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MAYO 2005

ILUSION POR INVESTIGAR

CARLOS MARTINEZ ALONSO
-Presidente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas CSIC-

CARLOS MARTINEZ ALONSO

Inmunólogo de reconocido prestigio internacional, Carlos Alonso ha desarrollado su carrera científica en los más destacados centros de investigación inmunológica del mundo. Regresó a España para trabajar en el Centro de Biología Molecular "Severo Ochoa" y posteriormente en el Centro Nacional de Biotecnología. Desde hace un año es presidente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), y su sueño es conseguir que esta institución plasme sus investigaciones básicas en aplicaciones prácticas que generen riqueza y productividad.

 

 

 

 

"Una de las consecuencias de los avances médicos es que aumentará todavía más la diferencia entre ricos y pobres, debido al coste de los fármacos"

 

 

 

 

CARLOS MARTINEZ ALONSO
 

 

 


"Las enfermedades mentales son producto de la estructura social en la que vivimos"


Texto: J.M. López // Fotos: Valvanera

-En un par de años el CSIC será centenario. En su toma de posesión habló de una transformación necesaria dentro de este órgano, ¿cómo es el Consejo que usted imagina?
-Un organismo en el que haya menos burocracia, donde exista libertad para trabajar y donde lo que prime sea la creatividad, la ciencia y la tecnología de excelencia. Además tiene que ser un organismo donde seamos capaces de atraer a los jóvenes más brillantes a la carrera científica.

-Siempre que puede, recuerda que los recursos públicos dedicados a la investigación sirven de forma extraordinaria como catalizadores del desarrollo tecnológico. En este sentido, ¿en qué han cambiado las cosas en nuestro país con el nuevo gobierno?
-El presidente Zapatero representa un punto singular, porque es la primera vez que alguien apuesta durante la campaña electoral por la ciencia, la innovación y la investigación como motor de desarrollo. Zapatero se comprometió a incrementar el 25% del presupuesto anual y a duplicar el porcentaje del PIB dedicado al I+D. Eso representaría un éxito extraordinario porque el mecanismo para garantizar que un país sea dueño de su futuro, dominado por la ciencia y por la tecnología, es primero la financiación y segundo basarse en la excelencia.

-Usted comenta que el siglo XXI será el de la revolución médica. ¿Cómo visualiza la medicina del futuro?
-Con estas características: anticipativa, individualizada, predictiva y regenerativa. Es una medicina basada en la identificación de las causas moleculares de las enfermedades, en el diagnóstico precoz de éstas y en el diseño de nuevas herramientas terapéuticas que actúen selectivamente sobre esas alteraciones que son responsables de las enfermedades. Eso junto con la utilización de las células madre y la medicina regenerativa, constatarán los dos pilares fundamentales de la medicina del siglo XXI.

-La nueva medicina, al ser individualizada, será sin duda más cara. ¿Contribuirá eso a aumentar todavía más la diferencia entre ricos y pobres?
-Esa es una de las consecuencias de estos avances. El coste de los fármacos que se desarrollan para esta medicina está entre 500 y 1.000 millones de dólares, por lo tanto difícilmente los países en vías de desarrollo van a tener acceso a ella. Y eso debería ser una preocupación social en nuestro entorno. ¿Qué vamos a hacer con el tercer mundo? Tenemos que garantizar que también a ellos va a ser extensible esta tecnología y para eso hay que crear una conciencia de responsabilidad y de solidaridad hacia el tercer mundo que en este momento yo creo que desgraciadamente no existe.

-El siglo pasado se ganaron importantes batallas a las enfermedades infecciosas, y este siglo serán el cáncer y las enfermedades cardiovasculares los enemigos a batir. ¿Qué vendrá después?
-Hoy no lo sabemos. Sin embargo, yo creo que el siguiente paso va a ser entender las interacciones entre los distintos tipos de patologías. O sea, lo que hemos descubierto ahora es que no existe la enfermedad, que lo que existe es el enfermo, y por eso la importancia y relevancia de esta medicina individualizada. Lo que ahora englobamos como una patología única, es posible que cuando tengamos elementos moleculares para definirla, descubramos que es en realidad una heterogeneidad de patologías o esté ocasionada por distintas alteraciones. Y ése va a ser, yo creo, el gran resultado del futuro: el desbroce y la clasificación en términos moleculares de las enfermedades.

-Gracias a los avances médicos nuestra sociedad goza de una calidad de vida cada vez mayor, sin embargo las enfermedades mentales aumentan progresivamente. ¿Debería dar un giro la investigación médica hacia este tipo de patologías crecientes?
-Yo creo que este tipo de enfermedades son producto de la estructura social en la que vivimos. Lo que tenemos que garantizar es una estructura social que incorpore de una manera más acorde al individuo. Y ese proceso no se ha iniciado todavía. Por ejemplo, hace un tiempo en el CSIC tuvimos un curso dedicado al trabajo no remunerado. En él se expuso que todas las estructuras y análisis económicos que se hacen actualmente, son en base a la economía de trabajo remunerado, que resulta que es sólo la tercera parte del total del trabajo que se realiza. Con lo cual toda nuestra economía, todo nuestro desarrollo social está basado en un tercio de lo que es la realidad. La estructura social por lo tanto, necesitaría ser totalmente diferente a la de ahora.

-Ha comentado usted en alguna ocasión que el sistema inmune es extrapolable a las sociedades humanas. ¿Podría poner algún ejemplo?
-El sistema inmune es un sistema cuya función es garantizar la supervivencia de los individuos y eso lo hace a través de la generación constante de nuevos elementos que son capaces de reconocer todas las entidades moleculares, entre ellas componentes propios. Dentro del propio sistema hay estrategias para avisar de que aquellos componentes que podrían generar enfermedades, sean adecuadamente tratados. Y eso que hemos aprendido del sistema inmune lo podemos extrapolar a la sociedad. En la sociedad tenemos una diversidad que es la base de nuestra riqueza. Dentro de esa diversidad hay individuos que luchan contra el sistema, lo mismo que harían aquellos que en el sistema inmune lucharían contra los componentes propios. En la sociedad ese control se establece en base a tres criterios. El primero es la eliminación física de los elementos negativos (la pena de muerte), una estrategia que en el sistema inmune no funciona. El segundo elemento es el aislamiento social (la cárcel). En el sistema inmune hay elementos similares al encarcelamiento, pero tampoco son la mejor opción. El sistema inmune lo que ha probado es que la mejor respuesta es la educación: el educar a aquellos elementos que actúan contra el sistema y en base a la educación se transforman en elementos útiles para el sistema. Esa es la aplicación que podríamos dar a nuestra sociedad. Incluso a aquellos elementos que tratan de destruir la sociedad, lo que hay que hacer no es ni destruirlos físicamente ni arrestarlos, sino educarlos para que actúen en beneficio de ella.

-¿Estamos programados para envejecer y morir, o en realidad el deterioro del cuerpo se debe a un cúmulo de daños y errores?
-Evidentemente se van produciendo errores, pero al final morimos porque fracasa el corazón, el hígado o el páncreas. El objetivo es sustituir esos órganos, regenerarlos constantemente para así ir retrasando la mortalidad. Por eso lo primero es entender las causas fisiológicas del envejecimiento. Y si entendemos esas causas posiblemente seremos capaces de modificarlas y por tanto retener, alterar o prevenir el envejecimiento. ∆

Carlos Martínez ha participado en el ciclo "Ciencia y siglo XXI" que ha organizado la Fundación Sierra Pambley (León)

   

   
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Última revisión: abril 07, 2011. 
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