-Cuéntanos la historia de la foto ganadora, titulada
Tsunami.
-Yo volé a Banda Aceh (Sumatra) los primeros días del mes de enero.
Era relativamente pronto porque aunque el tsunami había sido el 26 de
diciembre de 2004, en esa zona estaba actuando la guerrilla y por lo
tanto se tardó mucho en evaluar qué capacidad de destrucción había
tenido allí el desastre. Cuando llegué se levantaban entre 2.500 y 3.000
cadáveres cada día, la magnitud del drama era impresionante. Y eso era
lo que estaba fotografiando cuando pensé que no estaba contando bien la
historia, que tenía que escapar del sensacionalismo y del primer impacto
que causan los muertos. Entonces decidí trabajar de una forma más
evocadora, apenas sin gente, pero sí buscando una historia que contase
la magnitud de la tragedia. Así que paseaba por la zona cero -que eran
kilómetros de destrucción masiva-, en moto o en coche, desde primera
hora de la mañana a última de la tarde. Esta foto la hice una tarde de
tormenta en la que había estado lloviendo y a última hora del día había
una luz muy dramática. Y en un momento dado me apareció este hombre que
venía caminando, que no se sabe muy bien si va, si viene, qué está
haciendo, aunque probablemente busca restos de sus pertenencias o de su
familia desaparecida. E hice una única foto a través del cristal del
coche. A veces la fotografía es así, nunca sabes dónde está y muchas
veces no hace falta disparar cien fotos para conseguir una buena.
-¿Por qué ir a Indonesia tras el tsunami a hacer
fotos?
-Básicamente yo trabajo en zonas en conflicto y desastres naturales, y
el porqué la verdad es que quisiera saberlo yo también (risas). No sé a
ciencia cierta por qué voy a esos sitios, aunque como fotógrafo deseas
estar en los lugares donde suceden grandes acontecimientos para ser
testigo de ellos y tener la posibilidad de contarlos. Además trabajar en
este tipo de fotografía te da la oportunidad de manejarla de una forma
personal. No sé si es arte o no, pero aportas algo de ti en cada
instantánea y esto es muy atractivo.
-En esta época saturada de imágenes, ¿qué crees que
ha de tener una foto para que traspase la retina del espectador y llegue
a su conciencia?
-Esta foto en particular que han premiado, creo que es un buen ejemplo
de lo que yo quiero conseguir: fotografías que plantean muchos
interrogantes, sugerentes, evocadoras... Es un truco para que la gente
se pare delante y se pregunte, y quiera entrar más y más, y saber por
qué está ahí esa persona, qué hace... Esta es la manera de que la gente
se detenga ante las imágenes y éstas les inviten a reflexionar, que es
para mí una de las partes más importantes de la fotografía.
-Eres de formación autodidacta, ¿es que se puede
aprender a tener una "mirada" para la fotografía?
-Yo creo que se aprenden muchas cosas, pero yo no sabría enseñar a
alguien cómo hacer una buena fotografía. Puedes tener una técnica muy
depurada, ser muy bueno en conceptos como composición, pero al final es
como esta foto: un único disparo, centésimas de segundo... ¿cómo se
puede aprender eso? Se puede mejorar y aprender mucho de fotografía,
pero lo que de verdad importa está dentro de cada uno, unido a la
sensibilidad de las personas. La sensibilidad es lo más importante en
fotografía.
-Asistimos al auge de las cámaras digitales, ¿es la
democratización de la fotografía o la pérdida de ésta como arte?
-Efectivamente, las cámaras digitales están acercando la fotografía
a mucha más gente y a mí sin duda eso me parece positivo. Aunque también
parece que todo el mundo sabe hacer fotografías y eso no es cierto, de
hecho está habiendo mucho intrusismo en temas como la fotografía de
publicidad. En cuanto al formato de las fotos, soy de los que piensa que
lo importante es la fotografía, lo que me están contando y no el medio
empleado. Y por último quisiera añadir que me da mucha pena que se esté
perdiendo el típico álbum familiar en fotos de papel, porque la cámara
digital lleva a hacer miles de fotografías, pero la mayoría de ellas no
se vuelven a ver nunca más. ∆