e nacido
para contar historias y no para otra cosa", explica este argentino afincado en
España. Quizá por ello aunque se licencia en Relaciones Internacionales acaba
trabajando como corresponsal para un periódico de su país. Razones de trabajo le
llevan a Calcuta. Tenía que entrevistar a la Madre Teresa a pesar de su delicado
estado de salud. Por esta razón, la entrevista dura escasos cinco minutos pero
Zin llama a su periódico y se queda en Calcuta tres años. Así empieza esta
historia...
-¿Qué te llevó a dar ese golpe de timón a tu vida?
-Llevaba dos años viajando de corresponsal por Asia y América Latina y vi
cosas tremendas: mucho dolor, injusticias. Sentí la necesidad de hacer algo con
todo aquello, colaborar de alguna manera. Así que cuando me enviaron a Calcuta a
entrevistar a la Madre Teresa di un quiebro. Decidí dejar de escribir durante un
tiempo para centrarme en un trabajo en la calle. Y no fue en concreto la Madre
Teresa la que me hizo cambiar de idea -sólo pude entrevistarme con ella cinco
minutos-, sino lo que vi en aquellos hogares. Fue un impacto tan fuerte que me
quedé en Calcuta tres años para poder vivir al lado de toda aquella gente entre
la pobreza, la miseria y la alegría de vivir. De esa experiencia nació el libro
"Un voluntario en Calcuta". Creo que he nacido para contar historias. Pienso que
cada uno tiene su lugar y desde donde está -si se lo propone- puede hacer algo.
-¿Qué te aportó el viajar ligero de equipaje?
-Todo. Eso es lo más importante. Dejé lo poco que tenía en aquellos momentos
y me marché tres años. El hombre ha sido siempre un nómada, un buscador. Hay que
estar despierto, preguntarte por todas las cosas y si viajas con equipaje eso te
condiciona y al final, te pierdes muchas cosas. He visto cómo la gente pobre, a
pesar de la situación que tiene, vive mucho más intensamente y de una forma más
sana que cualquiera de nosotros. Siempre preocupados por las letras, la hipoteca
del piso, el modelo de coche que me voy a comprar y demás. No digo que "pasemos"
de todo eso, pero sí debemos de encontrar un término medio donde unos no tengan
tanto y otros tan poco.
-Vivir de cerca todo aquello me imagino que cambiaría el concepto de vida que
tenías hasta entonces...
-Por supuesto. El dolor tan tremendo de aquellos niños de la calle, la
pobreza extrema que vi en Calcuta en las chabolas sin duda me generó un
compromiso que me impide dar la espalda a todas esas personas y me obliga a
luchar infatigablemente en medio de la ciudad donde existe tanto individualismo,
tanta soledad y donde es tan fácil perderse. Por eso estoy contra este sistema
en el que vivimos porque no creo en el competir, sino en colaborar, en consumir
de una forma responsable, en compartir, en amar.
-Cuando regresaste de ese viaje, fundaste la filial española de Acción por la
Infancia, una ONG encaminada a velar por el bienestar de los niños en el mundo.
¿Qué descubriste en la mirada de aquellos niños?
-Después de tres años de experiencia en Calcuta se me ocurrieron muchas
ideas para ayudar a aquellas gentes. Vi además que tenía cierta facilidad para
organizar proyectos, idear campañas, recaudar fondos, que además conocía de
primera mano los problemas ya que había puesto voz y rostro a aquellos niños,
así que me vine a España y me puse manos a la obra. Siempre me han conmovido los
niños, especialmente los de la calle. Esa sonrisa, ese brillo en los ojos a
pesar de todo lo que están viviendo. Creo que es una lección que todos
deberíamos de asimilar. Eso supondría un soplo de aire puro para nuestra
sociedad, donde no se valora nada. Allí sienten alegría con cualquier cosa, hay
agradecimiento a pesar de estar condenados a buscar todos los días algo de comer
entre la basura.
El siguiente destino de Hernán Zin fue Camboya, donde en principio fue a
abrir junto con la ONG Global Humanitaria un hogar para niños víctimas del
turismo sexual y al final y de forma fortuita, acabó investigando el universo de
la prostitución infantil. Resultado de toda aquella aventura: pederastas en la
cárcel; 120 niños fuera de las calles y los prostíbulos; denuncia de parte del
entramado que estaba detrás de este gran negocio; además de un documental que
recogió testimonios de los niños, entrevistas con los pederastas, la policía y
que se divulgó en las principales televisiones de todo el mundo.
- De toda tu experiencia surgió el libro "Helado y patatas fritas", el
"regalo" que recibe un niño de la calle a cambio de sus favores sexuales.
