DICIEMBRE 2006
NAVIDAD - NACIMIENTO
Navidad, Natividad, Nacimiento. El mundo cristiano
se prepara para celebrar la Navidad. En realidad, la conmemoración del
nacimiento del Hijo de Dios se ha convertido en la fiesta del
consumismo, del derroche y de lo absurdo. Todo menos profundizar en su
verdadera dimensión, que de tanto ser manipulada, carece de todo
significado para las nuevas generaciones.
Los cristianos celebran el nacimiento del niño Jesús, pero ése es tan
sólo el nacimiento de un niño más, porque él nació como hombre
precisamente para demostrar y dejar abierto el camino para el hombre
hacia el Padre.
Celebrar el nacimiento de Jesús es tan sólo una parte del verdadero
Nacimiento, porque Su verdadero Nacimiento lo realiza cuando niega su
naturaleza humana y acepta, con todas las consecuencias, su naturaleza
Divina. Pero eso es precisamente lo que sus "seguidores" han olvidado.
¡Qué poco se tiene en cuenta que la mayor dificultad, la mayor batalla
interna que Jesús tuvo que librar, fue precisamente por aceptar su
naturaleza Divina!
Y qué poco se reflexiona sobre que ése precisamente fue su legado para
el hombre, porque El se reconoció como Hijo de Dios y dijo que todos los
hombres eran Hijos de Dios, eran hermanos, y por tanto tenían la
obligación sagrada de vivir como tales y de aspirar a formar parte del
Reino del Padre.
Jesús nació como un hombre, vivió como un hombre y, cuando le llegó el
momento de afrontar su realidad, tuvo que sufrir las consecuencias de
negar su condición humana y asumir Su divinidad.
Ahora se le "recuerda" todos los años en unas fechas incorrectas y bajo
unas condiciones degradantes de lo que fue Su vida, Su mensaje, Su
verdad.
Pero El nació para morir y volver a nacer. Tenía que nacer y ser como
uno más. Tenía que vivir y ser como uno más. Tenía que asumir en vida
quién era, aun sabiendo que eso le conduciría a la muerte. Pero también
tenía que morir para volver a nacer, a renacer de la materia, de la
carne, para vencer a la muerte.
Ese fue su legado, el más valioso de todos.
El verdadero nacimiento no es por tanto el del niño en el pesebre, como
tampoco lo es el de cualquier niño en cualquier lugar del mundo, porque
el verdadero nacimiento tiene que ser consciente, consciente de su
significado, consciente de la negación que implica, de la renuncia que
supone, de lo que dejas atrás y de lo que buscas.
El hombre celebra desde siglos el nacimiento del niño Jesús, pero qué
pocos se han atrevido a cruzar la puerta abierta por aquel hombre que
tuvo el valor de reconocerse como Hijo de Dios y asumir las
consecuencias de tal acto.
Si Jesús tuvo la valentía de negar la muerte y asumir la Vida Total, fue
porque creyó en el Padre y en Su Voluntad, aunque cumplirla le exigiese
"sudar sangre". Pero también fue un claro mensaje para todos los seres
humanos de la ilusión, de la mentira, de esto que llamamos "vida", en
contraposición con la verdadera Vida.
Jesús dijo una vez a sus discípulos.."quien no vuelva a nacer de nuevo
no podrá entrar en el Reino de mi Padre". ¿A qué nacimiento se estaba
refiriendo? ¿Es posible volver a nacer?
El nacimiento del adolescente, ¿no significa la muerte del niño? El
nacimiento del adulto, ¿no significa la muerte del adolescente? ¿Qué
muerte, no física, tiene que vivir el hombre adulto para renacer a su
naturaleza divina?
Tal vez la respuesta esté implícita en la misma naturaleza humana, en lo
que el hombre ha sido y es desde el principio de los tiempos, en lo que
lleva grabado a fuego en sus genes, en lo que un día le convertirá en un
Dios pero que hasta ahora le mantuvo alejado e inconsciente de su
Creador.
El hombre se cree lo que no es y no se atreve a asumir lo que en verdad
es. Tiene miedo mirar de frente a la Verdad. Asumir la verdad supondría
cambiarlo todo, como el "rico" que se acerca a Jesús y le pregunta qué
tiene que hacer para seguirle. Jesús le responde que lo deje todo...
¿Qué es todo? ¿Qué implica todo? Precisamente la respuesta a esa
pregunta es la clave que tiene que encontrar cada uno, porque en cada
uno tiene un significado diferente, aquello que le mantenga prisionero
de este mundo, aquello que le esclavice, aquello que le impida ser libre
con su conciencia y con sus actos, aquello que le separe de los demás,
aquello que le aparte de su reconocimiento como Hijo de Dios.
No es cuestión de dificultad, tan solo es algo que depende de la
NECESIDAD, porque la capacidad de cada uno para conseguir su objetivo
está en función de la necesidad que tenga de él.
Y quien llegue a descubrir la necesidad del Padre que tenía Jesús,
comprenderá entonces que no existe la dificultad sino la ignorancia.
Entramos pues en un nuevo ciclo navideño, un paso más por los mismos
rituales, por las mismas ceremonias sin sentido, por el mismo consumismo
que ofende a la más pura esencia cristiana. Un paso más alimentado por
los que niegan al Jesús que venció la muerte y se liberó de la cárcel de
la vida, y potencian el misticismo fanático que sólo genera más y más
ignorancia.
Navidad es sinónimo de nacimiento, pero no es algo que dependa de un
tiempo concreto, de unas fechas señaladas.
Navidad es renacer a la verdadera Vida, es reconocerse Hijo de Dios, es
vivir como tal, con sencillez, con verdad, con humildad.
Navidad es volverse como niños para poder "entrar en el Reino del
Padre".
Pero no está en función de nada preestablecido, sino de uno mismo y de
su encuentro interno, de su reconocimiento como Hijo para luego poder
renacer en el Padre.
En realidad la verdadera Navidad todavía no se ha producido. ∆ |