Es filólogo especializado en lengua árabe y cultura islámica y acaba de
publicar "La Globalización del miedo. La otra cara del terrorismo"
(Espejo de Tinta). ¿Hasta qué punto es cierta la amenaza terrorista?
¿Está sirviendo el terrorismo internacional como excusa para un rápido
desmantelamiento del Estado de Bienestar y del sistema de derechos y
libertades de los ciudadanos? José Manuel Lechado echa por tierra
tópicos creados y ofrece una visión diferente del problema.
Sin duda parece saber de qué habla.
"El concepto de choque de
civilizaciones vende muy bien, es espectacular, pero a mi entender
carece de valor. Civilizaciones no hay más que una"
"El discurso de Ben Laden y Bush es muy parecido, ambos agitan la
bandera de Dios y Alá para justificar sus actos de barbarie"
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Texto: Mariló Hidalgo -¿Cuándo
empezó la globalización del miedo?
-Se inició durante la Segunda Guerra Mundial por los Gobiernos de las grandes
potencias en conflicto y llegó a producirse un nivel de destrucción hasta aquel
momento impensable. Ahora con el cambio de milenio aunque existe el mayor número
de países con sistemas parlamentarios, la crisis de la democracia es tan
evidente que en muchos lugares aún se considera subversivo defender el derecho a
la manifestación, por ejemplo. En nombre de la lucha antiterrorista los
gobiernos acumulan poder y no se limitan sólo a anular derechos sino que se
aplica un credo economicista neoliberal que coloca al mercado por encima de todo
y es la solución a todos los problemas. El resultado es una desigualdad cada vez
mayor en el reparto de la riqueza, lo que genera un conflicto generalizado en
todo el planeta.
-"El terrorismo no es algo abstracto ni
intangible, son hombres y mujeres con ideas que por una razón u otra se han
visto forzados a tomar una determinación grave. Un terrorista es un
'desesperado", comentas en el libro. ¿Qué reflexión tendría que hacer una
sociedad cuando se produce tal grado de desesperanza entre sus ciudadanos?
-Pues que nos encontramos ante un fracaso de la sociedad mundial en su conjunto.
Uno de los errores que se cometen habitualmente es pensar que los terroristas
son sólo unos locos y unos criminales. Habrá alguno que sea así, no lo niego,
pero la mayoría es gente con buenas intenciones lo que ocurre es que lo
canalizan de forma violenta y equivocada. Las condiciones de vida tan malas, tan
extremas que existen en tantos lugares del mundo, las injusticias, el doble
rasero de la política internacional, hacen que mucha gente forme parte de esas
organizaciones donde no entran precisamente a la fuerza sino impulsados por
todos estos desequilibrios. Hablamos de un fracaso de toda la sociedad y es
importante ir a la raíz del problema para poder combatir el terrorismo con
eficacia porque si sólo pensamos que son unos locos, no estaremos haciendo nada.
-¿Qué componente religioso y qué componente político se
encuentra detrás del terrorismo islámico?
-La finalidad es política por mucho que nos quieran confundir. El tema religioso
es una poderosa herramienta social, un paso adelante en la historia del miedo
como instrumento de dominación política, pero nada más.
-Es curioso ver que tanto Bush como Osama Ben Laden recurren
a la religión para llevar adelante su particular cruzada...
-La religión es una mera excusa. En otros tiempos se hablaba del comunismo,
fascismo o el estado capitalista. Como eso no existe ahora se tira de algo más
primario, en este caso la religión. Si te fijas, el discurso de Ben Laden y Bush
es muy parecido, ambos agitan la bandera de Dios y Alá para justificar sus actos
de barbarie, pero la fe brilla por su ausencia, y si existe algún dios, sin duda
se sentirá ofendido por la ineptitud de sus presuntos paladines. Ambos son
ambiciosos y luchan por una parcela de poder. Son capaces de mover a la gente
incitándoles a través de la fe, pero la religión es una mentira.
-Siguiendo con esta línea de tópicos creados, niegas la
existencia del famoso choque de civilizaciones con el que tanto nos amenazan.
-El concepto de choque de civilizaciones vende muy bien, es espectacular, pero a
mi entender carece de valor. En principio porque civilizaciones no hay más que
una. Puede haber distintas culturas y pueden existir enfrentamientos entre
ellas. Pero lo que tenemos ante nosotros no es un choque sino una lucha entre
dos imperios. Un conflicto entre ambiciosos donde cada uno quiere ganar y
mandar, y para ello no duda en utilizar el miedo como arma: una población
asustada es más fácil de controlar. Por la misma razón creo que la Alianza de
Civilizaciones aunque es más positiva -y me quiero quedar con eso-, creo que es
una idea un poco hueca. Las alianzas son entre gobiernos, países, no
civilizaciones.
-Buscando antecedentes, y por supuesto sin ánimo de
justificar la violencia, ¿qué ha hecho Occidente al mundo árabe para que ellos
reaccionen de esta manera?
-Pienso que el mundo musulmán como Occidente, también necesita a un enemigo.
