Foto: (c) Carmen Benavides, revista Epoca
Un nuevo modelo de
familia se ha instalado en la sociedad con pasos lentos pero seguros:
las mujeres que se plantean ser madres en solitario. La conocida
directora de la agencia Fax Press analiza esta situación con lucidez y
ternura en su libro Madres Solas (La Esfera de los Libros). Su propia
experiencia como madre soltera de una hija adoptada se mezcla con
múltiples testimonios para dar a conocer un modo de vida diferente.
“La
madre sola le está diciendo a la sociedad que hay más fórmulas
familiares, aparte de la tradicional.”
“El hombre tiene que plantearse su papel en la sociedad, comenzando
desde el punto de vista familiar” |
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Texto: Marta Iglesias
Un buen día Imelda Navajo -directora de La Esfera
de los Libros- llamó a Pilar Cernuda para encargarle que escribiera un libro
sobre madres solas, una situación que ambas compartían. Lo que empezó como un
trabajo se convirtió en un libro de gran utilidad tanto para la autora, que ha
plasmado las inquietudes que le han surgido como madre sola, como para los
lectores que descubren un nuevo modelo familiar o las mujeres que desean ser
madres en solitario.
-¿Qué pone de manifiesto el que una mujer se
plantee voluntariamente ser madre en solitario, qué le está diciendo a la
sociedad?
-Pues que hay más fórmulas aparte de la tradicional, que aunque sigue siendo
el mejor modelo, padre-madre-hijos, desgraciadamente hay muchas veces que no
funciona: cuando hay falta de proyecto común, desinterés, ya no digamos si hay
tensiones o malos tratos. Hay muchas mujeres que se plantean seguir adelante
solas, incluso sin la presencia de su marido en la vida de sus hijos porque
muchas veces ellos no quieren. Otras, sabiendo que no todos los matrimonios son
idílicos, deciden desde el principio que quieren vivir independientes pero sin
renunciar a la maternidad. Y tampoco tienen que renunciar a enamorarse, lo que
pasa es que no quieren vivir con un hombre bajo el mismo techo, porque la
convivencia rompe muchas cosas.
-Mientras que
antes existía un único modelo familiar, ahora hay múltiples fórmulas socialmente
aceptadas. ¿Es importante que cada uno se plantee qué quiere vivir, en lugar de
dejarse llevar por la corriente de lo que le rodea?
-Cada
uno debe decidir en función de sus circunstancias, lo que quiere de la vida y
cómo se la plantea. La verdad es que en este momento somos muchísimas las
mujeres solas que somos madres, y que hacemos el papel de padre y madre porque
hemos renunciado a que un hombre sea el padre de nuestros hijos.
-La nueva
sociedad propone familias de muchas variantes, ¿por qué los sectores más
conservadores sienten atacado su sentido familiar y creen que se va a desmembrar
su entorno?
-Creo
que esa reacción se centra en que se haya equiparado el matrimonio homosexual al
convencional. Llevo quince años siendo madre sola y jamás he tenido ninguna
sensación de que desde sectores conservadores se nos vieran mal a mi hija y a
mí.
-¿Es la
maternidad en solitario una decisión egoísta o un acto de libertad?
-Puede
ser un acto egoísta, un acto de libertad e incluso un acto de generosidad.
Tenemos que hacer doble esfuerzo para la educación de nuestros hijos, porque
estamos solas desde todos los puntos de vista: económico, afectivo, dedicación
de tiempo. A menudo tenemos el complejo de que estamos hurtándole algo a
nuestros hijos, que es la presencia del padre, y normalmente nos dedicamos
muchísimo a ellos.
-Según su libro,
ésa es la gran preocupación de las madres solas. ¿Diría que los chavales tienen
alguna carencia por la ausencia de la figura paterna?
-Es
evidente que es mejor que haya un padre. Ahora, el que el niño no tenga esa
carencia que le marque para siempre dependerá muchísimo de la capacidad de la
madre para asumir los dos papeles. También es muy distinto que el hijo tenga
recuerdos de un padre a que no los tenga. Me explico: un niño que es producto de
un divorcio y cuya madre decidió seguir su proyecto en soledad, evidentemente va
a echar de menos al padre. Mientras que las mujeres solas que han adoptado, y
que por tanto el niño nunca ha tenido un padre, desde luego lo tienen mucho más
fácil.
