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"La OMS califica las enfermedades mentales y neurológicas como la lacra del siglo XXI"

JULIO 2005

MENTES
EN PELIGRO

Una de cada cuatro personas, o lo que es lo mismo, el 25% de la población mundial sufre en algún momento de su vida un trastorno mental. Son cifras de la OMS que además prevé que los trastornos mentales aumentarán considerablemente en los próximos años.

Texto: Carolina Fernández

Han saltado las alarmas. Desde 2001 la Organización mundial de la Salud ha hecho de la atención a los problemas mentales una de sus prioridades. A comienzos de este año, los ministros de Sanidad de los 52 estados miembros de la Unión Europea se reunieron en Helsinki para tomar conciencia de la gravedad de la situación y hablar de estrategias, sobre todo teniendo en cuenta que Europa tiene la tasa más alta de prevalencia de este tipo de trastornos. Se estima que unos 70 millones de europeos padecen un trastorno mental, en un abanico que abarca desde la depresión, un trastorno alimentario, la esquizofrenia o las ideas suicidas. Y lo más grave: casi el 80% no están diagnosticados y por lo tanto no están siendo atendidos por los sistemas sanitarios. "Las enfermedades mentales son tan mortales como las físicas. En Europa hay más suicidios que víctimas de la carretera", afirma el comisario europeo de Sanidad y consumo, Markos Kyprianus. En el resto del mundo se habla de 400 millones de personas afectadas. La OMS advierte de un aumento importante en las próximas décadas, y califica las enfermedades mentales y neurológicas como la lacra del siglo XXI. La depresión, por ejemplo, que hoy es la quinta causa de discapacidad, será la segunda en veinte años, sólo por detrás de la enfermedad coronaria.

"En España se producen mil homicidios al año. De éstos sólo cinco o seis los comete un enfermo mental, lo que significa que son muchísimo menos agresivos que la gente normal".

Pero ¿qué entendemos por enfermedad mental? El Ministerio de Sanidad español la define como una alteración de tipo emocional, cognitivo y del comportamiento, que altera procesos psicológicos básicos como la emoción, la motivación, la cognición, la conciencia, la conducta, la percepción, la sensación, el aprendizaje, el lenguaje, etc., creándole dificultades a la persona para adaptarse a su entorno cultural y social. Según la American Psychiatric Association pueden distinguirse distintos trastornos, que afectarían al estado de ánimo, la personalidad, la alimentación, el sueño, la sexualidad, así como trastornos psicóticos, de ansiedad, etc. Las causas son complejas, y a menudo se suman varios factores. Puede influir la predisposición genética a padecer alguno de estos trastornos, las lesiones cerebrales, el consumo de sustancias, cuestiones ambientales o culturales... En realidad se sabe que todos estos ingredientes pueden tener una influencia importante, pero poco más se conoce de las causas, ni en qué medida impactan en el proceso de desarrollo de una enfermedad mental. El doctor José Cabrera, psiquiatra y asesor Científico de FEAFES (Confederación Española de Agrupaciones de Familiares de Enfermos Mentales), allana la definición: "Los psiquiatras, para entendernos entre nosotros, decidimos de mutuo consenso que cuando una persona no puede controlar su actividad psíquica anormal, estamos hablando de una enfermedad mental importante, y cuando sí la puede controlar aunque sufra por ello, estamos hablando de un trastorno mental menos importante. ¿Eso qué significa? Significa que una persona con neurosis de ansiedad padece y sufre, pero distingue lo que es real de lo que no lo es, mientras la persona con esquizofrenia realmente tiene una enfermedad mental importante".

