-¿Es la
energía nuclear una alternativa para sustituir el petróleo, mientras no
se desarrollan las renovables?
-La energía nuclear no puede sustituir al petróleo porque la energía
nuclear produce electricidad y sólo una pequeña fracción del petróleo se
dedica a la producción de electricidad. La mayor parte del petróleo y
sus derivados se consumen en el transporte, que en el 95% se alimenta de
petróleo, a la industria y a la agricultura mecanizada. Han de
producirse profundos cambios tecnológicos para que la energía nuclear
pueda sustituir al petróleo: el transporte debería electrificarse mucho
más y el hidrógeno habría de experimentar un gran desarrollo como vector
energético. Pero el hidrógeno no sólo se puede producir a partir de las
nucleares, sino también a partir de las renovables.
-Si ahora
mismo se acabase el petróleo, ¿podrían las energías renovables darnos la
electricidad que necesitamos? ¿Cuántos años más de desarrollo
necesitarían?
-Si tuviéramos que prescindir del petróleo en este instante, ninguna
fuente de energía podría suplirlo. Ni las renovables, ni tampoco las
nucleares que sólo producen un 6% de toda la energía consumida en el
mundo, frente al 20% de renovables, contando la biomasa y la gran
hidráulica. El mundo es todavía demasiado dependiente del petróleo, y
sus usos son demasiado específicos para que cualquier fuente de energía
pueda sustituirlo fácilmente. A medio plazo sí se podría sustituir el
petróleo por renovables, entendiendo que es imprescindible una
disminución de su consumo. La biomasa y los biocombustibles pueden
entrar ya a corto plazo a sustituir el petróleo, pero no al actual ritmo
de consumo. Las renovables que producen electricidad se podrían usar
para obtener hidrógeno que, con algún desarrollo tecnológico, podría
sustituir también al petróleo en la automoción.
-¿En qué
estado se encuentran las nucleares españolas en la actualidad?
-En España existen, tras el cierre de Zorita (Guadalajara),
reactores en funcionamiento cuyo estado de seguridad varía de unos a
otros. Garoña (Burgos), que es la más antigua, tiene el problema de que
algunos elementos estructurales de su circuito primario están aquejados
de corrosión. Cofrentes ha tenido problemas en su sistema de inserción
de las barras de control. Ascó tiene una de sus dos plantas paradas por
una fuga del circuito primario cuando se escriben estas líneas.
Vandellós II ha sufrido una rotura del circuito terciario de
refrigeración. Almaraz I y II arrastran un problema endémico con su
refrigeración y sus generadores de vapor empiezan a presentar otra vez
problemas, tras diez años de haber sido cambiados. Finalmente, Trillo es
la central que tiene más incidentes clasificables en la escala INES y a
mediados de los 90 se le descubrieron unas 200 anomalías, muchas de
ellas de diseño.
Las nucleares son sistemas muy complejos tecnológicamente, que siempre
reservan sorpresas desagradables. Dado el riesgo que entraña su
funcionamiento, hay que estar pendiente de todas las averías, por
pequeñas que sean, para evitar correr riesgos innecesarios.
-¿Contaminan más las energías derivadas del petróleo o una central
nuclear?
-Son dos tipos de contaminación muy distinta y no creo que se pueda
optar fácilmente entre una y otra. Los derivados del petróleo emiten
gases procedentes de la combustión, que provocan luego cambio climático
y lluvias ácidas. Además, en el transporte de petróleo se producen a
veces mareas negras, como pudimos experimentar con el hundimiento del
Prestige. Las nucleares tienen impactos ambientales diferentes. En
primer lugar, generan residuos radiactivos de diferentes peligrosidades,
entre los que destacan los residuos de alta actividad, que son
peligrosos durante cientos de miles de años y para los que no existe
solución satisfactoria. Su gestión supone un problema político social de
primer orden. En segundo lugar, las nucleares emiten pequeñas cantidades
de radiactividad, en forma de radioyodos, tritio y otras partículas,
durante su funcionamiento normal. El efecto que estas emisiones tengan
sobre la población y el medio es todavía desconocido. Un elemento muy
importante es el riesgo nuclear. Aunque se haya avanzado mucho en
seguridad, no se puede garantizar al 100% que no vaya a ocurrir un
accidente, especialmente si se tiene en cuenta el factor humano, que
puede dar lugar a accidentes por error o precipitación, o la disminución
de inversiones en seguridad y mantenimiento (de más del 50%) que se ha
producido en las nucleares españolas desde 1999.
-Hablando
de peligrosidad, siempre hay polémica con la ubicación de los basureros
nucleares para el uranio, que ya no sirve para generar electricidad pero
sigue siendo altamente radiactivo...
-Efectivamente. Por ejemplo en nuestro país ENRESA, la encargada de
la gestión de los residuos radiactivos, busca un emplazamiento para el
Almacén Transitorio Centralizado (ATC), donde se depositarán los
residuos de alta de todas las centrales españolas hasta 2070. En estos
momentos no existe un consenso social sobre ninguna forma de gestión,
por lo que la ubicación del ATC irá acompañada, sin duda, de conflictos
sociales y políticos. La mejor forma de conseguir un consenso es reducir
el problema a su mínima expresión y dejar de producir residuos lo antes
posible. Es decir, proceder al cierre escalonado de las centrales
nucleares.
-¿Es el
ahorro energético la gran fuente de energía no contemplada?
-Sin duda. Es la fuente de energía más barata, más segura y que
menos impacto tiene. En España se ha hecho tan poco en materia de ahorro
y eficiencia que tenemos un gran potencial, tanto a nivel doméstico como
industrial y de servicios. Sin ir más lejos, se podría ahorrar el 35% de
la electricidad consumida en el horizonte de 2015 sin cambiar de hábitos
de vida y con las tecnologías existentes en la actualidad. ∆