Mejor pensar que la
violencia es algo exterior al hombre, algo que éste aprende o se le pega
como una mala enfermedad. Pero ignorar no nos salva, ignorar sólo nos
tranquiliza... |
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JULIO 2005
LA OMNIPRESENTE VIOLENCIA
POR JOSE ROMERO SEGUIN
L a violencia como pregunta y también
como respuesta. La violencia como trabajo. La violencia como reivindicación.
La violencia como instrumentalización. La violencia como norma. La violencia
como código y el código de la violencia. La violencia como materia y
esencia. La violencia como arte. La violencia como interlocutor y también
como interlocución. La violencia como arma de ataque y defensa. La violencia
masculina. La violencia femenina. La violencia de los hijos. La violencia de
los padres. La violencia de los ancianos y contra los ancianos. La violencia
como forma de hallar la paz. La violencia como pluma. La violencia como
palabra. La violencia en el mercado. La violencia en el fútbol. La violencia
en los campos. La violencia en las ciudades. La violencia en la calle. La
violencia en las casas. La violencia en los periódicos. La violencia en la
televisión. La violencia de los intolerantes y la de los tolerantes. La
violencia en los ejércitos. La violencia en los cuerpos y fuerzas de
seguridad del Estado. La violencia del Estado. Los estados de violencia. La
violencia como motor del progreso. La violencia en la guerra y la violencia
en la paz. La violencia en las aulas. La violencia en las cárceles. La
violencia en los palacios. La violencia en las chabolas. La violencia de la
burguesía. La violencia del proletariado. La violencia de los
inconformistas. La violencia de los conformistas. La violencia de los
violentos. La violencia de los pacíficos. La violencia de los credos. La
violencia de los tratados. La violencia de los libros. La violencia de los
que sufren. La violencia de los que hacen sufrir. La violencia de los
aturdidos por la violencia. La violencia de los desentendidos de la
violencia. La violencia de los proxenetas. La violencia de las prostitutas.
La violencia de los taxistas. La violencia de los pasajeros. La violencia de
los ruidos, el ruido de la violencia. La violencia de la sangre derramada.
La violencia de la sangre preservada de todo derramamiento. La violencia del
corazón al latir. La violencia de la muerte. La violencia de la vida. La
violencia que sube y también la que baja. La violencia de los dioses. La
violencia de los diablos. La violencia de los profetas. La violencia de los
tenderos. La violencia de los ejecutivos. La violencia de los patronos. La
violencia de los sindicatos. La violencia de las organizaciones políticas.
La violencia de las organizaciones mafiosas. La violencia de los
terroristas. La violencia del terror. La violencia de los que se
manifiestan. La violencia de los que discrepan. La violencia de los que
odian. La violencia de los que aman. La violencia de los que pactan. La
violencia de los que nacen. La violencia de los que mueren. La violencia de
los que no tienen patria. La violencia de los que tienen patria. La
violencia de los que lloran. La violencia de los que ríen. La violencia del
futuro. La violencia del pasado. La violencia del presente. La violencia de
los calendarios. La violencia de los relojes. La violencia de la diversión.
La violencia del tedio. La violencia de los insectos. La violencia de los
insensatos. La violencia de los despiertos. La violencia de los que reclaman
clemencia. La violencia de los que ofrecen caridad. La violencia de los que
comen carne. La violencia de los que comen hierba. La violencia genética. La
violencia aprendida. La violencia como rendición. La violencia como
victoria. La violencia como testimonio. La violencia como verdad. La
violencia del que fuma. La violencia que se fuma. La violencia que se
esnifa. La violencia que grita. La violencia que calla. La violencia como
forma de vida. La violencia como forma de vivir. La violencia que nos
habita. La violencia que nos deshabita. La violencia de la violencia, el
sumo yo, el elemento de cohesión, el más viejo de los oficios, el más
reciente de los perseguidos, el más encarnizado de los enemigos de
occidente, el perro fiel del tercer mundo, el lazarillo de los ciegos que
mejor ven.
La violencia, no es como se sostiene un acto, es el acto. La violencia no es
como nos dicen la excepción sino la regla. La violencia no es un punto y a
parte, es el punto y seguido, acaso la coma de cualquier guión. La violencia
no es una pesadilla, es nuestro sueño. La violencia no tiene fecha de
caducidad, siempre es apta para su consumo. La violencia de hecho se consume
con toda naturalidad. La violencia no es la gran excluida que se cuela sin
permiso en nuestras vidas, sino la eterna presente, que de vez en vez se
ausenta para esa violencia que es la de ignorar la violencia que se ejerce
sobre los demás. La violencia no tiene: ojos, ni oídos, ni boca, ni dedos,
suyos son los nuestros. La violencia no tiene casa, suya es la nuestra. No
tiene tampoco carne porque su carne es nuestra carne, ni alma porque nuestra
alma es su alma. La violencia no tiene necesidad de viajar porque va allí
donde nosotros vamos y viene cuando nosotros venimos. Así es, pero, ¿quién
quiere verlo así?, mejor pensar que la violencia es algo exterior al hombre,
algo que éste aprende o se le pega como una mala enfermedad. Pero ignorar no
nos salva, ignorar sólo nos tranquiliza, sólo nos justifica ante la
violencia de los que instalados en su violencia se creen inocentes y a
salvo.
Debemos expulsarla de nuestros corazones, de todo nuestro ser, para ser sin
violencia capaces cuando menos de entenderla o al menos interpretarla. ∆ |