ENERO 2005
INTERNACIONAL
NIÑOS DE LA GUERRA
Foto: Amnistía Internacional
"La principal prioridad con estos niños es
mantenerlos ocupados, considerarlos iguales que otros niños y
trabajar para que crezcan, favoreciendo su educación."
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Los Gobiernos de al menos diez países utilizan a menores de 18 años para
combatir en algunos de los casi 40 conflictos que aún existen en el mundo,
según ha denunciado la Coalición para acabar con la utilización de Niños
Soldados, formada por Amnistía Internacional y Save the Children España.
Texto: Laura R. Salazar y Ángel Gonzalo(*)
Farida Chapman - dieciséis años de experiencia y
coordinadora de tres organizaciones humanitarias internacionales que
desarrollan programas de desmovilización y reintegración de estos niños
soldado en el este de la República Democrática del Congo- opina que "los
Gobiernos del mundo siguen poniendo en peligro a las futuras generaciones".
Hoy, más de 300.000 menores se encuentran en primera línea de fuego,
denuncia Amnistía Internacional. En Burundi, la República Democrática del
Congo, Costa de Marfil, Guinea, Liberia, Myanmar, Ruanda, Uganda, Sudán y
Estados Unidos. Arrancados en la mayoría de los casos de sus hogares, son
entrenados para combatir y forzados a matar. Expuestos a todo tipo de
violencia, acabado el conflicto estos niños soldado no tienen, en ningún
caso, fácil su regreso a la infancia.
-¿Cuál debería ser la prioridad de la Coalición para acabar con la
utilización de niños soldados?
-La Coalición debe asegurarse de que todos los países ratifiquen el
Protocolo Opcional de la Convención de Derechos del Niño de Naciones Unidas,
que prohíbe el uso directo de menores de 18 años en hostilidades, y
confirmar que lo cumplen, porque hay mucha impunidad y no es suficiente sólo
con la firma de documentos legales. Además, es necesaria una mayor presión
internacional y una mayor concienciación de la opinión pública.
-¿Cuáles son las causas que fuerzan a los menores a convertirse en
soldados?
-Hay un número importante de niños que son forzados y secuestrados,
que no tienen otra oportunidad. Que son arrancados de sus hogares, de sus
familias, de las escuelas y que son drogados y lanzados al frente de
batalla; pero otros muchos, al menos en la República Democrática del Congo,
se unen voluntariamente por culpa de la pobreza extrema. Muchas veces no
tienen otras alternativas viables más que unirse a la vida militar, porque
un niño soldado tiene mejor acceso a agua, comida, poder, prestigio y un
mayor estatus que cualquier otro menor. En ocasiones, unirse al ejército o a
una milicia es la única forma que tienen de sobrevivir.
-¿Qué pasa con un niño cuando se desmoviliza?
-El trabajo de reinserción es muy duro y complicado. Es un trabajo a
largo plazo y debe contarse con un apoyo del entorno. Generalmente, la
comunidad tampoco sabe cómo tratarlos porque estos niños son víctimas, pero
también son personas que cometen crímenes de guerra y es difícil perdonar y
olvidar. A veces la comunidad es muy rencorosa. Creo que la principal
prioridad con estos niños es mantenerlos ocupados, considerarlos iguales que
otros niños y trabajar para que crezcan, favoreciendo su educación.
-¿Qué es lo que los niños soldados encuentran más difícil al ser
reincorporados a su comunidad?
-Encuentran muy difícil volver a ser niños. Acostumbrarse a no tener
lo que tenían en los grupos armados, hacerse a la idea de que no pueden
tener más, ni siquiera lo mismo, de lo que tenían cuando se unieron a la
armada. Tienen que comportarse como jóvenes adultos. Para ellos es muy
difícil renunciar, por ejemplo, a lo que podían conseguir con un arma.
-¿Tienen el apoyo del Gobierno para implementar los programas de
reinserción?
-En el caso de la RDC, aunque en sus declaraciones públicas se
muestran favorables, es complicado que para ellos sea una prioridad si están
viviendo crisis humanitarias o conflictos sangrientos. Lo verdaderamente
importante es involucrar a todos, que compartan la voluntad de desarmar a
los menores y poner fin a la guerra.
-¿Qué puede hacer la opinión pública para ayudar a los niños soldados?
-Creo que debemos ser mucho más conscientes sobre lo que hacemos, lo
que usamos y de dónde viene. Por ejemplo, no soy una experta en el comercio
de diamantes, pero al haber trabajado en Sierra Leona, sé que hay un sistema
llamado el Proceso de Kimberley que busca establecer el origen de los
llamados diamantes sangrientos que provienen de zonas en conflicto. Por
ejemplo, en Europa podríamos ser más exigentes y pedir garantías sobre el
origen de los diamantes. Y lo mismo podríamos hacer con los recursos
minerales que se usan. Por ejemplo, para construir una habitación, la madera
probablemente proviene del Congo, los minerales que se utilizan para
fabricar nuestros teléfonos móviles también... pero nadie lo sabe. Así que
tenemos una responsabilidad de crear conciencia en nosotros mismos, en
nuestra sociedad, y exigir transparencia. Ése podría ser un primer paso.
-¿Qué mensaje quiere enviar a la opinión pública?
-Que sea más transparente a la hora de atajar estos problemas
relacionados con la guerra y el hambre. De nuevo, los niños soldados son
sólo la punta del iceberg. Vamos a curar las causas de estas guerras y
sabremos que somos mucho más responsables de estos problemas de lo que
pensamos. ∆ (*)Periodistas. Agencia de Información Solidaria. |