ABRIL 2006
Nuevos
cuentos para nuevos
niños
¿Qué pasaría si dos actores comenzaran a discutir sobre
el cuento que van a representar sobre el escenario? ¿Qué
sucedería si comenzaran en Blancanieves y extrañamente
terminasen en Caperucita? La compañía La Pera Limonera
representa esta temporada "Grim, Grim o Lobo Nieves y
los siete Cerditos", un divertido viaje de cuento sin
moverse de la butaca.
Texto: Marta Iglesias/ Foto: Andreu Trías |
H ablamos
con Pere Romagosa, componente de este grupo de teatro.
-¿Son los niños un público exigente?
-Sí, son bastante exigentes porque si la obra no les gusta te lo dicen o
te lo hacen notar: se levantan, quieren ir al lavabo, salir de la
sala... Y si les gusta se meten enseguida dentro del espectáculo. Tienen
la sinceridad que hemos perdido los adultos.
-¿Qué elementos mantienen la atención del público
infantil?
-Primero el que haya acción, porque los chavales cada vez están más
acostumbrados a que haya una secuencia rápida de escenas y además
interpretan bastante rápido lo que ven. Y después considero importante
la sorpresa, que no sepan lo que va a suceder, aunque son mucho más
listos de lo que nos pensamos y en ocasiones saben con anterioridad lo
que vas a hacer.
-¿Qué aporta el teatro a la educación de un niño?
-Pues les da sensaciones, vivencias y conocen una historia que les sirve
para identificarse con ella, tienen otras experiencias o simplemente
pasan un buen rato. Actualmente también es importante el hecho de que el
teatro se desarrolla en vivo, permitiendo el contacto directo entre
espectador e intérprete o actor. Es lo que buscamos y lo más placentero
para nosotros. Sorprende que en ocasiones los niños no sean conscientes
de que estamos allí. Están muy acostumbrados al cine o a la televisión y
en un momento dado se dan cuenta de que somos de verdad y de que podemos
verles y oírles. Eso les extraña.
-Actualmente representáis "Grim, Grim o Lobo Nieves y
los siete Cerditos". ¿Se necesita una renovación de los cuentos
clásicos?
-Montamos este espectáculo al ver que las programaciones se basaban en
cuentos clásicos, buscando que el espectador fuera a ver aquello que
conocía. Queríamos criticar esto que estaba sucediendo y a la vez
revisar los clásicos y hacerlos distintos intentando hacer algo que no
ha hecho nadie todavía, y es explicar dos o tres cuentos a la vez. Pero
los clásicos tienen mucha fuerza todavía y aunque se los cuentes veinte
veces al chaval, éste te pide que los vuelvas a explicar. Así que algo
tendrán.
-¿Han caducado los valores que nos presentan los
cuentos de toda la vida?
-Siguen de actualidad. A veces nos parecen un poco antiguos, pero los
valores que muestran son necesarios y sin darnos cuenta en la sociedad
actual los estamos perdiendo. Son cosas muy básicas como el hacer caso a
los padres, que se muestra en Caperucita Roja. Y eso que yo soy muy
liberal, pero las actitudes que veo alrededor me hacen plantear si los
padres son ya esclavos de sus hijos.
-¿Por qué desde hace generaciones seguimos contando
Cenicienta o La Bella Durmiente a los niños y no hay cuentos que tomen
el relevo? ¿Es que ya no hay buenos inventores de cuentos?
-A través de mis hijas yo he conocido cuentos nuevos y buenos
escritores, pero hay que descubrirlos. Parece que nacemos sabiendo los
clásicos y que los niños quieren que se los vuelvan a explicar. Este
hecho repetitivo es un placer que tiene el chaval, pero también los
adultos, que oímos mil veces la misma música. Yo a mis hijas les
cambiaba el clásico cada noche. Primero no les gustaba nada, no querían
que les mezclara un personaje, pero luego me pedían cambios. Les gusta
la repetición, pero también funciona el ir añadiendo cosas distintas. Y
los clásicos nos permiten eso: contar lo mismo pero de una manera
distinta y más enriquecida. ∆ |