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MARZO 2005
LA MADRE UNIVERSAL
¿Qué ocurriría si un día descubriéramos que el hombre es un embrión en
gestación en el cuerpo de una Madre cósmica?
¿Qué ocurriría si pudiésemos comprobar que aún no hemos nacido, que
simplemente nos estamos desarrollando en el vientre de nuestra Madre y en
ese desarrollo vamos forjando poco a poco nuestra verdadera naturaleza, la
que un día, cuando salgamos a la vida, nos calificará como hijos de nuestra
Madre?
¿Está la mente humana preparada para asumir semejante posibilidad y los
cambios que ello conllevaría?
No, por supuesto que no. Pero ¿es realmente así o es una teoría más de
ciencia ficción?
Imagínense ahora a un niño, un feto, en el interior de su madre. ¿Cuál es su
nivel de consciencia? ¿Qué percibe o que conoce del exterior? ¿En qué se
parece la vida que existe en su esfera con la que existe en el exterior?
Para el niño, el feto, el cien por cien de su existencia está basado en la
dependencia de su madre. De ella recibe, percibe, siente y hasta se cree que
sueña con los sueños de ella.
Exactamente así debería ser, y era antes, con los hombres y la Madre Tierra.
Algo que se ha perdido, pero que no por eso deja de seguir siendo una
realidad.
En el vientre, que es la Tierra, se desarrolla el feto, que es el ser
humano. Pero ello ocurre dentro del cuerpo de una Madre Cósmica, donde la
Tierra es tan sólo el vientre, o si se prefiere, la matriz. Y en dicha
matriz se está forjando una nueva criatura, un nuevo hombre, el Hijo de la
Madre Cósmica, su descendiente, el precurso de una nueva raza que cambiará
el destino del Cosmos, que levantará y construirá una nueva forma de vida,
una existencia totalmente diferente a la actual.
Y en el cuerpo de la Madre Cósmica existen otros mundos, con otras criaturas
que están atentas al desarrollo y evolución del feto humano, que colaboran
en sus cuidados, que velan por su seguridad.
Ellos son conscientes de que su Madre está embarazada, y que la criatura que
nacerá es diferente a todas, porque porta en sus genes lo que todos siempre
estuvieron esperando, el germen de la Mente, de una nueva Mente que alberga
en sí misma el Poder más elevado del Cosmos y que aportará a todos el más
inimaginable espíritu de la Libertad.
Sólo que dicha Mente hay que aprender a manejarla, hay que saber dominarla y
utilizarla, por eso todo ocurre dentro de la matriz donde todos los cambios
son posibles, donde los aparentes daños o problemas ocasionados por las
"prácticas" del feto humano no afectan al resto del cuerpo.
También por eso el feto humano no es consciente de la vida existente más
allá de su esfera, porque si lo fuera afectaría negativamente su desarrollo.
La vida del exterior sólo puede intervenir para apoyar o ayudar en el
desarrollo del embrión, nada más.
Y si todo esto fuera así... ¿quién sería la Madre Cósmica?
¿Y quién sería el Padre del que el hombre recibió la herencia genética?
Estas preguntas sólo las puede responder quien descubre la verdad de la
existencia, el porqué de la creación, quien encuentre su sitio, su verdadera
dimensión en el organigrama cósmico.
Pero tenemos pistas, tenemos evidencias que ayudan al buscador a encontrar
sus respuestas, porque es la criatura humana, en el proceso de desarrollo de
su Mente, la que debe encontrar las respuestas a su razón de ser, al sentido
de su existencia.
Y las respuestas están dadas en la historia de esta humanidad, en la
sabiduría de los antepasados, en las palabras del Hijo Cristo, y de otros
que supieron ver y comprender la Voluntad de Su Padre.
Pero la vida en este Planeta, en esta matriz cósmica que es la Tierra, sólo
encontrará el equilibrio cuando el feto humano, la nueva criatura, comprenda
quién es, dónde está y para qué fue concebido.
Mientras tanto, el proceso conllevará ciclos, tiempos, donde el dolor
forjará la sabiduría y el error conducirá a la consciente utilización de la
Mente.
Y así hasta que el Nuevo Hombre pueda abandonar la matriz y moverse
libremente por el resto del Cuerpo, por la Madre, compartiendo con las demás
criaturas su cualidad por excelencia, la Mente, mostrándoles la Mente,
entrenándoles en el uso de la nueva Mente. ∆ |
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