
La mayoría de estas mujeres asegura
que, a pesar de los problemas, el dolor o la pérdida de sensibilidad, no se
arrepienten porque "no son mujeres sin esos pechos". Por eso, algunos
médicos reconocían que todo era inútil: "cuando una mujer va al cirujano ya
ha tomado una decisión". |
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SEPTIEMBRE 2005
LA
HORA
VIOLETA
SUEÑOS DE SILICONA
POR ISABEL MENENDEZ
S obre los peligros
de las prótesis de silicona alertaba un reportaje, realizado en Gran
Bretaña, que emitió recientemente "Documentos TV". Bajo el amenazador
título de "Pechos explosivos", ofrecía testimonios de numerosas mujeres
que, a la búsqueda de un ideal estético, habían visto cómo su vida había
cambiado para siempre. En Gran Bretaña, la mayoría de operaciones de
cirugía estética son de aumento de mamas. En España también, al menos un
tercio de todas las operaciones estéticas que se realizan consisten en
aumentar la talla de pecho. Y, como en Estados Unidos, esta intervención
empieza a ser un regalo de graduación para las jovencitas obsesionadas
con parecerse a la muñeca Barbie.
La silicona, utilizada desde los años sesenta, ha estado en la picota
numerosas veces. Prohibida en ocasiones, su uso es legal en España y en
Europa. Sus defensores aseguran que los riesgos y posibles consecuencias
para la salud no están probados científicamente. Esto quiere decir, no
que sean seguras, sino que no se ha demostrado que sean peligrosas.
Obviamente son dos cosas muy distintas. Que nadie se haya molestado en
comprobar hasta que punto pueden tener consecuencias en la salud de sus
usuarias no parece un argumento de peso para refutar las advertencias
que otras personas esgrimen, muchas de ellas basadas en casos probados
de toxicidad. El caso es que hay mujeres que se enfrentan a enfermedades
degenerativas irreversibles por la absorción de la silicona en el riego
sanguíneo; otras reconocen problemas de encapsulado de la silicona,
aparición de tejido duro y doloroso alrededor de las prótesis,
reacciones alérgicas graves, quistes y llagas de difícil cicatrización,
etc. El mensaje de las y los cirujanos era que las pacientes carecían de
información sobre los riesgos, asumiendo las operaciones como algo
intrascendente que además se ofrece con apariencia de rigor científico.
Por el contrario, pocos profesionales de la medicina se dedican a
retirar las prótesis a quienes deciden eliminar esos elementos de su
organismo. Además, el coste de estas operaciones es tres veces más
elevado que el de implantarlas, el riesgo físico mucho mayor y el tiempo
de intervención seis veces superior.
Frente a este discurso, que pone sobre la mesa la realidad de las
intervenciones quirúrgicas, aunque sean estéticas (dolor, agujas,
sangre, piel entumecida, vendajes) existe, sin embargo, un mensaje
aparentemente inocuo, que las promociona como simples productos de
belleza, sin informar de los riesgos y las servidumbres, la primera de
ellas la caducidad de las prótesis. Según el reportaje emitido, a los
diez o quince años de la primera intervención será necesario volver a
operar porque las prótesis estarán en proceso de desintegración (y
reabsorción de la silicona a través del organismo). Los problemas ya
citados de quistes y heridas externas provocan que un 10 por ciento de
las mujeres deban operarse a los tres años de la implantación. Teniendo
en cuenta que las mujeres cada vez se las ponen más jóvenes, afrontarán
una larga lista de operaciones a lo largo de su vida.
Todo por un sueño. La mayoría de estas mujeres asegura que, a pesar de
los problemas, el dolor o la pérdida de sensibilidad, no se arrepienten
porque "no son mujeres sin esos pechos". Por eso, algunos médicos
reconocían que todo era inútil: "cuando una mujer va al cirujano ya ha
tomado una decisión". Habría que ver hasta que punto es una decisión
libre, claro, sometidas a un discurso de estética, apariencia y vanidad
que, especialmente desde los medios de comunicación, dice a las mujeres
que son unas fracasadas si no pueden portar un cuerpo determinado. De
momento, en España somos el cuarto país en realizar intervenciones de
este tipo y la principal compañía dedicada a este negocio acaba de
experimentar una espectacular salida a bolsa que incluía una promoción
vergonzosa y sexista con mujeres vestidas de enfermeras a "lo Benny
Hill". Se supone que era la imagen del rigor científico y médico pero
han dejado en evidencia la verdad: vanidad y simple apariencia por
encima de la salud. ∆ |