Piensas que detrás de cada uno de
tus movimientos, de tus actos, de tus derechos, está la historia de una
mujer que tuvo que romper con lo establecido, que tuvo que desafiar las
normas morales y sociales del momento. Mujeres que sacrificaron su
propia vida para que tú ahora puedas disfrutar de ella. |
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JUNIO 2006
UNIDAS
POR ELENA G. GOMEZ
E mpieza un nuevo día,
te preparas para ir al trabajo. Te pones unos pantalones, una cómoda
camiseta y unos zapatos deportivos. Mientras te vistes piensas en que
realmente hace muy poco tiempo las mujeres tenían que ponerse aquellos
horribles corsés que apenas las dejaban respirar. Y te preguntas quién sería
la primera mujer que se negó a utilizar tales prendas de tortura.
Bajas al garaje, entras en tu coche y partes hacia el trabajo. Eres
independiente, libre, dueña de tu vida, de tus actos, repasas mentalmente la
cantidad de cosas que tú, como otras muchas mujeres, puedes hacer cada día y
piensas que detrás de cada uno de tus movimientos, de tus actos, de tus
derechos, está la historia de una mujer que tuvo que romper con lo
establecido, que tuvo que desafiar las normas morales y sociales del
momento. Mujeres que sacrificaron su propia vida para que tú ahora puedas
disfrutar de ella.
Piensas que no es justo que estén en el olvido, y menos justo aún que las
mujeres no las tengan en cuenta, no se acuerden y siquiera piensen que todos
los derechos que ahora poseen son el resultado de su lucha.
Piensas en ellas y evocan en tu mente palabras como rebeldía, valor,
dignidad, palabras que ahora ya nadie utiliza y que son, sin embargo, las
únicas capaces de impulsar los actos de una persona hacia límites
desconocidos.
Y te preguntas cuál es el legado que tienen que dejar las mujeres de este
tiempo para las mujeres del futuro, ahora que ya no hay que luchar por ser
la primera mujer en llevar pantalones, o la primera mujer minero, marinero,
o cualquiera de las profesiones reservadas para los hombres, excepto, claro
está, la primera mujer sacerdote, porque en cuestiones de "dios" todavía
mandan los hombres y la mujer sigue siendo considerada inferior demostrando
con ello su ignorancia, pero en el fondo tienes claro que ésa es una lucha
menor, una lucha sin importancia y que se derrumbará, como otras cosas de la
Iglesia, por su propio peso.
Algo dentro de ti te dice que aunque no todo está conseguido, aunque aún
quedan aspectos por los que trabajar día a día, la lucha actual de la mujer
no está fuera, no está en su relación con el exterior, con la sociedad ni
tampoco con el hombre. El trabajo de la mujer ahora está dentro, está en su
interior, en construir otra nueva mujer llena de valores, capaz de reconocer
sus cualidades y de ayudar a que otras las reconozcan.
La lucha de la mujer está dentro y con las demás mujeres. Está en destruir a
ese tipo de mujer creada por el hombre y por una sociedad machista, una
mujer dependiente, servicial, callada y abnegada. Una mujer que utiliza sus
"encantos" para sacar provecho según sus propios intereses y a la que le
encanta el papel de mujer florero. Una mujer que ve en las demás mujeres a
sus adversarias, y no a sus compañeras.
Sabes que la nueva mujer tiene una tarea que supone enfrentarse a todo lo
moralmente establecido como bueno, que le implica plantearse todas las cosas
de su vida y pasarlas por la mente, porque la mujer del futuro no es
pasional sino mental.
Dejas que tu mente viaje a nuevos espacios, y sueñas esa nueva mujer, una
mujer que reconozca la fuerza que hay dentro de sí y que no se sienta
temerosa ni limitada ante nada ni ante nadie.
Una mujer que no tenga que defender "su espacio", porque sabe que todo
cuanto le rodea es temporal, ilusorio, relativo.
Una mujer cuyo objetivo sea conocer más todo cuanto le rodea, dentro y fuera
de ella, dentro y fuera de los demás.
Una mujer que sabe escuchar, escuchar dentro, escuchar en profundidad,
escuchar más allá de lo que oye, escuchar con el corazón y la mente unidos
traduciendo lo que las palabras aún no saben decir.
Y sabes que para crear esa mujer es necesario que cada una de las mujeres,
no importa cuál sea su profesión, ni su edad, ni su cultura, ni su
procedencia, ni su religión, se unan para soñar, soñar entre todas a la
mujer del futuro.
Piensas en todas las ocasiones que tienes cada día para hacer nacer dentro
de ti una nueva mujer, una mujer digna, una mujer que diga lo que piense,
una mujer que sea valiente y capaz de reconocer todo aquello que tiene que
cambiar.
Piensas en que a tu lado hay otras mujeres, mujeres que comparten tus
secretos, tus miedos, tus limitaciones y que tú, mejor que nadie, puedes
ayudar a superar.
Sabes que a diferencia de otros momentos donde la lucha de una abría la
puerta para la libertad de muchas, ahora es la lucha de todas, la lucha
unida de la mujer por la mujer, de la mujer para descubrir a la mujer, de la
mujer para aportar una nueva perspectiva de la vida y de la creación a una
sociedad que ya la reclama y la necesita.
Sabes que construir esa nueva mujer para el futuro es la tarea más
importante que existe para todas aquellas que son conscientes, como tú, de
que hay que crear una nueva mujer y que sólo puede hacerse con el esfuerzo y
la lucha de todas juntas. ∆ |