La disconformidad con el propio cuerpo genera numerosos conflictos personales y llega a poner en peligro la salud si se lleva al extremo.
Foto: Fer

 Buscando la felicidad
En la sociedad occidental la búsqueda del placer y el bienestar es en objetivo prioritario, y cuando no se logra alcanzar esas metas se generan como consecuencia estados de ansiedad y frustración. En Occidente, por ejemplo, la juventud no es sólo un estado biológico, sino un valor en sí mismo. Los estereotipos creados establecen que lo joven es bello, deseable, atractivo y debe ser preservado a costa de lo que sea, lo que choca de frente con el espectacular aumento de la esperanza de vida. La búsqueda de la juventud alimenta una importante industria que abarca desde la cosmética hasta la alimentación, desde los gimnasios hasta la industria de la moda, pasando por el negocio en alza de la cirugía estética: jóvenes a golpe de bisturí. La vejez es menospreciada, creando un falso mito basado en la belleza y la imagen. La disconformidad con el propio cuerpo genera numerosos conflictos personales y llega a poner en peligro la salud si se lleva al extremo. El tiempo de ocio se banaliza y la televisión ofrece modelos de conducta vacíos de contenido.
En las últimas décadas se ha vivido un gran cambio propiciado por importantes transformaciones en lo social, cultural y económico. Aparecen fenómenos como la exclusión, el desempleo, el individualismo. Las grandes ciudades generan situaciones de soledad, crece el aislamiento y la falta de comunicación; aumenta el consumo de drogas y la violencia. Se disparan las depresiones. Hay que destacar que en Occidente el suicidio es la primera causa de muerte no natural. Le siguen los homicidios y los accidentes de tráfico. Algunos críticos piensan que el suicidio es una forma de censurar la sociedad en que vivimos, como demostraría el hecho de que las cifras de suicidios aumentan en la medida en que crece la economía de un país. En España se estima que se quitan la vida unas 3.500 personas al año. En Europa 58.000. Y en EE.UU. 300.000. Las cifras nunca reflejan la realidad, puesto que muchos suicidios son encubiertos por los familiares.

La cocaína, por ejemplo, con mucha facilidad provoca síntomas psicóticos. "La persona pierde el criterio de realidad que compartimos todos."

"Cuando la Organización Mundial de la Salud dice que las enfermedades mentales repuntan, habla del globo en general, y no es lo mismo en todos los lugares del mundo -comenta el doctor José Cabrera-. En los países ricos aumentan los estados afectivos anormales como las depresiones, los estados de ansiedad, los problemas de estrés, los síndromes de una sociedad tecnocrática como la que vivimos, etc., a la vez que desaparecen los valores relacionados con el sacrificio. Tenemos una sociedad hedonista en la que la persona cada vez es más débil a la hora de enfrentarse a cualquier avatar, es decir, tenemos muchas cosas pero hemos perdido la capacidad de sacrificio, que en cambio se conserva en las partes del mundo más desfavorecidas. Por esa razón en la parte rica del mundo aumentan los problemas que tienen que ver con la afectividad, la depresión o el estrés".
El doctor Pérez de los Cobos, Jefe de Psiquiatría del Hospital Santa Cruz y San Pablo de Barcelona, prefiere ser prudente para no crear una sensación de catastrofismo. "Los cuadros depresivos y de ansiedad son realmente muy frecuentes, por eso no me parece una cifra tan escandalosa. También pienso que ahora somos mucho más capaces de detectarlas que antes. Yo creo que la vida que llevamos produce mucho estrés, pero los sufrimientos de una población por ruina económica y por no poder comer todos los días, eso sí produce un estrés incomparable. Y en ese sentido, si miramos retrospectivamente en nuestro país podemos decir que estamos mucho mejor que antes, aunque con ello no estoy defendiendo nuestro modo de vida porque creo que es un disparate".

