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ENERO 2006

Globalización del miedo

JOSE MANUEL LECHADO
-Experto en cultura islámica-



Es filólogo especializado en lengua árabe y cultura islámica y acaba de publicar "La Globalización del miedo. La otra cara del terrorismo" (Espejo de Tinta). ¿Hasta qué punto es cierta la amenaza terrorista? ¿Está sirviendo el terrorismo internacional como excusa para un rápido desmantelamiento del Estado de Bienestar y del sistema de derechos y libertades de los ciudadanos? José Manuel Lechado echa por tierra tópicos creados y ofrece una visión diferente del problema.
Sin duda parece saber de qué habla.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

"El concepto de choque de civilizaciones vende muy bien, es espectacular, pero a mi entender carece de valor. Civilizaciones no hay más que una"

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

"El discurso de Ben Laden y Bush es muy parecido, ambos agitan la bandera de Dios y Alá para justificar sus actos de barbarie"

Texto: Mariló Hidalgo

-¿Cuándo empezó la globalización del miedo?
-Se inició durante la Segunda Guerra Mundial por los Gobiernos de las grandes potencias en conflicto y llegó a producirse un nivel de destrucción hasta aquel momento impensable. Ahora con el cambio de milenio aunque existe el mayor número de países con sistemas parlamentarios, la crisis de la democracia es tan evidente que en muchos lugares aún se considera subversivo defender el derecho a la manifestación, por ejemplo. En nombre de la lucha antiterrorista los gobiernos acumulan poder y no se limitan sólo a anular derechos sino que se aplica un credo economicista neoliberal que coloca al mercado por encima de todo y es la solución a todos los problemas. El resultado es una desigualdad cada vez mayor en el reparto de la riqueza, lo que genera un conflicto generalizado en todo el planeta.

-"El terrorismo no es algo abstracto ni intangible, son hombres y mujeres con ideas que por una razón u otra se han visto forzados a tomar una determinación grave. Un terrorista es un 'desesperado", comentas en el libro. ¿Qué reflexión tendría que hacer una sociedad cuando se produce tal grado de desesperanza entre sus ciudadanos?
-Pues que nos encontramos ante un fracaso de la sociedad mundial en su conjunto. Uno de los errores que se cometen habitualmente es pensar que los terroristas son sólo unos locos y unos criminales. Habrá alguno que sea así, no lo niego, pero la mayoría es gente con buenas intenciones lo que ocurre es que lo canalizan de forma violenta y equivocada. Las condiciones de vida tan malas, tan extremas que existen en tantos lugares del mundo, las injusticias, el doble rasero de la política internacional, hacen que mucha gente forme parte de esas organizaciones donde no entran precisamente a la fuerza sino impulsados por todos estos desequilibrios. Hablamos de un fracaso de toda la sociedad y es importante ir a la raíz del problema para poder combatir el terrorismo con eficacia porque si sólo pensamos que son unos locos, no estaremos haciendo nada.

-¿Qué componente religioso y qué componente político se encuentra detrás del terrorismo islámico?
-La finalidad es política por mucho que nos quieran confundir. El tema religioso es una poderosa herramienta social, un paso adelante en la historia del miedo como instrumento de dominación política, pero nada más.

-Es curioso ver que tanto Bush como Osama Ben Laden recurren a la religión para llevar adelante su particular cruzada...
-La religión es una mera excusa. En otros tiempos se hablaba del comunismo, fascismo o el estado capitalista. Como eso no existe ahora se tira de algo más primario, en este caso la religión. Si te fijas, el discurso de Ben Laden y Bush es muy parecido, ambos agitan la bandera de Dios y Alá para justificar sus actos de barbarie, pero la fe brilla por su ausencia, y si existe algún dios, sin duda se sentirá ofendido por la ineptitud de sus presuntos paladines. Ambos son ambiciosos y luchan por una parcela de poder. Son capaces de mover a la gente incitándoles a través de la fe, pero la religión es una mentira.

-Siguiendo con esta línea de tópicos creados, niegas la existencia del famoso choque de civilizaciones con el que tanto nos amenazan.
-El concepto de choque de civilizaciones vende muy bien, es espectacular, pero a mi entender carece de valor. En principio porque civilizaciones no hay más que una. Puede haber distintas culturas y pueden existir enfrentamientos entre ellas. Pero lo que tenemos ante nosotros no es un choque sino una lucha entre dos imperios. Un conflicto entre ambiciosos donde cada uno quiere ganar y mandar, y para ello no duda en utilizar el miedo como arma: una población asustada es más fácil de controlar. Por la misma razón creo que la Alianza de Civilizaciones aunque es más positiva -y me quiero quedar con eso-, creo que es una idea un poco hueca. Las alianzas son entre gobiernos, países, no civilizaciones.

-Buscando antecedentes, y por supuesto sin ánimo de justificar la violencia, ¿qué ha hecho Occidente al mundo árabe para que ellos reaccionen de esta manera?
-Pienso que el mundo musulmán como Occidente, también necesita a un enemigo. Aunque existe una base real de ofensas hacia el mundo musulmán que proviene de los tiempos del colonialismo del siglo XIX: la ocupación franco-británica de casi todo el territorio islámico, la rapiña que hicieron de sus recursos y el maltrato que dieron a la población en general. Luego, la descolonización tampoco ha sido un camino de rosas y en realidad, las empresas occidentales siguen metiendo mano donde pueden. Existen por tanto ofensas reales y también por parte de ellos, una necesidad de tener un enemigo común que justifique sus actos.

