JUNIO 2006
El mercado de
la eterna juventud
Foto: Fusión |
El dinero que actualmente el primer mundo invierte en
cremas, tratamientos de belleza, gimnasios y cirugía estética,
permitiría reducir significativamente hambre y enfermedades. Mientras
que los estadounidenses son los que gastan más dinero en este concepto,
España tiene el dudoso honor de ser el primer país de la UE en
operaciones de cirugía estética. La belleza se ha convertido en un
objeto de consumo al alcance de todos, que nos promete juventud de por
vida.
Texto: Marta Iglesias
En
cualquier revista de las consideradas femeninas, pero también en
suplementos dominicales y en la sección de belleza de los semanarios de
política es posible encontrar reportajes dedicados a las nuevas cremas
del mercado. A través de ellos el gran público sabe que la crema por la
que sienten debilidad las famosas cuesta 210€,
o cuál es la antiarrugas más conocida del mundo por su eficacia y su
asequible precio de 12€.
Todos los sectores sociales se han rendido al llamado mercado de la
eterna juventud, a la lucha contra la arruga, e invierten lo que pueden
en ello. De hecho, hay estudios que afirman que entre los ciudadanos de
EE.UU. y Europa se gastan al año 20.000 millones de dólares en la compra
de cosméticos, cantidad con la que se podría alfabetizar tres veces la
población del planeta.
Uno se pregunta por qué esa obsesión por combatir la arruga. Elena
Gismero, Doctora en Psicología de la Universidad Pontificia Comillas de
Madrid, asegura que "hay una presión social importantísima hacia dos
cosas: la delgadez y la juventud. Parece que tener arrugas o signos de
envejecimiento es un problema". La necesidad de una piel sin arrugas,
firme, sin manchas, con poros cerrados y sin granos ha ido más allá que
las simples cremas, las limpiezas de cutis y los tratamientos que
practica la esteticista. Según un informe de la Sociedad Internacional
de Cirugía Plástica y Estética (ISAPS), el bótox es el tratamiento más
demandado del mundo. No entra en la categoría de cirugía porque no es
una operación, sino que mediante un pinchazo se inyecta bajo la piel del
cliente una ínfima dosis de la toxina botulínica tipo A. Este líquido
paralizante es un veneno que actúa localmente, bloqueando los impulsos
nerviosos que controlan los movimientos musculares. Así, la frente no se
arrugará aunque reciba la orden de fruncir el ceño, dando la apariencia
de piel sin arrugas. El producto se comercializa en nuestro país bajo el
nombre de Vistabel y su efecto desaparece a los seis meses, expulsándose
por la orina. A muchos quizás les produzca perplejidad que haya personas
que se gasten cada seis meses unos 400€ para evitar las arrugas,
inyectándose una toxina purificada que en estado natural es uno de los
venenos más potentes y mortíferos que existen en la naturaleza. Pero
estudios sociales aseguran que cada vez se asume mejor el que uno mejore
su cuerpo sea como sea, y de hecho las cifras económicas les dan la
razón. "La actitud social está cambiando de forma muy rápida hacia
tolerar, admitir y tomar como normal lo que antes ni siquiera era
aceptable -afirma Gismero-. Hace quince años se consideraba que la
cirugía estética era algo sólo para las actrices, sin embargo hoy
cualquiera piensa en la posibilidad de pasar por un quirófano pidiendo
un préstamo. Es algo admitido socialmente y casi valorado. Mientras que
antes se veía como una banalidad, ahora entra incluso en los planes de
los más jóvenes, apoyados por sus padres".
Cirugía
estética, millones de euros
Una cosa
es probar una crema, otra es dar un paso más allá y operarse. Los
psicólogos se ponen de acuerdo al afirmar que la cirugía estética es
positiva cuando su utilización puntual y menor soluciona un problema de
autoestima de la persona. Podría ser el caso de una quemadura, una
cicatriz producida por un accidente, unas orejas de soplillo... Sin
embargo la más común de las operaciones estéticas en el mercado español
es la liposucción, un remodelado de la silueta mediante la
lipoaspiración de la grasa corporal no deseada. Le sigue en la lista el
implante de prótesis mamarias, y luego la remodelación de la nariz, la
eliminación de ojeras y el retoque de párpados; la reducción de mamas,
la corrección de las orejas de soplillo y los miniliftins. Este gusto
por la cirugía estética se importó desde Norteamérica, y ha logrado
convertir la belleza en objeto de consumo cotidiano.
