo que permite realizar el acto sexual cara a cara. La especie humana es la única que puede mirarse a los ojos y besarse mientras procrea.

-La cadera es también una clave a la hora del parto...
-Efectivamente, la cadera además tenía que permitir el parto de una criatura cada vez con más cerebro y aquí hablamos de otro gran salto. El incremento de volumen cerebral vino acompañado de un aumento del tamaño del cráneo y la evolución tuvo que plantearse cómo parir ese cráneo. Tengamos en cuenta que la cadera de la mujer como consecuencia de la bipedestación, no sigue un canal recto como en las monas, sino que está lleno de recovecos. Además ese cráneo del que hablamos también es mucho mayor -en proporción- que el de cualquier otra especie. ¿Qué hizo la hembra entonces? Pues parir a una criatura a medio hacer, prematura a escala zoológica, con un cerebro de apenas 28% de su tamaño adulto. Si las mujeres tuviesen un embarazo equivalente al resto de los animales, duraría el doble de lo que dura ahora y la cabeza de esa criatura sería de tal magnitud que sería imposible parirla. Esto vuelve a introducir nuevos elementos que derivan en otras transformaciones de la especie: por un lado la criatura debe seguir desarrollándose ya que es totalmente dependiente. Por otro, necesita de cuidados especiales y atención constante lo que obliga a una cooperación. De ahí surge la pareja, la sociobiología de los seres humanos.

-¿Y qué determinó el volumen de ese cerebro?
-El cerebro consume mucha energía y tiene una actividad metabólica mayor que la de cualquier primate del mismo peso. El aumento del volumen cerebral a lo largo de la evolución obligó a que paralelamente creciese una fuente de energía capaz de alimentarlo: la energía que la madre aporta durante el embarazo y la lactancia. Según esta teoría que se llama Hipótesis de la energía materna, cada mamífero tendría el mayor cerebro que fuese compatible con los recursos energéticos que le proporciona la madre durante la gestación y lactancia. Desde el punto de vista epidemiológico, son los genes de la madre los que representan un papel predominante en el desarrollo concretamente de la parte del cerebro donde reside la inteligencia, mientras que los genes del padre son los responsables de otras áreas del cerebro más primitivas como las emociones o los instintos.

-En el libro primero tira por tierra la teoría de la costilla de Adán y luego demuestra que el mito -tantas veces repetido- del hombre cazador, es una invención. ¿En qué se basa para hacer esta segunda afirmación?
-No es algo que diga yo, es algo demostrado científicamente. Hasta hace muy poco los libros de evolución sólo hablaban del macho, del mono cazador; la hembra siempre tuvo un papel secundario. Era él quien llegaba con la pieza cazada a cuestas y alimentaba a la prole. En el libro demuestro que aquel hombre primitivo era frágil, con muchas limitaciones físicas. La caza era muy peligrosa sobre todo en las llanuras y tampoco tenían utensilios para llevarla a cabo. Por los datos que se han podido recoger, es más probable que los hombres se agrupasen para juntos recorrer grandes extensiones de terreno en busca de carroña comestible. En el mejor de los casos recogían huesos para aprovechar la médula y el encéfalo, ricos en proteínas y grasas. Mientras, la mujer permanecía por los alrededores recogiendo frutas, gusanos, roedores, tubérculos, insectos, o se acercaba al río en busca de peces. Y ésa era la base de la alimentación. Son ellas las que siempre han alimentado a los suyos, antes iban al bosque y hoy van a Carrefour.

"Son los genes de la madre los que representan un papel predominante en el desarrollo de la parte del cerebro donde reside la inteligencia"

-Asegura que "somos hijos del hambre". ¿Cómo ha influido esta circunstancia en la evolución humana?
-Si una especie está confortablemente situada y tiene de todo, no evoluciona. Podemos decir que el proceso de nuestra evolución ha estado marcado por una permanente lucha contra el clima y contra el hambre. Han sido nuestros "enemigos" pero también nuestros mayores maestros. Muchas veces se dice que somos fruto del azar y la necesidad, yo añadiría en lo referente a la raza humana, que también del hambre.

-¿Por qué los "genes son egoístas"?
-Nosotros hacemos lo que los genes nos mandan. Somos el envase desechable de los genes. La única misión que tienen es hacer copias de sí mismos y cuantas más mejor. Defendemos nuestra vida porque es almacén de genes, nos reproducimos para difundir nuestros genes, nos alimentamos para cuidar el envase de nuestros genes hasta que cumplan su misión.

-Son inmortales...
-Sí, nosotros llevamos dentro genes que vivieron hace millones de años y se van sumando. Lo único inmortal son los genes porque siempre se transmiten. Mis estructuras de ADN han ido a mis hijos y se perpetúan.

-Como una especie de libro de la vida...
-Toda la evolución, la historia de los tres mil millones de años de evolución biológica está escrita en nuestros genes. El genoma es como una especie de libro donde curiosamente no se borran datos y en cambio se incorpora información continuamente.

-¿Cómo ve el futuro de la raza humana?
-Biológicamente hablando el futuro de toda especie es la extinción. La evolución sigue actuando pero hay que darse cuenta de que se trata de un proceso muy lento que sólo puede verse a lo largo de cientos de miles de años. Soy de los que piensa que hemos desarrollado el cerebro porque éramos muy frágiles físicamente hablando: no teníamos garras, ni colmillos, ni éramos buenos corredores... estábamos poco capacitados para sobrevivir. La evolución nos proporcionó esta maravillosa herramienta que es el cerebro y eso sólo fue posible porque evolucionó la hembra. Hace cientos de miles de años había varias especies de homínidos, ahora sólo estamos nosotros. Desde el punto de vista evolutivo, cuando un linaje de cualquier especie se estrecha hasta el punto de no dejar más que una sola muestra, el peligro de extinción se acerca. No obstante, estoy convencido de que si tuviésemos una esperanza de que esto no fuera así, por cualquier razón que ahora no tenemos en mente, volvería a estar en manos de la hembra de la especie, en la mujer, la responsabilidad de conseguir ese salto. ∆

 Libros del autor: "El mono obeso" y "La cadera de Eva", ambas publicadas en Editorial Crítica.

   

   
INDICE:   Editorial Nacional, Internacional, Entrevistas, Reportajes, Actualidad
SERVICIOS:   Suscríbete, Suscripción RSS
ESCRÍBENOS:   Publicidad, Contacta con nosotros
CONOCE FUSION:   Qué es FUSION, Han pasado por FUSION, Quince años de andadura

 
Revista Fusión.
I  Aviso Legal  I  Política de privacidad 
Última revisión: abril 07, 2011. 
FA