Lleva veinte años trabajando como
corresponsal en Oriente Próximo, empapándose de su cultura, sus gentes y
sobre todo de la realidad política de la zona.
Parte de sus experiencias han dado forma al libro El Reino del Desierto,
un viaje por la realidad de las mujeres saudíes y un análisis certero
sobre el origen del terrorismo.
Ángeles Espinosa nos ofrece una segunda mirada sobre el mundo árabe, que
evita los prejuicios.
"Tenemos que
ver más allá del velo para constatar que la mujer árabe se ha
convertido tanto en un símbolo de opresión, como en un símbolo de
cambio porque es el elemento más activo de sus sociedades"
"Las
agencias internacionales de noticias mantienen oficinas en Iraq bajo
protección armada. Pero sus periodistas no salen en absoluto, la
información la reciben de periodistas locales, que son los únicos
que se desplazan"
"En Arabia
Saudí, donde hay verdadera segregación sexual, increíblemente no hay
conformismo ni parálisis en las mujeres. Hay una nueva generación de
jóvenes que se ha implicado en el mundo de los negocios,
periodismo..."
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Texto: Marta Iglesias
Foto: Justo Rodríguez
La
presencia de Ángeles Espinosa en nuestro país es mínima. Tanto, que un día la
llamas en España y al siguiente te contesta una operadora árabe. Esta es una
entrevista fruto de la insistencia y motivada por el interés que despiertan sus
trabajos en El País.
Iraq y terrorismo islámico
Angeles Espinosa lleva tantos años en Oriente Medio que lo difícil es delimitar
los temas a hablar con ella, puesto que es una zona de completa actualidad. Esta
vez nos hemos centrado en el origen del terrorismo, que aborda en su último
libro y en la realidad iraquí, ya que la periodista estuvo presente en la
Segunda Guerra del Golfo desde el primer día.
-¿La realidad de Iraq es más cruel que los atentados que nos muestran?
-Los atentados que se ven en la tele reflejan una parte de crueldad, la más
espectacular o visible, pero quizá lo más duro para un iraquí es el día a día.
El vivir sin electricidad, sin agua corriente, con grandes colas para conseguir
gasolina... Tres años después de que se produjera la invasión no se ha logrado
incrementar la producción global de electricidad, se ha reducido el número de
personas con acceso al agua potable y al saneamiento, y es menor la producción
de gasolina y gasóleo para calefacción. Eso conlleva grandes dificultades para
la vida cotidiana que afectan a toda la población constantemente. Hay que añadir
que las fuerzas de seguridad no controlan el país, han proliferado muchísimas
bandas criminales y los ciudadanos se ven sometidos a robos, violaciones,
extorsiones... Imagínate lo que es vivir en ese clima de miedo.
-¿Qué percepción tiene el iraquí de a pie de las tropas de
ocupación?
-La percepción del iraquí depende ahora mismo de cuál es la comunidad a la
que pertenece. Porque al producirse el desmantelamiento del régimen de Sadam
Husein y la estructura del Estado, la mayoría se ha vuelto hacia sus comunidades
étnicas -en el caso de los kurdos- o religiosas -en el caso de árabes chiíes y
árabes suníes-, para sentirse protegidos. Entonces si se pregunta sobre la
ocupación a un kurdo pues probablemente no va a estar demasiado descontento,
porque en su zona apenas hay tropas norteamericanas, puesto que las milicias
kurdas apoyaron desde el principio la invasión estadounidense. Si le pregunto a
un chií probablemente comience a tener ya una mezcla de sentimientos, primero
hay agradecimiento a EEUU porque produjo la expulsión de Sadam, pero ahora
empieza a haber un hartazgo sobre la duración de la presencia de las tropas
norteamericanas. Y en cuanto a los suníes son la comunidad que se opone más a
esa ocupación y la que sobre todo nutre la insurgencia.
-Muchos corresponsales han abandonado el país. ¿Cuándo
consideras que se ha terminado una noticia?
-Desde luego en el caso de Iraq no se ha terminado la noticia y es verdad
que la mayoría hemos dejado el país. En 2005 mis viajes a Iraq se limitaron a
los momentos de elecciones, y esto es parecido para todos los medios. Las
grandes agencias internacionales siguen teniendo allí oficinas que están bajo
protección armada y de las que los periodistas extranjeros no salen en absoluto,
más que para ir en un vehículo blindado al aeropuerto. La información la reciben
de periodistas locales, que son los únicos que se desplazan.
-Pasando al terrorismo islámico, desde tu perspectiva, ¿cuál
es su origen?
-El elemento que ha servido de catalizador para que la ideología salafista
se haya transformado en el núcleo de la ideología terrorista que acompaña a Al
Qaeda es sin duda la guerra de Afganistán. Y me refiero a la ocupación soviética
de Afganistán y la respuesta que dio EE.UU. En plena guerra fría, EE.UU. no
puede aceptar que la Unión Soviética gane terreno en Asia Central y recurre para
ello a sus aliados en la zona que son Pakistán y Arabia Saudí. En ese momento se
anima a la yihad en el mundo musulmán para conseguir reclutas que vayan a luchar
contra el invasor infiel soviético: los muyahidín. Cuando en 1989 la Unión
Soviética se retira de allí, este ejército de voluntarios islámicos se queda sin
oficio ni beneficio. Ellos están convencidos de que es su lucha en Afganistán la
que ha acabado con una de las dos potencias. Entonces va creciendo el
sentimiento de que también pueden echar abajo a la otra gran potencia del mundo,
porque además se dan cuenta de que EE.UU. está apoyando a los gobiernos no
democráticos que dirigen sus países.