Entre los ciudadanos de Estados Unidos y Europa se gastan al año 20.000
millones de dólares en la compra de cosméticos, cantidad con la que se
podría alfabetizar tres veces el planeta. |
Según la Asociación Española de Cirugía Estética, en 2001 los españoles
gastamos en estas intervenciones 900 millones de euros. En 2004 unos
350.000 españoles se hicieron la cirugía estética, gastándose más de mil
millones de euros anuales, y convirtiendo a España en el país de la
Unión Europea donde se realizan más operaciones de este tipo. Estas
crecen aquí a un ritmo anual de un 15%, materializándose gracias a la
labor de los 800 cirujanos plásticos que trabajan en nuestro país.
Según un estudio de la profesora Mª Rosa Raich, de la Universidad
Autónoma de Barcelona, entre la gente que se gasta ese dinero hay un 32%
de personas que padecen dismorfofobia, la no aceptación de uno mismo.
Esos pacientes piden ser operados de defectos inexistentes. El gran
negocio que supone la cirugía estética hace que muchos profesionales les
operen sin un estudio psicológico previo, debido al dinero fácil que
producen. Para la doctora Gismero, el origen de este mercado de la
belleza es la insatisfacción personal: "Sentirse bien con uno mismo es
fundamental, para lo que puede ayudar la estética cuando hay un problema
real. Pero la búsqueda y la persecución obsesiva de un cuerpo perfecto o
joven avoca a estar infeliz e insatisfecho. Entonces partiendo de esos
niveles de insatisfacción es natural que se cree todo ese mercado, y
esas imágenes que nos venden a su vez crean más insatisfacción, con lo
cual se convierte en la pescadilla que se muerde la cola. Mientras se
mantenga el nivel de insatisfacción hay mercado asegurado. Y según un
estudio que realicé hace un par de años, el 90% de las mujeres españolas
presenta un alto grado de insatisfacción con su cuerpo". La paradoja es
que muchas personas desean parecerse a iconos sociales que a su vez
también han operado alguna parte de su cuerpo, con lo cual se sigue un
modelo creado de belleza irreal. Los medios de comunicación entran en
ese juego publicando fotos de esas personas retocadas, falseadas o
mejoradas, que alimentan los deseos de imitación de muchos.
Belleza, sello personal
El auge de la
lucha por la belleza es muchas veces generado desde el exterior,
mediante la publicidad y las promesas de conseguir un cuerpo eternamente
joven. Pero por otro lado, muchas personas han depositado en su cuerpo
sus limitaciones y se autoconvencen de que operándose dejarán de ser lo
que son. Según Gismero, "el cuerpo es un reflejo de problemas y también
un intento de solución de otros vacíos. Así, me es más fácil la idea de
pasar por un quirófano y verme diferente, a trabajarme por dentro y
verme diferente. Es más fácil ponerlo en algo físico, algo que la
sociedad me vende como manejable. De este modo atribuimos a una parte
del cuerpo ciertas dificultades que están en otro ámbito. Si te operas
la nariz vas a seguir con la inseguridad por dentro, porque no has
solucionado el problema donde realmente está".
En 2004 unos 350.000 españoles se hicieron la cirugía
estética, gastándose más de mil millones de euros anuales, y
convirtiendo a España en el país de la UE donde se realizan más
operaciones de este tipo. |
Desde el exterior nunca recibiremos el mensaje de que somos bellos tal y
como estamos, porque nuestra insatisfacción corporal genera cantidades
ingentes de dinero para los fabricantes de cosméticos, los gimnasios,
las esteticistas, los centros estéticos, los cirujanos... Los psicólogos
están de acuerdo en que sólo la aceptación de uno mismo, la reflexión
profunda y la capacidad crítica nos llevarán por caminos personales que
cuestionen las normas que el exterior nos marca. Para ayudarnos en la
tarea, Elena Gismero nos da una definición de belleza sobre la que
merece la pena reflexionar: "La belleza no es como una foto fija, sino
que está formada de muchas cosas. El bienestar con uno no se refleja
solamente en el físico sino también en la forma de hablar, en la
seguridad, los movimientos corporales, los gestos, la expresividad...
Eso forma parte del encanto y el atractivo de una persona. No es malo
cuidar la estética, pero no es lo único de lo que nos deberíamos ocupar.
Hay dimensiones más profundas en nosotros para cuidar". Mientras,
millones de euros engrosan las cuentas de médicos y multinacionales. ∆ |