-Cada año gastamos más dinero en extinción, pero también
cada año arde más superficie. ¿Cómo se llega a esa ilógica relación?
-El principio básico es el abandono del medio rural. Hemos perdido mucha
población en los pueblos y el entorno no se cuida como antes; no se hace un
aprovechamiento del monte como antes, cuando se recogía la leña, la cama del
ganado... En los años 60 no había tantos incendios porque se aprovechaba
todo, los montes estaban limpios y había campos cultivados que frenaban
naturalmente el fuego. Por otro lado, se ha gastado el dinero -miles de
millones de pesetas- sin haber investigado primero cuáles eran las causas de
los incendios. Por lo que el dinero se emplea casi exclusivamente en la
extinción de incendios, pero no se ha puesto en práctica la prevención. Y,
por último, tenemos la incompetencia y la dejadez política. Y te pongo un
ejemplo: este año en Galicia había algo más de 7 millones de euros (1.240
millones de pesetas) para el Plan de Prevención de Incendios, que se
adjudica para realizar desbroces, limpiezas puntuales, áreas cortafuegos,
limpieza de caminos... A día de hoy de ese dinero no se ha invertido ni un
solo euro. Y además la política forestal está diseñada desde una línea de
pensamiento único, del que gobierna, cuando para que funcione tiene que ser
algo consensuado. ¿Qué presiones puede haber por detrás y cómo se puede
llevar adelante una política forestal cuando no se ha tenido en cuenta las
opiniones de los distintos agentes sociales, del medio rural, de las
organizaciones sindicales, de las organizaciones de la defensa de la
naturaleza, de la Universidad, de los propietarios forestales...?
-Los cuatro brigadistas detenidos en Lugo han avivado la
leyenda negra de los bomberos incendiarios. Según sus conocimientos, ¿cómo
se producen la mayoría de incendios?
-Acaba de publicarse recientemente un estudio del CSIC que afirma que en
el Estado Español el 96% de los incendios se deben a la actividad humana. De
ellos, más del 80% son provocados intencionadamente y el resto son
negligencias o fallos estructurales (por líneas eléctricas en mal estado,
por falta de mantenimiento en las líneas de RENFE...). Con lo de los cuatro
brigadistas te diré que nunca se ha detenido a un agente forestal por
provocar un fuego, pero sí se ha pillado a gente que se contrata
temporalmente para trabajos de extinción. Es cierto que se han producido
incendios para incentivar las contrataciones, pero eso es una demostración
de la mala política que se hace. Porque si llevas a cabo una buena política
de creación de empleo, que sea estable a lo largo del año y consista en
contratar a la gente no sólo para extinguir sino para que se realice
prevención, las cosas cambiarían.
-¿Realmente interesa apagar el fuego o que éste siga
siendo un buen negocio?
-Los incendios forestales se han convertido en un negocio, existe poca
racionalidad y hay muchas situaciones para revisar. Por ejemplo, hay que
analizar si son necesarios tantos medios aéreos, por qué se contratan esos
medios aéreos, si la distribución de las bases de estos medios aéreos es la
más racional, por qué no hay más implicación de ciertas instituciones, o por
qué no hay coordinación entre las administraciones. Hay muchísimos intereses
económicos alrededor de los incendios, de hecho se contratan a empresas
privadas un montón de máquinas precisamente para estas labores. Se dilapida
muchísimo dinero, lo cual no quiere decir que no sean necesarios los equipos
de extinción.
-¿Qué intereses hay en que siga habiendo incendios,
puesto que no se ponen soluciones serias para evitarlos?
-Creo que más que intereses, la causa es que vivimos en un país en el
que los políticos actúan con bastante prepotencia, en el sentido de que
diseñan políticas en una línea de pensamiento único sin tener en cuenta lo
que piensa la sociedad o los distintos agentes sociales. En Galicia, por
ejemplo, la política forestal fue diseñada por los grandes grupos
empresariales, grupos de presión, digamos ENCE, FINSA y la industria
maderera. No fue diseñada en función de un desarrollo sostenible del medio
rural ni del aprovechamiento integral.
-¿Por qué asumimos mentalmente que llega el verano y lo
normal es que hay incendios, convirtiendo un hecho atípico en algo de la
época?
-Se ha asumido porque nos hemos inmunizado y consideramos que los fuegos
en verano son un endemismo más. Ver una columna de humo en la montaña es
parte de la tradición del verano, y hay poca población ya que se lo
cuestiona. Todo porque no hay campañas de concienciación y sensibilización,
en las que se demuestre a la población lo importante que son los bosques, la
biodiversidad... Hay que hacerle ver a la sociedad que lo que se está
perdiendo es muy importante.
-¿Podría ser que se ocultase información al ciudadano
para que no se rebele?
-Efectivamente. La ocultación y la manipulación de la información
siempre produce dos efectos: la ignorancia y la pasividad de la opinión
pública delante del problema y, contrariamente al fin perseguido, mayor
alarmismo y desconfianza cuando la cruda y triste realidad sale a relucir.
El año pasado desde el Comité de Defensa do Monte Galego elaboramos un
trabajo analizando distintos incendios forestales que se produjeron en
Galicia en 2004 y 2003. En él demostramos que la Xunta estaba ocultando un
45% de la superficie forestal real afectada. Así que a todos los datos
oficiales que se manejan hay que añadir un 45% más de superficie quemada.
Pero hay una máxima: ocultar la realidad no ayuda a solucionar el problema.
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