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JULIO 2006

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Silencio ¿a cambio de que?

Silencio ¿a cambio de qué?

Hay que preguntarse por qué la UE pasa por alto estos "deslices" humanitarios de los americanos, a cambio de qué compensaciones o para pagar qué otros silencios.

El año pasado, el gobierno de Estados Unidos reconoció -cierto es que no le quedaba más remedio, dadas las evidencias- que realizaba lo que ha dado en llamarse "entregas extraordinarias". Este eufemismo se utiliza para referirse, según explica Amnistía Internacional, a la práctica de trasladar a personas por la fuerza y sin el debido proceso de un país a otro en el que corren el riesgo de ser interrogadas mediante tortura o malos tratos. Hay que aclarar, que se trata de un acto ilegal, si nos atenemos a los tratados internacionales suscritos por todos los países europeos. Amnistía Internacional estima que la CIA podría estar relacionada con cerca de mil vuelos secretos a través del espacio aéreo europeo, en los cuales se podría estar trasladando a presos en las condiciones que antes señalábamos.
Así pues nos encontramos con que ya no son cuatro maleantes los que se dedican al tráfico de seres humanos. También participan en la ida y venida ilegal de personas países mal llamados "civilizados", que han firmado documentos como la Declaración Universal de los Derechos Humanos o la Convención de Ginebra, países perfectamente integrados como miembros de provecho en la comunidad internacional. Países como Estados Unidos, entre otros, que aunque con su prestigio un tanto ajado, siguen figurando incomprensiblemente a la cabeza de los poderosos y de los llamados a llevar la paz y la democracia a todo el planeta.
No hay que sorprenderse de cualquier noticia que nos venga de Estados Unidos. A estas alturas de la película, llevarse las manos a la cabeza ante cualquier atrocidad que venga de aquel país, resulta una mojigatería y un acto de hipocresía. Ya sabemos, y ya hemos tenido las muestras que necesitábamos, que de Estados Unidos se puede esperar cualquier cosa y mucho más. Han demostrado que no son rácanos en ningún sentido, y cuando se trata de hacer barbaridades con los derechos humanos, lo hacen a manos llenas, en plan producción cinematográfica. La invasión ilegal de Irak, con todas las noticias que día sí día también nos llegan de allí, es más que suficiente para hacerse una ligera idea. Allí se cometen barbaridades cotidianas, que no por cotidianas dejan de ser barbaridades. Recordemos también el escándalo de la cárcel de Abu Graib, o la situación incalificable de Guantánamo, una auténtica aberración del derecho internacional que, pese a todo, ahí sigue. Y eso por nombrar un par de temas, los más sobresalientes. Queda por saber todo lo que se mueve diariamente, en silencio, en situaciones que nunca llegarán a saberse porque no había nadie que lo pudiera contar. Hace pocas semanas trascendió un informe del Pentágono, conocido como informe Formica, en el que se reconoce que las tropas americanas utilizaron técnicas prohibidas de interrogatorio, como alimentar a los presos con pan y agua durante más de quince días, meterlos en celdas estudiadas para que ni puedan tumbarse ni puedan permanecer de pie, impedir que duerman poniéndoles música muy alta o regarlos de agua fría y luego someterlos a bajas temperaturas. En fin, éstas son sólo algunas lindezas que en el informe se recogen calificándolas como inadecuadas, pero no ilegales. Además se recomienda que ningún militar sea castigado por ello. En fin, para qué añadir más.
El caso es que, amparado en su particular "guerra contra el terror", el gobierno de Estados Unidos se considera con la autoridad suficiente para hacer cualquier cosa. La opinión pública americana está fuera de combate, no trasciende, no existe más que si acaso un tenue hilillo de voz que resulta ridículo teniendo en cuenta que hablamos de un país con casi 280 millones de habitantes. La comunidad internacional, como está demostrando, mira hacia otro lado porque Estados Unidos es un peso pesado reconocido, pese a que económicamente ya no es lo que era. La UE en particular, adalid de los valores de la vieja Europa, está demostrando que traga con todo lo que le pongan delante, y que detrás de su fachada de defensora a ultranza de los derechos humanos se esconde una unión frágil, sin contundencia y temerosa de levantar la voz. En el caso de los vuelos secretos de la CIA que pasaron por territorio europeo, los ciudadanos deberíamos preguntarnos y preguntar a nuestros gobiernos por qué consintieron, por qué callaron hasta el último momento, por qué la UE pasa por alto estos "deslices" humanitarios de los americanos y se pliega de forma tan ignominiosa a sus condiciones, a cambio de qué compensaciones o para pagar qué otros silencios.
Las organizaciones internacionales tipo Naciones Unidas, ya han demostrado ser un cero a la izquierda, un títere en manos americanas y plegadas a sus intereses. ¿Qué queda?
Pues quedamos todos los demás. Es responsabilidad de los ciudadanos pedir cuentas. Nadie más va a hacerlo. Es nuestro turno.
/CF

   

   
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Última revisión: abril 07, 2011. 
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