"La oposición es absolutamente
necesaria. Tiene que ser inteligente porque debe justificar la crítica
desde el bien común, no desde su propia ideología"
"Intento ser comprometida,
luchar por un mundo mejor y denunciar las cosas que me parecen mal.
Cuando me nombraron Directora de la Biblioteca Nacional nadie me dijo
que me tenía que callar"
"La lectura nos convierte en creadores y desarrolla
nuestras capacidades mentales, como la imaginación, la fantasía, la
inteligencia o la capacidad de comparar" |
Texto: Marta Iglesias
Foto: J. M. López
Siempre ha sido el timonel de su vida, y el capitán de su barco. En una época
donde las mujeres estaban abocadas a ser amas de casa, se matriculó en Filosofía
tras casarse y tener varios hijos. Las velas de su embarcación, ansiosas de
libertad, le condujeron a trabajar en la editorial Seix Barral. Y orientándose
por las estrellas, fue traductora en la ONU. No contenta con leer, editar y
traducir, a los 55 años publica su primera novela. Con la segunda gana el premio
Nadal. Hoy ha recalado en el puerto de la Biblioteca Nacional, pero quién sabe
dónde terminará el viaje de esta aventurera cuyo rumbo siempre ha estado marcado
por los libros y la cultura.
Pasión.
Esa es su mayor virtud y su mayor defecto. Sobre todo si va acompañada de una
sinceridad brutal. Casi todas las anécdotas que Rosa cuenta dejan entrever su
carácter apasionado. Una de las últimas tuvo lugar en la feria LeerLeón, donde
le presentaron a un directivo de la Fundación Príncipe de Asturias. Sin mediar
ningún preliminar, la escritora se quejó de que no daban premios a las mujeres.
El directivo se excusó diciendo que había pocas candidatas y la Directora de la
Biblioteca Nacional le propuso algo: "No te preocupes, me llamas a mí y te envío
veintisiete para cada uno de los galardones". Así es Rosa Regàs: ante un
problema, una solución. No existen obstáculos insalvables, ni sueños difíciles
de cumplir.
-Desde su puesto
como Directora de la Biblioteca Nacional, ¿cuáles consideraría los avances más
importantes conseguidos por este Gobierno?
-La Ley de Educación me parece un cambio importante, aunque yo la habría
llevado un poquito más lejos. También la manera de entender la cultura, y la
implicación del Gobierno en asuntos que pueden ser más participativos, como las
ferias y los congresos, a los que se les ha dado mucho auge. Desde luego yo he
tenido en la Biblioteca Nacional toda la ayuda que he necesitado por parte de la
Ministra de Cultura, y por tanto por parte del Gobierno. Seguramente sin su
apoyo no hubieran sido posibles todos los cambios que han tenido lugar en la
Biblioteca Nacional.
-Das una imagen de
cultura implicada, participativa y activa, muy alejada de los que transmiten que
la cultura es algo aburrido y que no está al alcance de todos...
-Yo siempre he sido así. Soy una persona que intento ser comprometida, que
intento luchar por un mundo mejor, que intento denunciar las cosas que me
parecen mal. Cuando me nombraron Directora de la Biblioteca Nacional nadie me
dijo que me tenía que callar. Si me lo hubieran dicho, a lo mejor me lo habría
pensado porque mi manera de ser es de aportar mi voz a los que no tienen voz. No
es más que eso. Cuando yo apenas tenía voz, me sumaba a la voz de otra persona.
Ahora tengo voz y si tengo que defender a las mujeres maltratadas, o a los
hombres que están manipulados por sus ex-mujeres, lo hago. Y si tengo que
prestar mi voz para defender África, para los países que están hundidos por el
peso de la deuda, lo hago. Lo cual no quiere decir que esto me quite un minuto
de mi trabajo.
-Durante muchos
años Rosa Regàs dedicó sus fuerzas a combatir la represión de la derecha. ¿En
qué centras ahora ese aspecto luchador que te caracteriza?
-Intento que mi trabajo sea lo más eficaz posible, que no es fácil. Hay
mucha gente en la Biblioteca Nacional y no todo el mundo es leal, hay muchas
personas que manipulan lo que está ocurriendo en la Biblioteca y lo pasan a los
periódicos de derechas.
-¿Cuáles consideras
tus grandes aportes a la Biblioteca Nacional?