-Científicamente
acaba de lograrse esperma en un laboratorio a partir de células madre, con
buenos resultados. ¿Tiene el hombre que plantearse su situación, más allá del
aspecto procreador y del dominio que ejerció hasta ahora?
-Tiene
que espabilar, porque es verdad que ahora mismo hay posibilidad de ser madre sin
necesidad de un padre. De hecho los médicos me han comentado que hay un auge
tremendo de mujeres que buscan inseminación artificial de donante anónimo, de
modo que no haya un padre que reivindique esa paternidad. Por eso creo que el
hombre tiene que plantearse muchísimo su papel en la sociedad, comenzando por el
punto de vista familiar.
-¿Es esto un
golpe al patriarcado, que durante años sometió a mujeres y hombres?
-Es que
no estoy muy segura de que haya patriarcado en este momento en países
occidentales. Yo pertenezco a un pueblo gallego en el que las mujeres han sido
el empuje de todo, en lo familiar y en la economía. Desgraciadamente Galicia era
tierra de inmigración y yo crecí en la aldea rodeada de mujeres solas porque los
hombres estaban en América y volvían muchos, muchos años después. Por eso en
Galicia nunca estuvieron mal vistos los hijos de madre soltera, porque se
consideraba que esas mujeres tenían todo el derecho a tener relaciones sexuales
con quien pudieran, ante la ausencia de su hombre. El patriarcado efectivamente
existe, pero creo que cada vez menos. El sentido de la autoridad ya puede
ejercerlo perfectamente igual el hombre que la mujer, sobre todo en los sectores
más urbanos. De todas maneras yo quiero reivindicar la figura del hombre como
compañero y como padre. Conozco hombres que son padres espléndidos y conozco
menos, pero espléndidos también, padres solos.
-¿Por qué, según
su experiencia, las mujeres que no tienen ningún compromiso con un hombre o su
familia se vuelven más imaginativas, con mil planes y proyectos para sus hijos,
amigas y familiares?
-Porque
tenemos menos ataduras y dirigimos nuestra vida sin tener que dar explicaciones
a nadie, excepto a nuestros hijos, que normalmente son muy cómplices porque
desde pequeños han visto que organizamos teniendo en cuenta también su criterio.
Normalmente los hombres cuando están solos no tienen la capacidad de diversión
que tenemos nosotras; estamos más desinhibidas, tenemos infinidad de temas de
conversación... nos convertimos más en niñas. Los tándems de chicas son
bárbaros.
-Las madres
solas no buscan el apoyo y el amor de un hombre. Por esa razón, ¿pueden llegar a
ser las mejores amigas de un hombre, como afirma un colaborador en su libro
según su experiencia?
-El amor
sí lo podemos buscar, el apoyo no es necesario. Posiblemente porque ellos no nos
ven como un 'peligro' -tal como decía una de las personas que entrevisté-, las
madres solas somos buenas amigas de los hombres. Saben que tenemos otro
planteamiento vital y que no estamos buscando una pareja. Es verdad que
escuchamos mucho a amigos y amigas que se sienten a veces muy solos, a pesar de
tener un marido o una mujer al lado. Además creo que somos capaces de buscar lo
positivo, incluso en los momentos y las situaciones más negras.
-¿Esa es la
mujer que está sin descubrir?
-Pues no
lo sé. Es posible que haya otras mujeres que están solas con sus hijos y la
experiencia no haya sido tan positiva como la mía y la de gente que conozco.
Pero insisto, yo he entrevistado a muchas madres y a muchos hijos para hacer el
libro, aparte de tutores, abogados, profesores y no me he encontrado a nadie que
me dijera que esto es una barbaridad. Nadie.
-Por supuesto la
madre sola no puede organizarse independientemente. Necesita recurrir a
familiares y amigos con los que forma una red. ¿Volvemos entonces a tender
puentes entre personas, que se han roto con el esquema tradicional de familia
autosuficiente?
-Sin
ninguna duda, yo creo que es una de las razones por las que estamos mejor.
Tenemos una red de familiares, amigos, primos, porteros y tatas que nos hacen
ser más extrovertidas y más conscientes de lo importante que es el relacionarse
con los demás, tanto nosotras como nuestros hijos. ∆ |