Sin desmerecer al pollo ni a su
gripe, habría que recordarles a estos estadistas que el SIDA está
matando a más de ocho mil personas al día. Y si esto no es una pandemia,
que baje Pasteur y lo vea. |
|
NOVIEMBRE 2005
EL POLLO
POR ELENA F. VISPO
Y o que tengo gatos y
he tenido perros, peces, hámsteres y canarios, sé lo complicado que es que
se te ponga un bicho enfermo. Y si tienes varios, más, porque normalmente lo
que pilla uno lo pilla el otro, así que ya puedo imaginarme lo que debe de
ser tener una granja de pollos y que uno tenga la gripe. En esos casos, como
tengas un gobierno mínimamente responsable, lo mejor que te puede pasar es
que te has quedado sin granja. Lo peor, evidentemente, que encima te
contagies tú.
Con esto de la gripe aviar, también llamada gripe del pollo por razones
obvias, hay mucho mito y una no sabe a que atenerse. Por un lado, el
gobierno lo tiene todo perfectamente controlado, y aunque se nos cuele algún
ave enferma tampoco pasa nada, porque si la cocinas es imposible que te
contagies. Bueno, pero si esto es así ¿por qué tanto follón? Dentro de poco
ya veo a la Ministra de Sanidad comiendo filetes de pollo en directo, tal
cual Fraga en Palomares o, más recientemente, Arias Cañete hinchándose de
churrasco cuando lo de las vacas locas.
Parece ser que de momento no hay riesgo de que se contagie el virus de
persona a persona, aunque parece ser también que hay un caso documentado en
Tailandia, en septiembre de 2004, cuando se contagió una familia en la que
la madre nunca había tenido contacto con las aves, sólo con una hija
enferma. Pero bueno, tampoco se pudo probar nada.
En fin, no sé. El problema es que como últimamente nos amenazan con el coco
cada dos por tres, una parece que se inmuniza contra las terribles amenazas
de la salud pública. También el SARS iba a ser la hecatombe, y luego no pasó
gran cosa. Y eso que aquí no se tuvo mayor cuidado. Cuando despuntaba el
famoso Síndrome Agudo Respiratorio Severo en Canadá, fui a recoger al
aeropuerto a un amigo llegado directamente de Toronto, que aterrizó con un
gripazo (normal, no de pollo) por culpa del aire acondicionado del avión. Es
decir: ojos lacrimosos, nariz goteante, congestión, estornudos continuos...
vamos, los síntomas más evidentes del SARS. Y cruzó la aduana tan pancho, a
nadie se le ocurrió preguntarle por qué cada paquete de kleenex le duraba
quince minutos.
Quiero con esto decir que me río de las medidas de seguridad que le van a
poner a la gripe del pollo. Más que nada porque es imposible poner puertas
al mar. Propongo como idea absurda que hagamos como en Ceuta y Melilla:
construyamos vallas muy muy altas de manera que las aves migratorias no
puedan entrar al territorio español. Y si intenta entrar cualquier tipo de
virus o potencial problema, que se quede fuera. Si damos por hecho que va a
haber muertos por este tema, más nos vale que no se mueran dentro de
nuestras fronteras ¿no?
Los más alarmistas advierten de que históricamente ya va tocando una
pandemia de éstas que dejan totalmente diezmada a la población. Como la
gripe española o así. Claro que, sin desmerecer al pollo ni a su gripe,
habría que recordarles a estos estadistas que el SIDA está matando a más de
ocho mil personas al día. Y si esto no es una pandemia, que baje Pasteur y
lo vea.
Estadísticas aparte, lo que sí tengo yo claro es que, con gripe o sin ella,
aquí en algún momento se va a montar un pollo. Lo digo, sobre todo, porque
en esta zona del "primer mundo" estamos muy tranquilos, pero por ahí fuera
están cayendo chuzos de punta, en forma de catástrofes naturales o
provocadas. Y tal y como está el patio, algo nos tiene que tocar en algún
momento.
Ante semejante perspectiva, yo de momento voy a ver si me vacuno de la gripe
normal. Algo es algo. ∆ |