En España un 15% de los menores de 20 años padece algún tipo de trastorno mental. El problema es que muy pocos tienen un diagnóstico adecuado y por lo tanto no hay un tratamiento eficaz. Apenas hay psiquiatras infantiles Niños en el punto de mira
Hasta hace muy poco tiempo se pensaba que sólo los adultos padecían determinados trastornos, como el estrés o la depresión. Pero los niños no se quedan atrás. Llama la atención el aumento en los más pequeños de enfermedades relacionadas con la mente. Tomando como ejemplo una comunidad como Asturias, las cifras muestran que dos de cada diez niños padecen algún tipo de trastorno mental. Según datos facilitados por el Servicio de Salud del Principado, cada año se registran alrededor de 1.300 nuevos afectados menores de 16 años, y las urgencias psiquiátricas infantiles han aumentado más de un 26% el pasado año. Los trastornos más frecuentes son los relacionados con el comportamiento, y el desarrollo emocional y psicológico. A menudo los problemas se ocultan detrás de otro tipo de actitudes, como el fracaso escolar, la hiperactividad o algunas conductas agresivas. Es sólo un ejemplo que muestra que algo preocupante está sucediendo, y no es un problema menor. Expertos de la Organización Mundial de la Salud han dado la alerta sobre este tema presentando cifras: la tasa de problemas emocionales como la ansiedad o la depresión ha aumentado en torno al 70% entre los adolescentes. "Los trastornos que estamos viendo en la gente adolescente son básicamente de tipo afectivo -explica el doctor José Cabrera-. Nunca hemos visto tanta depresión en chavales, por ejemplo. Hay que tener en cuenta que la salud mental infantojuvenil en España prácticamente no existe, por lo tanto estas cifras no las tiene nadie, pero están ahí. Baste decir que el suicidio es la segunda causa de muerte en los adolescentes a nivel mundial".

Se está registrando ya una relación directa entre el consumo de determinadas sustancias y el riesgo de desarrollar trastornos mentales.

Aunque es cierto que no hay números fiables, se estima que en España un 15% de los menores de 20 años padece algún tipo de trastorno mental. El problema es que muy pocos tienen un diagnóstico adecuado y por lo tanto no hay un tratamiento eficaz. Apenas hay psiquiatras infantiles y muy pocos hospitales tienen unidades específicas para ellos.
Las causas de estos números hay que buscarlas en los cambios que se han ido produciendo en la sociedad en las últimas décadas. El entorno social, familiar y cultural en el que se desarrollan los niños y adolescentes es fundamental. El modelo educativo ha pasado del autoritarismo a la excesiva permisividad, que pasa factura, traduciéndose en un aumento de los trastornos de conducta. "Antes los chavales estaban muy apegados a unos criterios familiares, a unos criterios de barrio -continúa el doctor Cabrera-, y en estos momentos no existen esos criterios. Estamos viendo entonces casos como el adolescente al que su novia le deja y se suicida, porque no tiene tolerancia a la frustración, no acepta el no. Se está generando una juventud que es muy maja y muy noble, pero también mucho más frágil que la de hace veinte o treinta años, y ya no te digo nada de los de antes de la guerra civil, que aguantaban todo".
¿Hacia dónde miran los jóvenes? ¿Qué pasos siguen? En una etapa de la vida en la que se están poniendo los ladrillos del futuro ¿qué referencias toman? "Lo que más llama la atención es la ausencia de unos valores claros en los adultos. No hay más que encender la televisión para comprender que somos un ejemplo errático. Con lo que ven en nosotros, los jóvenes no saben por dónde tirar. Y un chaval con 16 años no tiene criterio, no tiene experiencia. Y lo que sucede es que viven en una especie de confusión. Son muy fantasiosos y creen que los patrones que se ven en la tele y en el cine son los que hay que seguir, y claro, se generan unos líos psíquicos importantes. No hablamos de enfermedad mental, sino de trastornos afectivos sobre todo".

