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el informativo vemos una guerra, nos tranquiliza pensar que hay ONG en la zona
listas para actuar. Sus brazos ejecutores son personas que se mueven por el
bienestar del prójimo, y cuya entrega no conoce límites. Las víctimas están
desamparadas y deseando que lleguen estos salvadores para agradecérselo de por
vida. Pero esta anestesiante imagen pertenece exclusivamente al terreno de
nuestra imaginación, que busca acallar la voz de nuestra conciencia. La realidad
es otra cosa bien distinta a lo que los informativos y ONG crean a la medida de
nuestra personal solidaridad.-Su libro es una gran autocrítica, que
sorprende todavía más porque en España las ONG son sagradas e intocables. ¿Por
qué nadie se atreve a criticar lo que no funciona, en lo que ayuda humanitaria
se refiere?
-Porque la sociedad sigue aferrándose a la imagen que desea tener de las ONG.
Hoy en día, las organizaciones solidarias cumplen dentro de la iconografía
contemporánea el papel que antes asumían los misioneros. En los tiempos que
corren, competitivos, agresivos, materialistas, donde el éxito se mide en
productividad y beneficios, necesitamos creer que todavía existen empresas sin
ánimo de lucro cuyo único objetivo es el bien del prójimo y en las que trabajan
personas con ideales. Nos resistimos a cualquier intento de desmitificar ese
ideal que nos ayuda a pensar que no todo es individualismo y competitividad.
-¿Cómo han recibido su libro las ONG?
-Como era previsible. Las más pequeñas, con menos experiencia y recursos,
con recelo y a la defensiva. Las más grandes, con más proyectos y bagaje
internacional, lo han acogido con naturalidad porque muchos de los debates
presentados en el libro los tienen a nivel interno desde hace años, aunque no
los hagan públicos. A nivel individual recibo muchos e-mail de lectores que se
dedican desde hace años a la solidaridad y la frase que quizás más se repite es:
"¡Ya era hora!"
-¿Por qué la especie humana se contenta con que haya alguien haciendo algo
por los demás, aunque sea ficticio, en lugar de plantearse el hacer algo él
mismo en su vida cotidiana?
-Porque ya tenemos suficientes problemas en nuestra vida laboral y familiar
para solventar los de los demás. Pero cuando nos horrorizamos con las guerras,
las ONG están ahí para ofrecernos un servicio de tranquilidad de conciencia. A
cambio de un donativo nos hacen sentir menos culpables de nuestra riqueza y de
las desgracias que cada día vemos en televisión y ello nos basta.
-En su libro hay un apartado dedicado a las víctimas. Tengo que confesarle
que me ha sorprendido mucho la visión de las mujeres afganas, grandes luchadoras
que se han utilizado como víctimas sufrientes. ¿Por qué se sigue utilizando a la
mujer como prototipo de víctima indefensa, incluso por quienes se presentan como
reputadas feministas?
-Las mujeres, los niños, los lisiados, enternecen más a los donadores y al
público que los hombres y generan más donativos. El marketing de la caridad es
una realidad y las mismas empresas que hacen anuncios de detergentes hacen los
anuncios de las ONG. Igual que se usan niños para vender coches, se usan niños
para vender guerras. Las feministas usan a las mujeres porque, como las ONG y
grupos de presión, tienen una agenda propia y utilizan los recursos a su alcance
para lograr sus objetivos, incluso explotar a otras mujeres.
-En muchos casos se humilla a las víctimas, ¿qué dice de nosotros que
tengamos que denigrarles para ensalzarnos a nosotros mismos? Realmente, como
afirma, ¿si no convertimos al necesitado en un ser inferior no se despiertan
nuestros instintos de ayuda?
-La compasión por el prójimo desaparece cuando nosotros nos sentimos las
víctimas. Para compadecer al vecino tenemos que verle en inferioridad de
condiciones. Le ayudamos sólo cuando somos capaces de asimilar su sufrimiento y
ponernos en su lugar.
