Decía Albert Camus que "Un hombre rebelde es un
hombre informado". Para todas estas personas en busca de una información
útil que despierte su rebeldía, el periodista José Antonio Pérez publica
Manual del Manifestante. A modo de diccionario, ayuda a localizar
conceptos y a profundizar sobre el origen de los acontecimientos a los
que asistimos.
"El derecho de manifestación
está siendo utilizado por fuerzas políticas que en su día reprimieron
este derecho, como es la derecha en general"
"El manifestante es un ciudadano que un buen día decide ejercer el
activismo político porque detecta que algo va mal"
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Texto: Marta Iglesias
Foto (c) Concepción G. Ambite
Tras los
libros de José Antonio Pérez se adivina una gran conciencia ciudadana, rebeldía
ante las consecuencias capitalistas que vivimos y un profundo respeto por la
democracia. Así lo confirman títulos como Manual Práctico para la
Desobediencia Civil (1994), Rebelión en la Sociedad Civil (1999),
Diccionario del Paro y otras miserias de la Globalización (2002) y el
Manual del Manifestante que ahora nos ocupa. Un libro de tamaño inofensivo
en el que se esconden 750 entradas.
-¿Cuáles son los mayores logros que se han conseguido tras repetidas
manifestaciones?
-Indudablemente tendríamos que ir al siglo XIX y a las primeras
manifestaciones obreras, algo que se ha olvidado hoy. Porque nos parece normal
tener seguridad social, jornada de ocho horas, vacaciones pagadas o educación
pública gratuita, pero eso antes no existía y fue conseguido por el movimiento
obrero. Y cuando se conmemora el 1º de mayo se recuerda la gesta, el sacrificio
de unos obreros de Chicago que un mayo en el siglo XIX acabaron ajusticiados por
una serie de huelgas en las que reivindicaron las ocho horas. Eso sí que forma
parte de la herramienta teórica que debería tener todo manifestante, que en
definitiva es un ciudadano que un buen día decide ejercer el activismo político
porque detecta que algo va mal. Así que las manifestaciones han traído los
avances sociales y los avances en materia de derechos civiles.
-¿Un aumento de manifestaciones quiere decirnos que existe un gobierno que
desoye a sus ciudadanos?
-Es obvio. Pasará siempre. Si un día no hubiera ninguna manifestación es que
iría todo tan sobre ruedas que estaríamos en un mundo de Asimov. O sea, que
siempre habrá protestas. Y además es curioso que el derecho de manifestación
esté siendo utilizado por fuerzas políticas que en su día reprimieron el derecho
a la manifestación, como es la derecha en general. Hoy la derecha, la Iglesia,
fuerzas conservadoras, si les cambian algo que no les gusta se manifiestan. Y es
un derecho legítimo, que no se lo discuto ni se lo critico, porque ese derecho
de manifestación -que es una expresión de todos los derechos civiles- engrandece
y mejora a la sociedad en general.
Efectivamente hay veces en las que se dan más manifestaciones porque hay
gobiernos que encarnan peor la voluntad popular. Y fue el caso paradigmático de
las manifestaciones contra la guerra.
-¿Qué otros métodos de protesta existen en democracia? ¿Qué formas adopta en
la actualidad el espíritu de rebelión?
-Hay uno muy respetable: la desobediencia civil, que consiste en desobedecer
una ley de materia pública por un motivo de conciencia y con el deseo de cambiar
esa ley. El caso más notorio fueron los insumisos al servicio militar, que
hicieron una campaña, estuvieron en la cárcel y consiguieron -ellos y otros
factores- que finalmente el ejército de leva obligatoria fuera abolido y
convertido en un ejército profesional. Ese fue un caso de desobediencia civil y
curiosamente ahora los obispos invocan a que los alcaldes la practiquen a
propósito de los matrimonios entre personas del mismo sexo. Eso es un
esperpento, porque la autoridad no tiene que desobedecer a nada, sino que está
para hacer cumplir la ley. Es la gente normal la que no la cumple por una razón
y además asume su derecho a sufrir. Voy a poner el caso de Nicolás Salmerón,
presidente de la Primera República Española. Le pasaron a firmar una sentencia
de muerte y dijo que él no la firmaba, le indicaron que era su obligación y
dimitió. Es decir, que si ahora hay alcaldes que tuviesen algún tipo de
prejuicio moral, muy respetable por lo demás, contra los matrimonios
homosexuales pues tienen la opción de dimitir y dejar de cobrar el sueldo.
-¿Cómo se sabe el estado de salud de una democracia?