-Es la primera vez en muchísimos años que se ha intentado mejorar la
relación de puestos de trabajo. Gracias a ello, los trabajadores de los
escalafones más bajos -que llevaban más de diez años sin moverse- pueden
ascender, porque hemos procurado que la gente pueda promocionarse, hemos dado
facilidades en el trabajo. Por otra parte he tratado de fomentar la
investigación y el conocimiento de lo que hay en la Biblioteca a través de unos
actos culturales, además de ir arreglando pequeñas cosas. Digamos que lo mío no
es una revolución, sino el ir mejorando las cosas poco a poco. Desde el punto de
vista externo he logrado que la entrada a la Biblioteca sea más agradable para
que incite a entrar, que la gente la conozca más, que se ilumine, que esté el
jardín más arreglado. Pero lo más importante es que se conozca el patrimonio que
tenemos y por eso hemos hecho jornadas de puertas abiertas. Hemos fomentado la
investigación, la lectura y la llegada de más lectores, aunque sea desde su
casa. Tenemos una página web que a lo mejor nos quitará gente, pero no nos
importa. Lo importante es que la gente pueda acceder a nuestros fondos.
-¿Qué puede aportar
la lectura a la cultura, más allá del disfrute que se experimenta ante un libro?
-La lectura, independientemente del inmenso placer que proporciona y que es
diferente al que puede dar la compra de un objeto o la posesión del mismo, nos
convierte en creadores, y eso es lo que nos da plenitud. La persona que lee
aporta su experiencia a lo que está leyendo, le pone cara a los personajes y su
pensamiento va trabajando. Esto supone un placer, pero tan importante como el
placer es que la lectura desarrolla nuestras capacidades mentales, la
imaginación, la fantasía, la inteligencia, la capacidad de comparar, las
emociones... todo esto se pone en marcha cuando leemos. Evidentemente nos
cansamos porque la lectura es un placer activo, no pasivo. Pero sucede lo mismo
que cuando hacemos ejercicio: si no hacemos ejercicio, al cabo de seis meses no
podemos caminar. Si no hacemos ejercicio mental al cabo de seis meses somos un
encefalograma plano.
-La literatura ha
tenido su momento álgido de protagonismo cuando el Premio Planeta sacó a relucir
el descontento de algunos autores por la falta de calidad en las novelas.
¿Expresaban la opinión mayoritaria que hay en los círculos literarios? ¿Esto
señala una revolución pendiente en el mundo de la literatura?
-No. Hay que creer en algo muy distinto de lo que tenemos para montar una
revolución y no veo a ningún literato que desee algo muy diferente. La
literatura tiene su propio camino y cada cual la desarrolla como quiere. Los
literatos son personas extraordinariamente individualistas, que raras veces se
reúnen en grupos, a no ser en torno a una editorial o un grupo económico. Las
críticas de algunos autores no tienen mayor importancia.
-Recientemente ha
prologado el libro "La Derecha Furiosa". ¿Qué sentido ha de tener una oposición,
sea en política, en cultura, en ciencia?
-La oposición es absolutamente necesaria y tiene que ser crítica,
inteligente y racional. Lo que no puede es estar insultando y descalificando día
a día. Una oposición inteligente es la oposición que hace crítica, que marca al
Gobierno porque así tiene que ser; que es leal al Gobierno, que no va por el
mundo convirtiendo en catástrofes lo que ocurre en un país. Y sobre todo tiene
que ser inteligente porque tiene que justificar la crítica, no desde su propia
ideología, sino desde el bien común. Y eso es lo que no hemos visto en los dos
últimos años.
-Hablaba en el
libro de derecha y derecha extrema. ¿Dónde diría que termina una y empieza otra?
-Pues la verdad es que no lo sé, no soy experta en eso. Pero sí reconozco
que la derecha defiende una determinada economía, cree que con esta economía se
mejora a la gente, tiene una idea de la educación y de la cultura distinta a la
de la izquierda. La extrema derecha no tiene ninguna idea sobre nada, lo único
que quiere es imponer su voluntad, no escuchar a nadie. No tiene respeto a la
libertad, no tiene respeto absolutamente a nada. Es muy distinto. Yo no soy de
derechas pero soy consciente de que todos los países necesitan una derecha, y
cuanto más inteligente sea la derecha mejor para el país y la izquierda que
gobierne en un determinado momento. Porque todo gobierno necesita saber que hay
alguien que está viendo dónde están sus fallos. Y aunque no lo reconozcan muchos
políticos, esto ayuda muchísimo. Uno mismo no acaba de ver su propia manera de
actuar, pero si hay alguien que te está marcando, sin duda mejora el país. ∆ |