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SEPTIEMBRE 2005

ORIGENES
Dice
la Biblia que Dios creó a Adán, el primer hombre, y que de una costilla sacó
a Eva, la primera mujer.
Luego dice que Eva fue tentada por el demonio, la serpiente, y que indujo a
Adán al pecado, un pecado de desobediencia contra Dios, y que ambos fueron
castigados.
Este es el pecado original y el principio de todas las desdichas de la
humanidad.
Así, el hombre es una víctima y la mujer la culpable de sus males. Y así se
construyó la historia.
Claro que esta descripción infantil, ilógica, simple y cargada de intención
machista, de lo sucedido en el origen de los tiempos, o mejor, en los
orígenes de la humanidad, además de no poseer el más elemental rigor
científico, era evidente que tenía el tiempo contado. Cualquier persona
"normal", que someta a un mínimo análisis mental a la versión religiosa del
principio de la raza humana, verá que se trata de un invento destinado a
someter a la mujer a la esclavitud, a la dependencia del hombre y, sobre
todo, a la anulación de su gran poder, el que el polo negativo o sexo
femenino lleva implícito en su interior.
Hoy en día, y después de los últimos descubrimientos científicos sobre las
particularidades del cromosoma X, el que define a la mujer, y su manifiesta
"superioridad" sobre el que define al hombre, el Y, la historia se podría
redescribir de forma bien diferente.
Imaginemos que el Uno, el Creador, Dios, por razones inalcanzables de
momento para la mente humana, decide crear. Su intención, oculta en su
Mente, se plasma en parte con su primera creación, la Madre, lo Femenino.
La Madre, surge pues del Uno, del Creador, como una parte de Sí mismo, como
sustancia de Su sustancia.
Aquí surge la primera pregunta lógica en contraposición al relato bíblico...
¿Puede haber hijos, descendencia, si no hay Madre? Sigamos. Ya tenemos al
Padre, el Uno, el Creador, y también a la Madre, su Creación, su Hija.
Pero la Hija-Madre contiene en sí, en su interior, la Vida. Y la Vida
contiene el germen del Padre, que en El es Uno y que en la Hija-Madre se
divide en Dos. Nace así la dualidad, los pares de opuestos.
Pero el Dos de la Hija-Madre, más el Uno del Padre, forman el Tres, que es
el triángulo de la Vida.
Según el relato bíblico, en el "paraíso" había tres inquilinos.
Adán, Eva y la serpiente. ¿Casualidad? Tres polos o puntos de un triángulo
muy definido. De hecho, según la Biblia, repito, todo el problema surgió de
la relación entre esos tres "inquilinos".
En realidad, lo que la Biblia considera "problema", es tan sólo el
principio, o el descenso, de la Vida, o sea, la aparición de los
descendientes de la Hija-Madre, los hombres y mujeres que llevarían en su
interior el germen del Padre, su semilla, y la dualidad de la Hija-Madre, o
sea, la base del conflicto futuro, porque la historia de la humanidad está
escrita sobre el conflicto, y es así porque con ello se da forma a la idea
del Padre, a su intención creadora y a su "desconocido" proyecto.
Ambos polos, hombres y mujeres, recorrerían un largo camino en el tiempo
para cargarse de experiencias, para desarrollar su Mente, herencia del
Padre, y para volver a fundirse en el tiempo futuro formando una sola
criatura, un "Hombre Nuevo", que plasmara en sí el Sueño o Idea del Uno, del
Creador.
La historia que relata la Biblia fue escrita por hombres, hombres que, en su
largo conflicto con su opuesto femenino, quisieron asumir todo el poder,
sobre todo porque tenían un potencial femenino y no querían ser dependientes
de él. Y aún continúa hoy en día la misma intención.
La verdadera historia original está escrita en los cromosomas X e Y, en su
relación, en las diferencias entre uno y otro.
El futuro no es del hombre ni de la mujer, sino de la Fusión de ambos, de
sus cualidades, para forjar una nueva criatura.
Pero antes, ambos tienen que comprender su origen y la razón de su
existencia.
No hay prisa. En la Mente del Uno ya ha ocurrido. ∆ |
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