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AGOSTO 2006

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HARTOS DE ISRAEL

Hartos de Israel

En un enfrentamiento desigual, Israel vuelve una vez más a la carga. Esta vez, con la mala excusa de recuperar a dos soldados prisioneros, empieza hostigando aún más si cabe a los habitantes de Gaza, y continúa atacando a Líbano con dureza "por tierra, mar y aire", con la excusa de acabar con Hezbolá. Evidentemente no se puede disculpar a ninguna de las partes cuando se ha vertido tanta sangre, pero lo que está claro es que la reacción israelí es absolutamente desproporcionada, y especialmente cruel, ya que va dirigida abiertamente contra la población civil para causar el mayor daño posible. Como siempre, se esgrimen objetivos políticos para justificar los ataques, pero la realidad es que caen edificios de viviendas bajo fuego israelí, además de puentes, aeropuertos, depósitos y demás infraestructuras que dejarán mutilado al país por mucho tiempo. Además, si la intención es barrer a Hezbolá, posiblemente estén caminando en dirección contraria al tomar represalias contra los civiles, que posiblemente vean cada vez más justificada la rebeldía de esta organización.
Israel de momento se sabe intocable, y como tal actúa. Tiene las espaldas cubiertas por EE.UU. que le brinda apoyo incondicional, sin que le incomoden las críticas internacionales. Al fin y al cabo, esta locura encaja como un guante en el planteamiento americano de su particular "guerra contra el terrorismo", que sólo en los meses de mayo y junio provocó en Irak la muerte de 6000 personas. La idea, al menos de cara a la galería, está claro: Hezbolá es un grupo terrorista, y como tal debe ser tratado, así como los países que lo acojan. Pero eso, como siempre, es sólo la parte más visible de la cuestión. En realidad todos sabemos que esto es un capítulo más de la cruzada particular de Israel para eliminar al pueblo palestino, un pueblo relegado a un territorio donde malviven bajo ocupación israelí, sin posibilidades de soberanía, sin recursos, y aún así no acaba de agachar la cabeza. Ante su situación, la pasividad internacional es absoluta, limitada a algún gesto de vez en cuando, y algunas ayudas. La situación de este pueblo no importa demasiado puesto que su futuro no afecta a los intereses globales. Quizá ahora que la chispa ha saltado algo más lejos, y que amenaza con prender la hoguera en el siempre caliente Oriente Próximo, la comunidad internacional sea un poco más generosa, aunque posiblemente sea demasiado pedir.

Israel actúa sabiendo que cuenta con un cheque en blanco del gobierno americano.
EE.UU. consiente por interés, no iba a ser de otra manera.

Israel actúa sabiendo que cuenta con un cheque en blanco del gobierno americano. EE.UU. consiente por interés, no iba a ser de otra manera. Israel es un socio clave en Oriente Medio, fundamental para apoyar el diseño que EE.UU. sueña para la zona. Pero también es verdad que el gobierno americano está atrapado entre las mandíbulas de la poderosísima comunidad judía en EE.UU., un lobby con ramificaciones en Wall Street, en los medios de comunicación, organizaciones sociales, todo tipo de profesiones liberales, y también en el Congreso y en el Senado. Gracias a la labor de este grupo de presión, cuya trascendencia es difícil de calibrar, se asegura que el apoyo americano no pueda bajar de nivel y el país siga recibiendo ayudas millonarias para financiar sus proyectos. Estados Unidos ni puede ni quiere poner en la cuerda floja la relación con el lobby judío. Demasiados intereses en juego.
Mientras tanto, las consecuencias pueden ser desastrosas. Mayormente porque el problema no es solamente Hezbolá, sino el conflicto antiguo entre israelíes y palestinos que empezó a mediados del siglo pasado y cuyo origen no ha llegado a tocarse nunca, mayormente por negativa de Israel.
No sabemos a dónde conducirá todo esto. El daño humano será, como siempre, terrible. El precio del petróleo se disparará y las consecuencias se dejarán notar en la economía mundial. Mientras se escriben estas letras Condoleezza Rice viaja a la zona con la hipócrita intención de apuntarse un tanto como pacificadora, mientras la Unión Europea responde con su tibieza habitual, llena de buenas intenciones.
Y los ciudadanos nos preguntamos ¿es posible que no haya nadie en todo el planeta capaz de pararle los pies de una buena vez a Israel?
/CF

   

   
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Última revisión: abril 07, 2011. 
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