Las grandes ciudades generan situaciones de soledad, crece el aislamiento y la falta de comunicación; aumenta el consumo de drogas y la violencia. Se disparan las depresiones.   Alerta: drogas  
Cuando se habla de drogas lo más preocupante resulta ser la adicción y sus consecuencias en el organismo. Pocas veces se habla de otro tipo de problemas que aparecen no inmediatamente, sino al cabo de un tiempo. ¿Qué ocurre cuando el cerebro está siendo expuesto repetidamente al contacto con sustancias tóxicas? ¿Cómo le afecta y qué consecuencias produce? Además de los problemas derivados de la adicción, el consumo de determinadas sustancias provoca en el cerebro efectos devastadores, que están siendo estudiados.
Por muchas razones resulta preocupante el aumento en el consumo de drogas. Según un estudio recientemente presentado por la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD) titulado "La percepción social de los problemas de drogas en España 2004", la sociedad española es tolerante y permisiva con respecto al consumo de drogas, sobre todo el cannabis, al que sitúan en el último escalón de peligrosidad. Mientras desciende el consumo de heroína, aumenta el de otras sustancias, como el éxtasis, que se percibe como más barata y tentadora, sobre todo para el sector de población más joven. Los efectos del consumo en el cerebro están siendo objeto de estudio, puesto que se está registrando ya una relación directa entre el consumo de determinadas sustancias y la aparición de ciertos "problemas": quien consume sustancias aumenta el riesgo de desarrollar trastornos mentales, de la misma manera que quien padece un trastorno mental tiene más riesgo de desarrollar una adicción. El doctor José Pérez de los Cobos, psiquiatra, es además Presidente de la Sociedad Española de Toxicomanías. "Sabemos que una persona que está consumiendo sustancias de abuso, alcohol o drogas, va a tener trastornos mentales inducidos, es decir, causados por el contacto biológico de la sustancia con el cerebro. Esto va a hacer que se incremente la frecuencia de aparición de trastornos mentales".

"Vivimos en una sociedad hedonista en la que la persona cada vez es más débil a la hora de enfrentarse a cualquier avatar, es decir, tenemos muchas cosas pero hemos perdido la capacidad de sacrificio"

Los problemas más frecuentes son la ansiedad y la depresión. Pero también hay otros. La cocaína, por ejemplo, con mucha facilidad provoca síntomas psicóticos, que según explica el doctor Pérez de los Cobos, "quiere decir que la persona pierde el criterio de realidad que compartimos todos". Por ejemplo puede empezar a pensar que el que pasa por su lado es un policía camuflado, o que un coche aparcado le está vigilando.
Las pastillas provocan los mismos efectos: ansiedad, depresión y en algunos casos también síntomas psicóticos. Se cree que no son tan adictivas como por ejemplo la cocaína, pero sin embargo sí que pueden producir molestias psicológicas importantes.
El tratamiento en los medios informativos de las noticias relacionadas con este tema y la información que llega a los potenciales consumidores es importante. Recientemente la policía requisó en un control unos cuantos gramos de una sustancia conocida como meta anfetamina Cristal, una droga sintética considerada muy peligrosa, de escaso consumo hasta ahora en España, y de la que se advertía que podía producir Alzheimer. El doctor Pérez de los Cobos matiza: "No me gusta mucho el tratamiento que se le da a estas noticias, de tanto escándalo. La meta anfetamina no produce Alzheimer. Sabemos que es una sustancia tóxica para las células del cerebro, que las daña, y si hay un consumo repetido puede llegar a tener una traducción clínica. Otra cosa es que lleguen a producir Alzheimer, que es una cosa muy específica". La cocaína, por ejemplo, altera el funcionamiento de la neurona, pero no entra dentro de ella, sin embargo la meta anfetamina, sí se introduce en la neurona, dañándola. "Es mejor facilitar una información exacta y proporcionada, si no, las personas que llevan unos meses consumiendo la meta anfetamina y que evidentemente aún no han notado ningún efecto, se pueden reír del tema y pensar que noticias como ésta lo que pretenden es asustar. El mensaje pues sería el siguiente: si usted consume meta anfetamina durante tiempo, va a sufrir daños y va a empezar a notarlo en sus funciones intelectuales. Cuanto más tiempo se alargue el consumo, más daño se va a producir".

