Sin meterme en temas filosóficos,
yo creo que las máquinas están un poco vivas. De ahí la costumbre de
mucha gente de ponerle nombre a su coche, o la prevención con que uno
marca en un teléfono que no es el suyo. Cada electrodoméstico tiene sus
"manías". |
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JUNIO 2006
LA REBELION DE LAS MAQUINAS
POR ELENA F. VISPO
Desde
hace unos días mi ordenador tiene vida propia. Todo empezó por la
impresora, que siempre me había obedecido diligentemente, y ahora
funciona cuando le da la gana. No está estropeada, puesto que imprime,
sólo que lo hace cuando se encuentra de buen humor. Siguiendo su estela,
el propio pc ha empezado a rebelarse: los iconos aparecen y desaparecen
de mi pantalla, los mensajes de correo se autoorganizan a su modo, no al
mío, y en general todo funciona, pero no como debería o como yo
quisiera.
Sé que no es un virus. Tengo el antivirus más que actualizado y dice que
el disco duro está sano cual manzana con bicho. Simplemente, la máquina
se ha envalentonado y ha empezado a dictar sus propias normas. Y a mí no
me queda otra que asumirlas, porque vaya por delante que yo de
informática, lo justo. Vamos, que yo he aprendido con el famoso método
español: ni se te ocurra leer un manual de instrucciones, tú enciende el
chisme y aprende a base de prueba-error.
Con ese sistema he descubierto, más o menos, la forma de entenderme con
mi querido computador, y a estas alturas sé cuándo está bien y cuándo
está raro. Y ahora está raro. Lo cual me lleva a asustarme, porque con
las muchas horas que pasamos juntos, este maldito chisme y yo, me doy
cuenta de que no sé ni su nombre, y de que no tengo ni idea que los
mecanismos que rigen sus circuitos. Sé cual es el sistema operativo
porque me lo dice al encenderse y apagarse, pero poco más.
Para colmo, hay otra gran tradición de los ineptos de la informática. Si
se te estropea la lavadora llamas al técnico, si se te estropea el
ordenador ¿a quién llamas? Evidentemente: a un amigo. Y Dios nos pille
confesados. El amigo al que yo suelo acudir aguantó la descripción de
los síntomas con cara de perplejidad y luego dio su veredicto: si
quieres que vaya a casa y te lo desmonte, voy, por si encuentro algo;
pero para mí que es un poltergeist. Y yo no me siento psicológicamente
preparada para llamar a un exorcista, pero si mi ordenador está poseído
habrá que asumirlo, me cagüen Bill Gates y la madre del topo.
Sin meterme en temas filosóficos, yo creo que las máquinas están un poco
vivas. De ahí la costumbre de mucha gente de ponerle nombre a su coche,
o la prevención con que uno marca en un teléfono que no es el suyo. Cada
electrodoméstico tiene sus "manías", conocidas por los habitantes de la
casa: qué hornillo de la vitrocerámica calienta más, cuál es el programa
más completo de la lavadora. Y, especialmente en el caso de los
ordenadores, ellos siempre tienen la opción de hacer lo que tú les
pides. O no. No es que llegue a pensar que todos los ordenadores son
como Hal 9000, pero a veces tengo dudas sobre si el mío sueña con algo
cuando está en modo ahorro de energía.
En general el mejor modo de relacionarte con tu pc es usando la lógica,
después de todo él sigue pensando en ceros y unos. Pero claro, la lógica
es todavía un asunto pendiente para muchos de nosotros. ¿Por qué si no,
cuando el ordenador se rebela, el primer impulso es darle un golpe al
ratón? ¿Es que así va a responder antes?
Menos mal que mi amigo el informático me ha llamado y sigue dándole
vueltas al tema. Él dice que en un ordenador no pasa nada sin motivo:
averiguando la causa se soluciona el problema. Así que lo del
poltergeist va a ser una forma de hablar. Me gusta esa forma de verlo:
no deja de ser tranquilizador saber que todo es por algo. Así que, en el
fondo, las máquinas y los humanos tenemos mucho en común, y sólo es
cuestión de ir aprendiendo el código correcto para relacionarnos. Claro
que el ordenador viene con manual de instrucciones y los humanos, así en
principio, no. Aunque tampoco lo leeríamos, supongo.
Además, el mejor técnico de ordenadores del mundo puede encontrar una
máquina que se resista a sus encantos y artimañas, que le deje sin
recursos y que le obligue a inventarse nuevas formas de atacar el
problema. Pues con la gente igual. Esa es la gracia. ∆ |