-Al Qaeda parece ser entonces una coartada perfecta para EE.UU. ...
-Un imperio siempre necesita a un enemigo. En este caso, una vez desaparecida la URSS había que buscar algo que siguiera justificando el incremento en los presupuestos militares y gastos de defensa. Si no hubiese sido Al Qaeda hubiesen sido otros.

-Son muchos entonces los interesados en que este fenómeno del terrorismo siga vivo.
-En principio los propios terroristas, los líderes que quieren el poder a costa de lo que sea. Pero luego también los poderes establecidos de las naciones poderosas, porque tienen a un enemigo común muy útil como herramienta política y de propaganda. Lo fundamental del terrorismo actual es que a costa de la amenaza fantasma que vivimos continuamente, nos están imponiendo unas leyes que recortan derechos y libertades y encima las admitimos de buen grado porque nos explican que es por razones de seguridad. En el fondo pensamos que se trata de algo temporal y que todo volverá a ser como antes, pero no es así. Cuando el poder recorta libertades, no las devuelve nunca. Con ello no quiero decir que los gobiernos fomenten el terrorismo, pero sí que algunos lo aprovechan.

-Aunque en estos casos es imposible generalizar, ¿crees que por parte de muchos dirigentes políticos existe un interés en profundizar y buscar de verdad una solución a este problema?
-A nivel general creo que no se tiene mucho interés porque hay muchos beneficios en juego: venta de armas, paraísos fiscales, efectos propagandísticos, imposición de leyes draconianas. Pero por otro lado si nos fijamos en España con el caso de ETA está claro que el gobierno que se marque el tanto de solucionar el problema pasará a la historia y conseguirá beneficios extraordinarios. En el momento actual sí existe un interés y un esfuerzo, pero se trata de casos muy puntuales.

-Según el Fondo Monetario Internacional, las actividades terroristas mueven más del 10% de la riqueza mundial. Hay por tanto gente muy poderosa detrás.
-Ciertamente cuentan con mucho dinero, se mueve mucho dinero y son muchos también los beneficiados. ¿De dónde sale? Pues de muchos sitios. En el caso del terrorismo islámico, de donaciones particulares. Algunos líderes como Ben Laden son multimillonarios y destinan parte de su fortuna a este entramado. También se financia a partir de negocios legales e ilegales: narcotráfico, bancos, empresas de lo más variado repartidas por todo el mundo. En algún caso se ha demostrado la implicación de estos negocios en la red terrorista y han sido intervenidos, pero no ocurre así con la mayoría. Y luego está la implicación indirecta de los gobiernos. Por ejemplo Arabia Saudí invierte mucho dinero en construir mezquitas y escuelas coránicas por todo el mundo: Madrid, Londres, París, EE.UU.. Y aunque no sean fondos dedicados directamente al terrorismo, sí es en estas escuelas donde se forman los fanáticos.

-Después de todo lo hablado, ¿qué papel le queda al ciudadano? ¿Qué lectura debería hacer de los acontecimientos?
-El ciudadano de una sociedad democrática tiene la posibilidad de cambiar la tendencia del gobierno. Aquí en España lo que pasó después del 11-M me pareció interesante. A pesar de lo limitada que es la democracia española por lo menos el ciudadano puede demostrar su desagrado con un gobierno incompetente, como fue el caso. En cambio en EE.UU. y Reino Unido el tema es más desalentador. Claramente tienen gobernantes mentirosos e incompetentes, pero los refrendan y les vuelven a elegir. Con este importante precedente en nuestro país, el ciudadano debe mantenerse activo y comprometido para defender los derechos y libertades que poseemos y para luchar por otros nuevos. Si repartimos riqueza, disminuimos las desigualdades, y el terrorismo no podrá encontrar motivación, enemigos, ni apoyo. Y eso está en nuestras manos. Por otro lado el ciudadano debe estar atento y controlar a su propio gobierno para evitar que funcione bajo la arbitrariedad y emprenda acciones y guerras ilegales -como ocurrió en su día-, que no son menos terroristas de lo que estamos hablando. Aunque el panorama no es alentador, también hay que decir que no es irreversible.

-Has escrito un libro valiente y comprometido. Hoy en día hablar de estos temas en muchos lugares lo consideran casi como una apología del terrorismo...
-Sí, me han comentado que parece que estoy defendiendo a los terroristas cuando mi idea es precisamente que se puede solucionar este problema pero no a base de represión sino estudiando la raíz del conflicto. Y para ello hay que mirar las cosas desde otro punto de vista, hay que ir más allá de la línea simplista de pensamiento con la que nos bombardean continuamente. Con este libro he querido contribuir -a través de la palabra y el debate- a la tarea de construir un mundo donde todos tengamos cabida. Un mundo unido y plural, orgulloso de sus diferencias. ∆

   

   
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Última revisión: abril 07, 2011. 
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