Aunque existe una base real de ofensas hacia el mundo musulmán que proviene de
los tiempos del colonialismo del siglo XIX: la ocupación franco-británica de
casi todo el territorio islámico, la rapiña que hicieron de sus recursos y el
maltrato que dieron a la población en general. Luego, la descolonización tampoco
ha sido un camino de rosas y en realidad, las empresas occidentales siguen
metiendo mano donde pueden. Existen por tanto ofensas reales y también por parte
de ellos, una necesidad de tener un enemigo común que justifique sus actos.
-Al Qaeda parece ser entonces una coartada perfecta para
EE.UU. ...
-Un imperio siempre necesita a un enemigo. En este caso, una vez desaparecida la
URSS había que buscar algo que siguiera justificando el incremento en los
presupuestos militares y gastos de defensa. Si no hubiese sido Al Qaeda hubiesen
sido otros.
-Son muchos entonces los interesados en que este fenómeno del
terrorismo siga vivo.
-En principio los propios terroristas, los líderes que quieren el poder a costa
de lo que sea. Pero luego también los poderes establecidos de las naciones
poderosas, porque tienen a un enemigo común muy útil como herramienta política y
de propaganda. Lo fundamental del terrorismo actual es que a costa de la amenaza
fantasma que vivimos continuamente, nos están imponiendo unas leyes que recortan
derechos y libertades y encima las admitimos de buen grado porque nos explican
que es por razones de seguridad. En el fondo pensamos que se trata de algo
temporal y que todo volverá a ser como antes, pero no es así. Cuando el poder
recorta libertades, no las devuelve nunca. Con ello no quiero decir que los
gobiernos fomenten el terrorismo, pero sí que algunos lo aprovechan.
-Aunque en estos casos es imposible generalizar, ¿crees que
por parte de muchos dirigentes políticos existe un interés en profundizar y
buscar de verdad una solución a este problema?
-A nivel general creo que no se tiene mucho interés porque hay muchos beneficios
en juego: venta de armas, paraísos fiscales, efectos propagandísticos,
imposición de leyes draconianas. Pero por otro lado si nos fijamos en España con
el caso de ETA está claro que el gobierno que se marque el tanto de solucionar
el problema pasará a la historia y conseguirá beneficios extraordinarios. En el
momento actual sí existe un interés y un esfuerzo, pero se trata de casos muy
puntuales.
-Según el Fondo Monetario Internacional, las actividades
terroristas mueven más del 10% de la riqueza mundial. Hay por tanto gente muy
poderosa detrás.
-Ciertamente cuentan con mucho dinero, se mueve mucho dinero y son muchos
también los beneficiados. ¿De dónde sale? Pues de muchos sitios. En el caso del
terrorismo islámico, de donaciones particulares. Algunos líderes como Ben Laden
son multimillonarios y destinan parte de su fortuna a este entramado. También se
financia a partir de negocios legales e ilegales: narcotráfico, bancos, empresas
de lo más variado repartidas por todo el mundo. En algún caso se ha demostrado
la implicación de estos negocios en la red terrorista y han sido intervenidos,
pero no ocurre así con la mayoría. Y luego está la implicación indirecta de los
gobiernos. Por ejemplo Arabia Saudí invierte mucho dinero en construir mezquitas
y escuelas coránicas por todo el mundo: Madrid, Londres, París, EE.UU.. Y aunque
no sean fondos dedicados directamente al terrorismo, sí es en estas escuelas
donde se forman los fanáticos.
-Después de todo lo hablado, ¿qué papel le queda al
ciudadano? ¿Qué lectura debería hacer de los acontecimientos?
-El ciudadano de una sociedad democrática tiene la posibilidad de cambiar la
tendencia del gobierno. Aquí en España lo que pasó después del 11-M me pareció
interesante. A pesar de lo limitada que es la democracia española por lo menos
el ciudadano puede demostrar su desagrado con un gobierno incompetente, como fue
el caso. En cambio en EE.UU. y Reino Unido el tema es más desalentador.
Claramente tienen gobernantes mentirosos e incompetentes, pero los refrendan y
les vuelven a elegir. Con este importante precedente en nuestro país, el
ciudadano debe mantenerse activo y comprometido para defender los derechos y
libertades que poseemos y para luchar por otros nuevos. Si repartimos riqueza,
disminuimos las desigualdades, y el terrorismo no podrá encontrar motivación,
enemigos, ni apoyo. Y eso está en nuestras manos. Por otro lado el ciudadano
debe estar atento y controlar a su propio gobierno para evitar que funcione bajo
la arbitrariedad y emprenda acciones y guerras ilegales -como ocurrió en su
día-, que no son menos terroristas de lo que estamos hablando. Aunque el
panorama no es alentador, también hay que decir que no es irreversible.
-Has escrito un libro valiente y comprometido. Hoy en día
hablar de estos temas en muchos lugares lo consideran casi como una apología del
terrorismo...
-Sí, me han comentado que parece que estoy defendiendo a los terroristas cuando
mi idea es precisamente que se puede solucionar este problema pero no a base de
represión sino estudiando la raíz del conflicto. Y para ello hay que mirar las
cosas desde otro punto de vista, hay que ir más allá de la línea simplista de
pensamiento con la que nos bombardean continuamente. Con este libro he querido
contribuir -a través de la palabra y el debate- a la tarea de construir un mundo
donde todos tengamos cabida. Un mundo unido y plural, orgulloso de sus
diferencias. ∆
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