-Todavía no han salido agencias registradoras de las normas de calidad de
las democracias, pero lo podemos percibir día a día. Allí donde los cargos son
renovados con más frecuencia y hay facilidades de acceso a los puestos
representativos, pues ahí hay más democracia que en un lugar donde es muy
difícil que la gente normal pueda llegar a ser candidata a cargos públicos
simplemente porque hace falta un montón de dinero. Dentro de los partidos, los
que tienen listas abiertas serían preferibles a los que tienen listas cerradas,
así que otra medida de democracia sería el sistema participativo. En España
tenemos un sistema electoral que no es demasiado bueno porque se eligió la ley
D'Hont, que combinada con la circunscripción electoral, hace que los partidos
con pocos votos pierdan escaños y por tanto sus votantes representación. Hoy
partidos como IU se van desangrando a base de este sistema electoral que
tenemos.
-¿Cómo distinguir entre una manifestación reventada por la policía porque se
lo han dicho "desde arriba" o una que se ha alterado debido a la acción de
simples alborotadores?
-Si tienes oportunidad de verlos suele ser fácil distinguirlos, porque los
provocadores de la policía sobreactúan. Un ejemplo clarísimo se dio en una de
las manifestaciones que hubo en Barcelona del movimiento alterglobalización
contra el Consejo de Europa. En un momento unos individuos se dedican a apedrear
cristales, automáticamente la prensa les saca fotos, los detienen y se los
llevan. Pues luego se demostró que estos individuos eran policías infiltrados,
pero es que se parecían al inspector Gadget: llevaban pegatinas de ETA y de
todos los movimientos separatistas, cosa que no hace ni la gente más extremista.
Luego, en Argentina se toleraban las bandas paramilitares, que salían matando a
la gente y eran agentes ultraderechistas que fuera de servicio se divertían
matando manifestantes u opositores. En los últimos tiempos eso no ha pasado
aquí; el último que utilizó esos métodos fue Don Manuel Fraga como ministro del
Interior con el dictador Franco, que tuvo unos episodios muy tristes y concretos
en Montejurra. En esta localidad de Navarra la gente se reunía para realizar
celebraciones con aires independentistas, este hombre decidió que aquello no se
llevara a cabo y mandó todas las fuerzas de represión, tanto de provocadores
como de uniformados. Hubo muertos en Montejurra y se deben a Don Manuel Fraga.
-En la introducción de tu libro afirmas que existe "la posibilidad de que una
banda de delincuentes internacionales, formados en la escuela fundamentalista
del neoconservadurismo, hubiera tomado la cúspide del poder fáctico mundial".
¿Por qué lo dices y quiénes apuntas que podrían ser esos delincuentes?
-Delincuente es el que delinque, el que comete un delito y ¿quién ha
cometido un delito contra la legislación internacional sino el Trío de las
Azores? El Trío de las Azores invadió Iraq sin permiso de las Naciones Unidas.
En Derecho Internacional quien tiene la legitimidad para ordenar una invasión,
una intervención militar es Naciones Unidas si considerase que en uno de sus
estados miembros hay unos graves disturbios y es obligado intervenir en plan
policial para separar a los contendientes. Pero allí no había el mandato de las
Naciones Unidas, luego delinquieron, quebraron la ley del Derecho Internacional
los que allí intervinieron: Bush, Blair y Aznar. Estos podrían ser parte de esa
banda, en la que se incluyen el vicepresidente Cheney y otros que eran a su vez
presidentes de Halliburton y empresas que luego sacaron contratos millonarios de
Iraq.
-¿Cuáles son las instituciones multilaterales que rigen el mundo sin mandato
democrático, generando una dictadura global, como aseguras?
-Pues dos de entrada: el G-8 y la Organización Mundial del Comercio (OMC).
Cuando el G-8 se reúne -que son los países más ricos del mundo más Rusia-, toman
las medidas que les vienen en gana pero no son gobiernos legítimos los que se
juntan allí. Son un club selecto que toma medidas que han impulsado la pobreza y
que si quisieran podrían decidir invadir un país que les moleste. El G-8 es una
institución multilateral que está gobernando el mundo, toma decisiones por
encima de los gobiernos, a niveles internacionales y no está mandada por nadie.
La OMC es responsable de sacar directrices por las cuales en Aguilar de Campoo
hubo la crisis de las galletas, debido a la deslocalización de las empresas. Por
ellos hasta querían patentar el genoma humano, y además tienen una parte de
protocolos para privatizar servicios públicos.
-Por último, ¿qué motivo te haría esta mañana ir a una manifestación?
-Fundamentalmente en mi caso suelen ser motivos de indignación moral. Ver
que están matando como en la guerra de Iraq, hace que una persona con un mínimo
respeto a sí misma no quiera ser partícipe de una infamia de este tipo; por eso
yo he estado en manifestaciones contra la guerra. La última manifestación a la
que he asistido es una aquí en Madrid por el deterioro de la sanidad pública. ∆ |