¿Dónde están los centros ocupacionales, centros de día, pisos tutelados? Que doten de presupuesto a la enfermedad mental en todas las comunidades, porque cuando falte la familia ¿qué va a pasar con estas personas? Si a esto no se le presta atención, explotará". Francisco Morata, presidente de FEAFES.

Sea como sea, el consumo de sustancias tóxicas resulta uno de los puntos más preocupantes para el presidente de la Sociedad Española de Toxicomanías. "Es un terreno en el que vamos realmente mal -reconoce-. Cada vez se consume a edades más tempranas. Y esto pensamos que tiene un impacto muy grande. No es lo mismo empezar a fumar nicotina a los treinta que a los doce años, porque a los doce todavía no se ha completado el desarrollo del sistema nervioso, y la entrada de esta sustancia modifica el proceso, con todo lo que eso pueda significar para la vida de esa persona. La adicción será más grave y más difícil de tratar. Esto nos debería preocupar muchísimo, porque vamos claramente a peor". Desde su experiencia, afirma que una de las causas principales del empeoramiento de la situación es la disponibilidad: donde hay sustancias, hay adicciones. "Vivimos en una cultura muy hedonista, como si disfrutar de la vida fuese un derecho que se plantea directamente en estos términos. Entre la población adolescente, el que no tiene un fin de semana a tope es poco menos que "un pringao" o algo raro le pasa. Si a esto le sumamos la disponibilidad de estas sustancias, tenemos un problema importante".

Expertos de la Organización Mundial de la Salud avisan de que la tasa de problemas emocionales como la ansiedad o la depresión ha aumentado en torno al 70% entre los adolescentes.
Foto: Fer

 En España
Las posibilidades de tratamiento y recuperación de la enfermedad mental han aumentado mucho en los últimos años. En España, los servicios sanitarios hace tiempo que iniciaron un camino de transformación de las viejas estructuras -los antiguos manicomios- en dispositivos de salud mental más modernos, adaptados a las nuevas necesidades y preparados para ofrecer un mejor servicio a los pacientes. Es cierto que ese proceso no ha sido todo lo beneficioso que debería, porque al abrir las puertas de los temidos manicomios, fueron las familias las que tuvieron que asumir prácticamente el 100% de la labor de atención a los enfermos. Como consecuencia muchos de ellos, que no contaban con apoyo externo, quedaron literalmente en la calle. "Decir que no se ha avanzado nada sería faltar a la verdad, sin embargo todavía queda mucho por hacer", comenta Francisco Morata, presidente de FEAFES, una Confederación que tras dos décadas de existencia agrupa a más de 170 asociaciones de todo el país.
Actualmente no es lo mismo tener una enfermedad mental en Cataluña que en Extremadura. Entre las Comunidades existen diferencias importantes. Algunas están a la cabeza en el tratamiento y la atención de este tipo de trastornos. Hablamos de Cataluña, Euskadi y Andalucía principalmente. Le siguen Valencia y Galicia, y quedan a la cola otras comunidades en las que la atención es de tercera y hasta de cuarta categoría. "Las autoridades tienen que prestarle a esto más atención, y cuando digo atención digo dinero -continúa Morata-. ¿Dónde están los centros ocupacionales, centros de día, pisos tutelados? Que doten de presupuesto a la enfermedad mental en todas las comunidades, porque cuando falte la familia ¿qué va a pasar con estas personas? Si a esto no se le presta atención, explotará".

Algunos críticos piensan que el suicidio es una forma de censurar la sociedad en que vivimos, como demostraría el hecho de que las cifras de suicidios aumentan en la medida en que crece la economía de un país.

