¿Quién soy yo? Te preguntas, y te quedas sin
respuesta, porque todo lo que conoces de ti es lo que hay fuera, lo que
fuiste creando cogiendo de un lado y de otro. Pero todas esas piezas juntas
son sólo una parte de ti, una parte circunstancial, una parte relativa e
incluso irreal. |
|
JULIO 2006
Atrapada
POR ELENA G. GOMEZ
E stás cansada,
profundamente cansada de tanta superficialidad, de tanto vivir corriendo
de un lado para otro tratando siempre de que todo el mundo esté bien,
que todos tengan todo cuanto necesitan, y aunque sabes que eso es
correcto, y que, por mucho que lo intentes no sabrías vivir de otra
forma, hay un vacío dentro de ti, un agujero que se abre y te invita al
silencio, a la reflexión, a la profundidad.
Mirar dentro de él supone, en primer lugar, apagar los motores,
silenciar todos los ruidos de ese mundo en el que te sientes atrapada,
un mundo de responsabilidades, de problemas, de preocupaciones, un mundo
infinitamente posesivo que trata de hacerte su prisionera, un mundo en
el que está presente el miedo, el miedo a fracasar, el miedo a no
cumplir con lo que se espera de ti, el miedo a los errores y a sus
consecuencias, el miedo a las leyes humanas creadas y que cada día te
hacen más prisionera, prisionera de necesidades que en realidad no
tienes.
Por todo ello necesitas silencio, un silencio profundo que nazca desde
dentro, un silencio que te permita mirar hacia todas las cosas que
forman parte de tu vida y darles la dimensión y la importancia que
realmente posean.
Y junto al silencio, y como si se tratara de su hermana gemela, aparece
ante ti la serenidad, la necesidad de hacer todas las cosas sin prisas,
sin precipitaciones. Respiras profundamente y sientes como, en realidad,
sólo se trata de cambiar el enfoque, el punto de partida, sólo se trata
de mirar a las personas y a las situaciones de dentro hacia fuera y no
como lo hacías hasta ahora, de fuera para dentro.
Comprendes que al vivir de fuera para dentro te conviertes en una veleta
que se mueve según todo lo que hay en el exterior, quedándote a merced
de los movimientos de la vida, o de lo que hagan, opinen o impongan
otros, siempre otros, siempre fuera.
Miras al agujero oscuro que hay delante de ti, un agujero en el que
sabes que estás tú, un agujero en el que no ves nada, sólo vacío, sólo
soledad, una soledad que te atrae porque sientes que está llena de ti.
¿Quién soy yo? Te preguntas, y te quedas sin respuesta, porque todo lo
que conoces de ti es lo que hay fuera, lo que fuiste creando cogiendo de
un lado y de otro, cogiendo de tu familia, de tus profesores, de tus
amigos, de tus circunstancias. Pero todas esas piezas juntas son sólo
una parte de ti, una parte circunstancial, una parte relativa e incluso
irreal.
Lo que eres tú está dentro de ti, oculto como el tesoro de un rey.
Oculto, en primer lugar, de ti, tal vez porque para llegar a él hay que
ser como los personajes de las películas, hay que ser un aventurero, un
valiente, un soñador.
Sí, ahora lo has comprendido, ese vacío es un espacio nuevo para la
aventura, un espacio en el que hay que entrar sin esquemas, sin
prejuicios, sin ideas preconcebidas. Entrar como un niño que quiere
conocerlo todo, y sentirse como un joven, dispuesto siempre a la
aventura, siendo humilde, como el sabio y decir en cada momento: "sólo
sé que no sé nada".
Todo cuanto te rodea te habla de movimiento, porque la vida es constante
movimiento, movimiento dentro y fuera, movimiento que atrae y que
repele, movimiento que trae renovación, sólo se trata de aprender a ver
en qué fase del movimiento se está, y, como decían los indios, aprender
a abrir y cerrar círculos, porque un círculo te lleva a otro, y otro a
otro, siempre que estés en movimiento, en transformación.
Y la vida, esa invisible aliada de la evolución, nos va poniendo delante
situaciones para que nos enfrentemos a ellas, para que aprendamos,
algunas veces desde la dificultad y otras desde la sencillez, a mirar
todo desde la profundidad.
Sabes que nada sucede por casualidad, que todo debe ir colocándose en
una nueva escala de valores, valores que te servirán sólo
momentáneamente para dar el siguiente paso, valores que luego tendrás
que aprender a destruir porque nada puede permanecer inamovible en el
movimiento de la vida, nada puede permanecer estático, fijo, permanente.
Los científicos que estudian la evolución humana dicen que desde que
nacemos empezamos a morir, también deberían decir que cada pequeña
muerte nos hace nacer a otra forma de vida, una vida que está en
constante transformación.
Tal vez deberíamos darnos cuenta de que vamos en contra de las leyes
naturales cuando pretendemos crear nuestra vida de forma fija, cuando
uno piensa que es de una forma u otra y no puede cambiar, cuando está
convencido de que lo bueno es lo que sirve para toda la vida, en un
mundo donde sólo permanece fijo lo que crea el hombre, y eso, claro
está, con el permiso de la madre naturaleza.
Todo es sencillo.
Piensa dentro, crea fuera.
Vive dentro, expresa fuera.
Llénate dentro, da fuera. ∆ |