-Creo que es imposible dar una solución a este problema si antes no se
habla de ello, por eso quise hacerlo. Debemos de echar un ojo al mundo que entre
todos estamos construyendo donde los recursos están tan mal repartidos y un niño
se ve obligado a vender su cuerpo para poder comer. Confieso que me impresionó
lo que vi. Esa capacidad del ser humano de hacer daño y la incapacidad de
ponerse en el lugar del otro y ver qué estoy produciendo en la otra persona. Se
trata de psicópatas que dan miedo, a los que veía en la calle todos los días,
actuando in fraganti con aquellos niños en medio de una total impunidad y
con conocimiento de las autoridades. Es increíble ver cómo el primer mundo tiene
esa capacidad de ir con su dinero y avasallar, comprar, explotar a niños y
abusar de ellos. Cuando terminó esta experiencia no pude dormir en una larga
temporada. Y si esto me pasa a mí que soy adulto, tengo educación y soy capaz de
defenderme, cuál será la dimensión del trauma en uno de esos niños que luego no
pueden dormir, se hacen pis en la cama, tienen relaciones entre ellos, etc. La
publicación de todo esto sirvió para poner en marcha una ONG que se llama
Protect y que ha conseguido mandar a la cárcel a pederastas, cosa que hasta
cierto punto es gratificante.
-¿Qué hay en la mente de un adulto que llega a abusar de un niño?
-Sobre todo un desprecio por el otro. Una tergiversación de la realidad
diciendo que en el fondo al otro le gusta, que se trata de tabús culturales
cuando la realidad es que el niño lo hace porque tiene hambre. ¿Cuánta gente sin
estar "enferma" se va a Cuba de turismo sexual buscando a gente desesperada,
pobre, en las favelas para estar con ellas a cambio de lo que sea? Estamos en
una sociedad muy enferma que se niega a ponerse del lado de los débiles.
-En algún sitio he leído que cada día se abren más de cien páginas web en el
mundo de pornografía infantil. ¿Hay alguna manera de poner fin a esto?
-El freno pasa por el actual sistema en el que vivimos. Un sistema que
alimenta el individualismo, el vivir agazapado cada uno dentro de su pequeño
piso, aislado. Se han cortado los lazos con la sociedad, estamos todos
escindidos. No hablamos entre nosotros, todos tenemos prisa. Esta soledad que
impera en occidente hace a las gentes muy desdichadas y a la larga llega a
enfermar a las mentes. Me asombra ese dato que me das y que posiblemente sea
cierto. La pregunta que se me ocurre es ¿qué estamos haciendo mal para que toda
esa gente saque a la luz su parte más oscura?
-¿Qué hay detrás de "La libertad del compromiso", tu último libro?
-La voluntad de contrarrestar la tendencia social actual de la que estamos
hablando. El mensaje que recibimos continuamente es: tú eres lo único
importante, sé feliz, consume lo que quieras, para ti siempre lo mejor. Este
libro es la antítesis, habla del conjunto, de unidad, de amar. Es como una gota
en mitad de un océano pero quiero seguir denunciando y apostando por otras
formas de vida. Creo que nadie se tiene que resignar con lo que le ha tocado
vivir. Nunca es tarde para dar un giro a tu vida.
-Has comentado que al final de tus conferencias muchas veces la gente se
aproxima y te dice que les encantaría hacer lo que tú hiciste pero que no se
atreven. Me recuerda aquellas palabras de Jesús: "Déjalo todo y sígueme".
-Si la gente que puede dar no se atreve a hacerlo, ¿quién lo hará? Si
fuéramos conscientes de que con una decisión que está en nuestras manos en
realidad podemos cambiar el mundo... Hay muchas formas, pedir una beca, ahorrar,
colaborar desde tu casa. Apuesto por una forma de vida basada en compartir,
amar, entregarse a los demás, sentirse hermano del resto de la humanidad. Todo
lo contrario a lo que nos han hecho creer. Parece, como bien dices, que el
mensaje de Jesús ha caído un poco en saco roto.
-¿Por qué crees que todavía no se ha interesado ninguna cadena de televisión
por tu última serie documental: "Gente que cambia el mundo"?
-Buena pregunta. Creo que por miedo. En estos momentos se apuesta por lo que
a priori saben que va a dar dinero, como por ejemplo "Gran Hermano". La calidad,
el mensaje, los valores morales no son importantes. Cuando a un niño se le
pregunta qué quiere ser de mayor y te dice que "muy rico", eso es algo terrible.
Somos una sociedad enferma donde está todo tergiversado. Por mi parte, sigo
trabajando en lo que creo, colaboro habitualmente en medios de comunicación
pequeños donde afortunadamente tengo más libertad, doy conferencias, todos los
años edito un calendario de fotos solidario, escribo libros y colaboro con
documentales. ∆