-Se ha criticado mucho la labor de la ONU. Usted que trabaja sobre el
terreno, ¿hacia dónde cree que debería estar encaminada su remodelación?
-La ONU debería sufrir una remodelación de su Asamblea General, sus agencias
y sobre todo de su Consejo de Seguridad tan radical que es sencillamente
imposible que pueda ocurrir. Es como reconstruir una casa afectada por un
terremoto, es más sencillo derribarla y construir una nueva.
-Entre el político y el humanitario hay tensiones que en ocasiones provocan
retrasos en los envíos, que por otra parte muchas personas pagan con su vida.
¿Cree que hay alguna solución posible a esto?
-No. El político y el humanitario viven en dos esferas distintas, se
necesitan el uno al otro pero persiguen objetivos incompatibles y, en
consecuencia, se manipulan cuando pueden en beneficio propio y, casi siempre, en
detrimento de las víctimas.
-¿Cuándo las iniciativas de las ONG empeoran la suerte de las víctimas?
-Cuando la ayuda es poco profesional. Cuando se ayuda a ciegas guiados por
el convencimiento de que toda ayuda, por el simple hecho de ser gratuita y
llevada a cabo con un objetivo 'loable', es buena. Por ejemplo, en Liberia
varias ONG recién llegadas querían distribuir alimentos y mantas a pueblos
rodeados por los rebeldes. Varias personas que llevábamos tiempo en Liberia les
advertimos que no efectuaran ninguna distribución en la zona, ya que pondrían en
peligro a las víctimas a las que pretendían ayudar. No nos hicieron caso y
siguieron adelante con su plan fundamentalista solidario, guiados por el
imperativo caritativo. Por la noche los rebeldes entraron en las aldeas para
robar la ayuda que las ONG habían dado a los habitantes y mataron a la mayoría
de hombres, violaron a mujeres y niñas y raptaron a los niños para convertirlos
en guerrilleros. No sucedió una, sino varias veces.
-Afirma en el libro que "Demasiadas veces jugamos el juego de gobernantes y
militares que nos utilizan y manipulan". ¿No se ven desde las ONG como el brazo
solidario que soluciona los desaguisados de unos y otros, sin ningún poder de
cambiar las causas origen?
-Tras la caída del muro de Berlín los gobiernos y ejércitos se han
humanizado, una estrategia que permite a los políticos disfrazarse de
cooperantes y camuflar al estado como una ONG para eludir responsabilidades
políticas en crisis que no interesan a nivel geoestratégico. Muchas ONG caen en
la trampa, sobre todo aquellas con pocos recursos que se avienen a convertirse
en entidades solidarias subcontratadas por el estado para sus fines, por
definición, egoístas.
-¿Qué le diría a los donantes que, tras leer su libro, se sientan defraudados
al comprobar el destino final de sus donativos?
-A los ciudadanos les diría que sigan siendo solidarios, pero que lo sean de
forma responsable y exijan a la ONG a la que quieren dar dinero la misma
profesionalidad y servicio que esperan del médico de sus hijos.
A los donantes estatales no les diría nada porque ellos saben muy bien lo que
ocurre en el mundo de las ONG. Se ha mejorado mucho en el control del uso de las
donaciones, pero en el fondo poco importa porque los estados dan dinero a las
ONG con fines políticos, no humanitarios.
-Pese a todo lo que conoce, ¿por qué sigue desarrollando labores
humanitarias? ¿Cree realmente que es posible ayudar en algo o es que no sabría
hacer otra cosa?
-¿Y por qué habría de trabajar en otra cosa? Criticar el trabajo propio y
seguir en ello, lejos de ser una incoherencia, es precisamente la única postura
coherente, en este trabajo y en cualquier otro. Aquel que conoce a fondo una
labor es el más adecuado para ponerla en tela de juicio. Pero, por supuesto,
resulta más sencillo autoengañarnos pensando que lo que hacemos es admirable,
que somos muy coherentes y, eso sí, criticar lo que hacen los demás, lo que no
conocemos. ∆