Me
parece francamente indecente que aparezca un banquero diciendo que ha ganado
6220 millones de euros, y que espera ganar aún más el año que viene. Y
además lo diga con una sonrisa en la cara y sin que entre la poli para
ponerle las esposas.
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MARZO 2006
INDECENCIAS
POR CAROLINA FERNANDEZ
Advierto
al lector que se adentre en estas líneas que lo que va a leer puede herir su
sensibilidad. Allá cada cual. Dicho esto voy al grano: el Banco de Santander
ganó el año pasado una cantidad de dinero absolutamente obscena. Me da hasta
apuro decirlo, a mí, que como soy muy casta en temas monetarios hay cosas
que me ofenden un poquito y otras que directamente me revuelven las tripas.
Disparo: hablamos de 6220 millones de euros de ganancia, el mayor beneficio
obtenido por una empresa española. Pero 6220 escrito así, con números, ocupa
muy poco. Vamos a pararnos un poco en esa cantidad: seis mil doscientos
veinte millones de euros. Y ahora en pesetas, para los que todavía somos
antiguos y preferimos la conversión: 1.034.920.920.000 pesetas. De todas
maneras es igual decirlo de una manera u otra, porque para el 99,99% de la
población resulta una cantidad metafísica, un misterio sobrenatural que uno
ni siquiera intenta llegar a comprender. Es como hablar de años luz, nos da
lo mismo mil que un millón, porque ambas cantidades quedan fuera de nuestra
órbita bancaria.
Sea como sea, lo que pienso es que noticias como ésa no deberían aparecer en
los medios de comunicación normales, sino en revistas especializadas en
publicar ese tipo de obscenidades. Y si no, al menos que no se emitan antes
de que los Lunnis manden a los niños a la cama, por lo del mal ejemplo,
quiero decir. No me quiero imaginar que un chaval, a base de ver esas
porquerías en la tele, acabe diciéndole a sus padres que de mayor quiere ser
banquero, en vez de piloto o bombero, que es lo normal. Vaya disgustazo.
De modo que propongo que los depravados que quieran regodearse en esas
cifras, al menos, que esperen hasta altas horas, cuando las personas
decentes estamos a otras cosas, para enchufarse a Bloomsberg y dar rienda
suelta a sus bajos instintos. Así, a solas y a media luz, pueden darse a
gusto un atracón de números, revolcarse en cifras, abandonarse al placer
irrefrenable de estar al día con el Ibex, el Nasdaq y el Dow Jones y hasta
masturbarse estudiando los pliegues de la gráfica de crecimiento del
Santander, que debe resultarles super excitante. Allá cada cual con sus
perversiones.
A lo mejor alguien piensa que exagero, perdón si fuera así, pero créanme si
digo que encuentro francamente desagradable cambiar de cadena y ver la cara
de Emilio Botín (curioso apellido para un corsario) hablando de sus
beneficios, con los ojillos fuera de las órbitas, babeante, alcanzando en
plena rueda de prensa un orgasmo de cifras, y aullando sin pudor que quiere
más y más. Repugnante. ¿Dónde está el límite?, le preguntaron. Y Botín,
alcanzando el clímax, responde poniendo los ojos en blanco: "¿Limite? El
cielo es el límite". Así estaba el hombre, enfebrecido, después de haber
alcanzado el punto G de la economía española.
A mí, qué quieren, no me gusta ver estas cosas. No sé qué tipo de negocios
hay que hacer para ganar toda esa pasta, ni lo quiero saber, pero sí sé que
después de darse una orgía de cifras como ésa uno no debería tener la
conciencia tranquila. Yo es que soy de las que piensan que los chorizos se
encuentran antes en las cúpulas bancarias que en la charcutería del súper.
No hay que hacer cuentas para saber que para que todos esos millones entren
en las arcas de un banco, antes han tenido que salir de los bolsillos de
muchas personas que no saben cuánto dinero son 6220 millones de euros, entre
las que me incluyo. Y eso que me considero afortunada, porque sin salir de
nuestras fronteras, hay muchas personas que llegan a fin de mes con el
estómago encogido, y muchas también que a día 10 ya tienen arañas en la
cartera, y otras muchas que viven en la incertidumbre diaria de no saber qué
pasará mañana. También hay ancianos que se mueren de asco, sobreviviendo con
pensiones ridículas, y chavales que no acaban de encontrar un trabajo que no
sea una basura temporal, etc., etc. Por eso me parece francamente indecente
que aparezca un banquero diciendo que ha ganado 6220 millones de euros, y
que espera ganar aún más el año que viene. Y además lo diga con una sonrisa
en la cara y sin que entre la poli para ponerle las esposas.
Y luego hay quien se escandaliza si ve un par de tetas por televisión.
Si es que estamos locos. ∆ |