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EL ARBOL DEL BUHO

 

  En realidad las cosas importantes son las cosas pequeñas, las cotidianas, las palabras sinceras que salen desde dentro, las que transmiten lo que realmente pensamos, las que se dicen para crear, para construir y para perfeccionar nuestra vida en común.

 

JUNIO 2005

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EL PIANISTA
POR ELENA G. GOMEZ

De vez en cuando las noticias nos sorprenden con casos misteriosos como el del Pianista, ese hombre que apareció hace unos días y del que nadie sabe, hasta la fecha nada.
Desde el primer momento en que lo vi en la pantalla del televisor, me llamó la atención por su mirada. Una mirada llena de confusión, de temor. Parecía un niño que se había perdido y caminaba asustado. De cualquier manera es un personaje misterioso que bien puede ser el superviviente de un desastre social, familiar, religioso e incluso militar. También puede ser un gran actor que quiere darse a conocer o puede ser un extraterrestre, como la protagonista del Quinto Elemento, que está tomando contacto con el planeta y del que no puede asimilar tanta violencia, egoísmo y destrucción.
Y es que el Pianista puede ser el reflejo de muchas personas que, como él, vagan por el mundo sin identidad, sin un pasado que deseen recordar, sin un futuro por el que quieran luchar. Y en medio de todo ello hay algo mágico, el auténtico origen de toda esta incertidumbre: su silencio.
Sí, el silencio es la clave de todas las cosas, la clave del misterio, la clave hacia lo desconocido y paradójicamente, el único método para que te empiecen a escuchar. Porque no hay nada que más fascine al ser humano que las cosas misteriosas, aquellas que no puede clasificar ni entender, aquellas que se escapan a sus medidas y sus esquemas. Tal vez por eso el Pianista ocupó ese tiempo tan valioso y caro de los informativos televisivos, un tiempo que está reservado a contar las mentiras y peleas de los políticos, a las escenas de muertos a las que ya nos hemos acostumbrado, a los accidentes de tráfico, a las pateras y a la violencia que cada día crece más.
Tal vez el caso del Pianista sea algo más que un misterio por resolver, y quizá lo que más nos atraiga sea no saber de dónde es ni por qué está así, sino su silencio.
Ese silencio con el que nos hace reflexionar. Reflexionar sobre lo importante que es la comunicación entre los seres humanos y la poca importancia que le damos.
Y estando en todo esto se me ocurrió pensar en qué pasaría si, al igual que existe el Día de la Tierra, el Día de los Derechos Humanos, el Día de las Letras, etc. se estableciera el Día del Silencio.
Dejando volar la imaginación se me ocurren cantidad de cosas que eso implicaría.
Imagínese, por ejemplo, el Día del Silencio de los políticos. Ese día no podrían hacer promesas falsas y mucho menos insultarse unos a otros, por tanto ese día, sobre todo a la oposición, no le quedaría más remedio que coger un "moscoso" porque se encontraría que no tendría nada que hacer.
Un problema al que tendrían que enfrentarse las televisiones en el Día del Silencio es que no podrían emitir la mayoría de sus programas, con eso nos libraríamos de tantos y tantos programas basados en el cotilleo, en contar la vida de los demás, y no les quedaría más remedio que volverse creativos y hacer programas sobre el estudio y la observación de la naturaleza y, ¿quién sabe?, tal vez con ello se lograría que algunas personas escucharan por primera vez el sonido del mar, o el canto de los grillos, o que vieran el nacimiento de un caballo.
Piense, por ejemplo, que la fiesta de su pueblo cae en el Día del Silencio, imagínese cuántos chistes fáciles no tendría que reír, cuántos comentarios no tendrá que aguantar, cuántas mentiras no tendrá que decir a sus cuñadas.
Imagínese cuántas parejas no podrían discutir ese día, cuántos jefes no podrían reñir a sus trabajadores y, sobre todo, cuántas cosas no dirá y por tanto no tendrá que arrepentirse después.
Cuanto más pienso en ello más me gusta la idea, imagínese un día entero sin el sonido del teléfono, sin tener que estar pendiente de no olvidarte del móvil.
Y es que el Día del Silencio sería como recuperar algo del pasado, porque el silencio está unido al tiempo, a la mente, a la profundidad.
Y es que al no tener que hablar nos quedaría todo un día para pensar, para reflexionar sobre nuestra vida, y tal vez desde ese silencio nos demos cuenta que en realidad las cosas importantes son las cosas pequeñas, las cotidianas, las palabras sinceras que salen desde dentro, las que transmiten lo que realmente pensamos, las que se dicen para crear, para construir y para perfeccionar nuestra vida en común.
Podría incluso ocurrir que después del Día del Silencio necesitásemos hablar menos, hablar realmente cuando hay necesidad.
Y, quién sabe, a lo mejor después del Día del Silencio, aquellas personas que siempre tienen algo que decir porque conocen y entienden de todo, se lo piensan mejor y empiezan a hablar cuando realmente saben lo que deben decir, o sea, casi nunca.
Pero, volviendo al principio, no sé como terminará la historia del Pianista, pero lo que sería magistral es que el silencioso hombre del piano, ese que sólo se comunica mediante el lenguaje universal de la música, ése lenguaje que no tiene fronteras, ni barreras, ése que nos une a todos por igual, un día desapareciera igual que apareció, y que nunca nadie supiera lo que había pasado con él.
Así, podríamos contar a nuestros hijos que un día apareció un hombre misterioso que no hablaba y del que nunca nadie supo nada de él, un hombre que desde su silencio hizo que valorásemos cada una de las palabras. ∆

   

   
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Última revisión: abril 07, 2011. 
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