Foto: M. Martín |
Proyecto
Abraza la Tierra
Por amor a los
pueblos
Quince grupos de desarrollo rural y varios ayuntamientos de Aragón,
Cantabria, Madrid y Castilla y León,
han abierto sus brazos a todos aquellos emprendedores que quieran
instalarse en el medio rural.
Los que deseen cambiar de modo de vida y montar un proyecto en un pueblo
sentirán
el cálido abrazo de sus habitantes y de la naturaleza.
Hablamos con Marina Martín, técnico
de GALSINMA, una de las asociaciones que desarrollan el proyecto.
-¿Qué tipo de ayuda reciben de vosotros los que desean iniciar un
proyecto empresarial en el medio rural?
-La información que primero se recibe es de base. Hay quien tiene muy
claro qué quiere montar y quien necesita saber las necesidades del
pueblo. Ofrecemos un guión con preguntas cortas para que les sea más
fácil desarrollar su idea inicial, y luego les invitamos a venir para
charlar y ver dónde puede encajar ese proyecto. Para subvenciones y
ayudas disponemos de técnicos de Proder y Leader + que ofrecen
orientación en la financiación, el presupuesto, dónde ir, plazos,
papeles a rellenar, documentos necesarios...-¿Qué
tipo de personas contactan con el proyecto y qué requisitos les pedís?
-La gente que nos llama es muy variada, pero todos tienen la necesidad
de salir de las grandes ciudades y hablan de la calidad de vida que
buscan. Muchos quieren primero trabajar en el pueblo contratados,
asentarse, conocerlo y luego montar un proyecto. Pero es algo difícil
porque en los pueblos hay poco trabajo. Y las ideas que nos traen o son
cosas muy originales -una granja de caracoles, un abono tratado de modo
especial, una casa rural para la meditación-, o es el turismo más
convencional. Hay poca gente que haya llamado para dedicarse al
teletrabajo, y no llaman artistas como pintores o escultores. Era lo que
esperábamos pero no ha sucedido. Por nuestra parte pedimos que sean
emprendedores, que realmente tengan la intención de quedarse a vivir en
este medio, que se involucren. Que no usen el pueblo como dormitorio,
que es lo que se hace en las grandes ciudades, donde no preocupan los
vecinos.
-¿Cómo se entiende que por un lado los pueblos se
abandonen y por otro sea el lugar al que se acuda para relajarse?
-Efectivamente, en mi comarca es muy distinto ver un pueblo en fin de
semana o verano, que a diario en invierno. Mucha gente tiene aquí su
segunda residencia, casas preciosas en un pueblo bonito y cuidado. Pero
en realidad es un pueblo abandonado de vida, de servicios. Los que
vienen el fin de semana no consumen, no necesitan nada del pueblo, así
que la realidad es que el lugar no tiene tienda ni médico para la poca
gente que vive en él. El agravante es que no hay casas disponibles para
quien quiera trasladarse a vivir, aunque están vacías el 90% del año.
-Si tuvieses que hablarle claramente a un interesado
en el proyecto sobre las ventajas y desventajas de vivir en un pueblo,
¿qué le dirías?
-Los que llaman tienen tantas ganas e ilusión, que tienes que ponerles
en la mesa las desventajas. Para saber las ventajas que te ofrece el
mundo rural tienes que acercarte a él, no creo que sea cuestión de
marketing. Hablamos de calidad de vida, tranquilidad, el manejo del
tiempo de otra manera, distintas alternativas de ocio, la posibilidad de
salir a pasear y hacer deporte, disfrutar más de tu familia, una
educación diferente para los hijos, la cercanía a la ciudad, nuevas
tecnologías en todos los municipios, nuevos vecinos que van a formar
parte de tu grupo social... Y luego el que viene de la ciudad se tiene
que adaptar. En invierno hay menos alternativas de ocio y además tienes
que cambiar conceptos como el de la intimidad.
-¿Qué se pierde cada vez que un pueblo se queda
deshabitado?
-Sobre todo se pierde la lucha que ha hecho la gente mayor, que ha
batallado mucho por su pueblo. Ellos sufren una gran decepción cuando
sus paisanos se van, porque creen que no tienen nada que puedan ofrecer. / Texto: Marta Iglesias
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