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CONTRAPUNTO

 A finales de diciembre, por ejemplo, un asteroide pasó rozándonos, a tan baja altura que se coló por debajo de las órbitas de alguno de nuestros satélites. Fue descubierto tres días después.

FEBRERO 2005

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VAMOS A CONTAR MENTIRAS
POR CAROLINA FERNANDEZ

Yo no me explico de dónde sacan los americanos dineros para comer todos los días y pagar las medicinas de sus pensionistas, porque entre lo que se gastan en mantener su política exterior - guerra, guerra, guerra- y lo que les deben costar sus misiones espaciales, el presupuesto para las cuestiones básicas de la vida cotidiana debe quedarse en nada. Porque digo yo que debe ser un dineral. Si para que venga un albañil a alicatar el baño ya hay que hacer números, para construir un chisme cargado de cámaras, robots, aparatos medidores y mandarlo de excursión al espacio, habrá que hacer poco menos que milagros en la economía doméstico-nacional. Pero bueno, ellos sabrán.
El caso es que hace pocas semanas van y lanzan una sonda con la sana intención de estrellarla contra un cometa que pasa por los arrabales de este planeta nuestro. Casi nada. Un ejercicio de puntería aderezado con el toque hollywodiense -que no falte- al llamarle Deep Impact, y encima al fijar la fecha de colisión el 4 de julio. Parece que ya veo a las masas enardecidas, ondeando las banderitas americanas, llorando al son del himno nacional. El cielo, claro, plagado de esos papelitos blancos que caen patrióticamente de las nubes siempre que hay desfile. Pues así.
Y todo eso ¿sólo por curiosidad? Es decir, no porque la piedra en cuestión tenga nada que ver con nosotros en realidad, sino porque a los científicos les pareció una gran idea ponerse delante de un cometa y chocar. A ver qué pasa. Pero tranquilos todos, don't worry, amigos, dicen con esa sonrisa americanamente tranquilizadora, incluido el tradicional destello luminoso en el incisivo: que será un contacto tan leve como un mosquito en un parabrisas, aunque hará un boquete del tamaño de un campo de fútbol. Los mosquitos americanos deben ser lo menos como búfalos, porque los de aquí, óigame usted, mister, no hacen boquetes en los parabrisas. Se estampan y punto. O el mosquito no es mosquito, o el parabrisas es de mayonesa, no sé que pensar.
Bien, bueno, en fin, qué podemos añadir. El gobierno americano que siempre es sincero y honesto con sus ciudadanos -que para ellos somos todos los terrícolas, mal que nos pese- nos dice que no hay que preocuparse, que es una misión inocente, un escarceo científico únicamente para obtener datos, el origen del universo, un experimento sin más. Nosotros a lo nuestro, a seguir enfrascándonos con empeño en nuestras cosillas cotidianas. Porque ¿es que hay razón para preocuparse?
¿Eh?
Pssssche... Cada año se descubren unos 400 objetos surcando el cielo cerquita de la tierra. Eso no es nada, teniendo en cuenta que hay muchísimos que se detectan después de pasar, lo que hace suponer que serán muchos más los que no llegan a registrarse. Los asteroides que se acercan a la tierra son difíciles de rastrear. Para empezar, no se puede estar escaneando constantemente todo el cielo porque no tenemos capacidad tecnológica para ello. Y además hay un importante punto ciego en la línea del sol, un ángulo muerto que no nos deja ver lo que pudiera venir desde esa dirección. A finales de diciembre, por ejemplo, un asteroide pasó rozándonos, a tan baja altura que se coló por debajo de las órbitas de alguno de nuestros satélites. Fue descubierto tres días después. Se ve que tenía unos cinco metros de ancho, a ojo, porque entre el deslumbramiento y la distancia dicen que es difícil calibrar. Parece ser que según ese tamaño -sin confirmar- en el caso -hipotético- de que chocase contra la tierra, -posiblemente- se desintegrase antes y -seguramente- no haría destrozos, siempre según los expertos, que de eso entienden un rato.
O sea, que por el sistema solar circulan más piedras que moscas hay en verano, unas más grandes, otras más pequeñas. Viene al caso, ya que hablamos del tema, una noticia publicada en la prensa internacional: pocos días antes del tsunami, saltaron las alarmas en Indonesia porque a primera hora de la mañana se escuchó una fuerte explosión en Yakarta y otras dos ciudades cercanas. En un principio se pensó en un atentado terrorista, pero luego se descartó esa posibilidad. Las radios locales recibieron numerosas llamadas avisando del paso de un objeto por el cielo. Los astrónomos del observatorio de Boscha barajan la posibilidad de que la fuerte explosión hubiese sido causada por un meteorito que no necesariamente tuvo que dejar rastro. Por cierto que los meteoritos, en el caso de que impacten contra el fondo marino y en zona de baja profundidad, podrían considerarse una eventual causa de tsunami, especialmente si tienen un gran tamaño.
Y siguiendo con la "ciencia ficción", es curioso que abunden las profecías, desde los mayas hasta Ercilio Maes, más recientemente, que hablen de un cuerpo -el mítico planeta Hercóbulus, difícil de digerir por la comunidad científica- cuyo acercamiento a la tierra provocará alteraciones en el eje, cambiando la posición de los polos y el sistema de equilibrio. Como consecuencia, provocando movimientos sísmicos, volcánicos y maremotos. En otros lugares se habla de un impacto tan fuerte contra la corteza terrestre, que haría que las islas cambiasen de lugar. Y a todo ello se le puso fecha: años 2004 y 2005.
Todo el mundo puede reservarse el derecho al escepticismo, pero hay que reconocer que descaminados no andaban estos visionarios, por lo menos en las consecuencias visibles. Las mentes más racionales pueden no obstante seguir confiando en la inocencia de las investigaciones de los americanos, que esos sí que son de fiar.
El resto, un puñado de locos. ∆

   

   
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Última revisión: abril 07, 2011. 
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