-A nivel informativo se crea la percepción de que la mayoría
de los árabes apoyan el terrorismo y de que en esos países la violencia está a
la orden del día. ¿Es real?
-No, es una idea muy equivocada y muy injusta, que además alimenta esa
percepción que manipulan los terroristas de que Occidente mantiene una cruzada
contra el Islam. La mayoría de los musulmanes me consta que están horrorizados
por ese tipo de acciones. Ahora bien, lo que sí comparten muchas veces con
quienes cometen esas acciones terroristas es el sentimiento de agravio, los
motivos que los otros aducen para hacer esos atentados. Pueden ser nuestros
dobles raseros occidentales, nuestro comportamiento que ellos ven como injusto
en lugares como Palestina o Cachemira, o el sentirse marginados, utilizados y
discriminados por Occidente, algo que explotan los terroristas.
Revolución femenina
En su nuevo libro "El Reino del Desierto" descubrimos que paso a paso, las
mujeres árabes se rebelan ante un sistema que las ignora. Dejando de lado
nuestra mentalidad occidental y las comparaciones, se desvela un despertar
femenino.
-Hablemos ahora de las mujeres árabes. Parece haber un abismo entre ellas y
las occidentales, ¿es real o es una percepción creada por los medios de
comunicación?
-Sí que hay diferencias en cuanto a lo que cada una de nosotras queremos, lo
que entendemos por libertad personal, lo que entendemos por igualdad. Ahora
bien, no creo que sean diferencias insalvables. Las mujeres árabes insisten
mucho en enmarcar los derechos de la mujer dentro de los derechos humanos. Y
entre ellas hay distintas tendencias, más feministas y más conservadoras. Pero
lo mismo sucede en los movimientos feministas occidentales. Sin duda uno de los
elementos que para nosotros resulta más visible es el tema del velo, que
nosotros vemos como un signo de sumisión. Sin embargo en el entorno árabe e
islámico, el velo tiene muchísimas lecturas diferentes, desde la meramente
religiosa, hasta la de convención social o signo de identidad nacional.
-¿Nuestra mentalidad occidental nos impide ver más allá de lo
más evidente?
-Efectivamente tenemos que ver más allá del velo para constatar que la mujer
árabe se ha convertido tanto en un símbolo de opresión por las diferencias
legales que tiene con respecto al hombre, como en un símbolo del cambio porque
es el elemento más activo de sus sociedades. Ellas abogan por las
transformaciones, y son defensoras de la participación de la mujer en la gestión
de sus países como un ciudadano en igualdad de condiciones con los hombres. Las
mujeres son el elemento más activo en la mayoría de estos países.
(*) "Conscientes de que su posición en la sociedad es sólo un factor dentro
de un proceso de cambio general, las saudíes más comprometidas no anteponen sus
reivindicaciones a las transformaciones esenciales que requiere su país. Al
preguntarles por los tres cambios que harían si tuvieran un varita mágica,
ninguna pide que se suprima la ‘abaya’, ni siquiera que las dejen conducir.
Según ellas, la educación es la prioridad; luego descubrir la implicación de
quince saudíes en los atentados del 11-S y conocer las tramas extremistas que
operan dentro del país".
-Visto que estas mujeres supeditan su cambio al del país,
¿qué sorpresas se ha encontrado bajo un velo?
-Mujeres profesionales realmente comprometidas con la situación de sus
países, aunque estamos hablando de un ámbito muy amplio, y las circunstancias de
vida no son las mismas en Marruecos, Yemen o Arabia Saudí. Pero en Arabia Saudí,
donde hay verdadera segregación sexual, increíblemente no hay conformismo, no
hay parálisis. Existe una mujer tradicional en ciertos sectores y ciertas capas
de edad que no cuestiona su falta de vida exterior, ni su posición como madre de
familia y dueña de la casa. Pero hay una nueva generación de jóvenes que no sólo
trabaja en la enseñanza y la sanidad, que son los campos tradicionales que se
les ha permitido, sino que se han implicado en el mundo de los negocios, son
activas periodistas...
(*)"Hay algo mucho más importante que el velo: en los albores del siglo XXI,
los saudíes empiezan a mostrarse orgullosos de la actividad profesional de sus
mujeres y subrayan su presencia en aquellos campos en los que son más visibles".
-Las mujeres árabes empiezan a despuntar en sus sociedades y
su labor a ser reconocida por sus compañeros varones. ¿En qué campos sociales se
involucran las precursoras?
-En mi libro cuento casos anecdóticos que van desde una piloto de aviones
hasta una submarinista, que no dejan de ser modelos para otras mujeres que
vengan después. Y un ámbito de los más importantes es la judicatura. Arabia
Saudí no permite que haya abogadas y sin embargo hay mujeres que se han
preparado en Jordania o Estados Unidos como licenciadas en Derecho. No están
reconocidas para ejercer pero están empezando a trabajar como asesoras legales
de otras mujeres, preparando sus casos para que tengan mayores posibilidades
cuando acuden a los tribunales, aunque los que presenten su caso sean hombres.
Esto que nos puede parecer muy alejado del ideal, allí está produciendo una
pequeña revolución.
(*)"Es aún pronto para saberlo, pero, a pesar del conservadurismo imperante
en su sociedad, las saudíes hace mucho tiempo que no viven en un oasis aislado
en medio del desierto. Sus avances pueden parecernos lentos, pero, como defiende
la empresaria Nadia Bajuryi, "un pequeño paso es mejor que ninguno". ∆
Angeles Espinosa ha publicado Días de Guerra. Diario de Bagdad,
junto a A. Masegosa y A. Baquero (Ed Siglo XXI) y El Reino del
Desierto (Ed. Aguilar) (*) Días de Guerra. Diario de Bagdag. |
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