 Recientemente un estudio en el que han participado 500 especialistas ha puesto sobre la mesa que el 90% de las personas que padecen esquizofrenia viven con su familia. Entre otras razones, esto se debe a que el 73% por ciento de los enfermos está inactivo, es decir, ni estudia ni trabaja. Es posiblemente la enfermedad mental que más repercusiones tiene en la convivencia y en la economía familiar. "Nadie que no tenga un esquizofrénico en casa puede comprender lo que eso significa. Se puede hacer una campaña en la televisión, pero es fugaz y a los cinco minutos se ha olvidado. Habría que hacer una campaña más de fondo" afirma el doctor Cabrera.
Paralelamente, se está haciendo un esfuerzo por mejorar la imagen del paciente, alejándola de estereotipos: "Una persona enferma mental, que esté tratada integralmente, puede estar conviviendo perfectamente con la familia y con la sociedad. Si eso no se hace es difícil que puedan tener una calidad de vida aceptable". Esta afirmación la hace Francisco Morata, padre de dos enfermos mentales. "Yo siempre decía que veía la enfermedad mental en un túnel largo y oscuro, pero ahora puedo decir que hay una luz pequeña al fondo, que es la que me anima a seguir luchando. Ahora somos 35.000 familias y esperamos que aparezcan las otras, que las hay. El problema es que ésta es la enfermedad de la vergüenza". Contra eso luchan, contra el estigma social. La enfermedad mental se advierte desde la barrera como algo peligroso y fuera de control. No se comprende y por lo tanto genera miedo en el entorno. Las asociaciones se esfuerzan en transmitir mensajes tranquilizadores. "Si hay casos de personas que comenten delitos, es porque no han estado tratados el tiempo suficiente para que cuando salgan a la calle estén estabilizados", comenta Morata. "Cuanto peor tratado esté un paciente psíquico, más peligroso es -continúa el doctor Cabrera-. Dicho esto hay que añadir que sólo entre un 3 y un 5% de los enfermos mentales graves producen una lesión a un tercero, y cuando esto sucede se comprueba que estaba sin tratamiento. ¿Esto qué significa? Pues teniendo en cuenta que en España se producen mil homicidios al año, y que de éstos sólo cinco o seis los comete un enfermo mental, significa que los enfermos mentales graves son muchísimo menos agresivos que la gente normal". Cuando algo de esto sucede, lo cierto es que los medios de comunicación tampoco ayudan mucho a acabar con los prejuicios, ya que normalmente el titular resalta la condición de enfermo mental. Por eso paralelamente se está llevando a cabo una campaña de concienciación en los medios para que colaboren informando correctamente y evitando expresiones que fomenten el miedo y la exclusión. ∆

 

 FUSION OPINA

Dice un libro escrito por un sabio que... "El todo es mente y el universo es mental".
El hombre es el microcosmos, es decir, una copia reducida del cosmos. Por tanto, es fundamentalmente una mente que creó un microuniverso donde residir y experimentar, su cuerpo.
Pero el hombre no es consciente de ello y desarrolla su vida a expensas de las influencias de su entorno. Así, en la medida en que el entorno se desequilibra, el ser humano acusa ese desequilibrio en su conducta, primero, y luego hasta su mente se ve alterada y afectada gravemente.
El diseño original del hombre está basado, a diferencia de los demás seres vivos, en una mente poderosa que le conducirá a convertirse en un "dios". Pero para ello tiene que aprender a controlar y dominar esa mente, porque en caso contrario es como conducir un Fórmula Uno en estado de embriaguez. La torta está asegurada.
Y eso es lo que está sucediendo. Ningún sistema, ninguna religión, salvo algunas filosofías orientales, educan al hombre en el conocimiento, desarrollo y correcto uso de su vehículo mental. Por ello, la humanidad está inmersa en un creciente deterioro, en una degeneración progresiva de la especie, porque la mente consciente conduce a un paso evolutivo, pero la mente inconsciente conduce a la destrucción.
El problema es muy grave, sobre todo porque el desarrollo de esta sociedad está basado en estrujar y manipular al ser humano, no en potenciar sus cualidades, su mente.
Con ello, el cortocircuito está asegurado. Y las cifras de enfermos mentales se dispararán. Y lo que ahora es un serio aviso pronto será un problema de dimensiones impensables. ∆

   

   
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Última revisión: abril 07, 2011. 
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