| |
 |
ENERO 2005

HOMBRE-ESTRELLA
C uando el Arquitecto Universal, el
Creador, el Uno, diseñó al hombre, lo hizo pensando en crear una copia
reducida del Cosmos, lo que algunos llaman el Microcosmos.
Decidió sintetizar y reunir en una criatura las bases esenciales, los
Elementos, que dieron lugar a la creación original. De esta forma la nueva
criatura contendría en sí misma todo el Poder de la Creación, sería un Dios
en potencia, sólo que tendría que aprender a controlar, dominar y
administrar todas esas fuerzas o energías cósmicas.
La base numérica sobre la que construyó al hombre sería el 5, los 4
Elementos conocidos más uno, que en el tiempo sería incorporado cuando el
hombre adquiriera la mayoría de edad, cuando hubiera comprendido su origen y
su fin, cuando fuera consciente de su papel en la creación.
Cada uno de los 4 Elementos aportarían no sólo la estructura física de su
cuerpo, sino cualidades más profundas que diferenciarían al hombre de
cualquier otra criatura, cualidades que le impulsarían a pensar, a sentir, a
intuir, a relacionarse de otras formas, a elegir libremente su camino, a
tomar decisiones y, sobre todo, a soñar.
Una criatura que surge del Sueño tiene necesariamente que ser un soñador.
Y es precisamente la capacidad de soñar del hombre lo que hace que la
humanidad vaya evolucionando hacia un futuro diferente, más perfecto, más
cercano a la Idea original.
Sólo que ese camino evolutivo está lleno de momentos difíciles, de exámenes,
de pruebas que sirven para que el hombre reflexione, saque conclusiones y
continúe apoyándose en la experiencia adquirida. Porque aunque el proceso
parezca interminable e, incluso, aunque a veces se dude de su buen final, el
hecho de que esté sustentado por la Mente del Uno, del Soñador, disipa todas
las dudas y aporta la esperanza de un hombre nuevo, diferente, que haya
sacado todo lo positivo que existe en su interior y que haya negado todo lo
que le convierte a veces en el peor enemigo del mismo hombre.
Pero el diseño es perfecto, porque está basado en la perfección de una Idea,
y porque incluso la capacidad ya demostrada por el hombre para destruir, es
una prueba del poder que lleva en su interior y que tiene que dominar y
canalizar hacia lo creativo, basándose en el amor, en la unidad perfecta con
los demás hombres, en la comprensión de la pluralidad de la creación y de
que esa pluralidad es para el enriquecimiento de todas las partes, no para
el enfrentamiento entre ellas.
Es precisamente la esencia de los Elementos, que constituyen la base de la
vida, contenida en el hombre, lo que le otorga esa capacidad de crear o de
destruir, capacidad que vemos constantemente en la naturaleza y que obedece
a leyes superiores que se escapan al control de los hombres.
Pero cuando el hombre sea Uno en sí mismo, cuando haya asimilado y dominado
sus energías, entonces también será Uno con el exterior, es decir, con los
demás y con las fuerzas de la naturaleza.
Entonces ocurrirá lo anunciado, es decir, que la creación entera está
esperando por el hombre para servirle como a su Rey, porque así fue
dispuesto y así está escrito.
Tal vez tenga que pasar aún mucho tiempo, tal vez el hombre aún destruya más
veces la Tierra que como Madre le sustenta, tal vez la victoria final de la
Idea ni siquiera se realice en este espacio que ahora ocupamos, pero lo que
está escrito en el Libro de la Vida, lo que los antepasados conocían porque
así les fue revelado, un día se cumplirá.
Entonces el hombre se habrá convertido en la Estrella, porque sus 5 centros
estarán activos y unificados, porque el 5º Elemento habrá sido incorporado,
porque la Criatura del Sueño se habrá convertido en un Dios y todas las
vidas que integran la creación así le reconocerán.
Fuego, Aire, Agua, Tierra, más Uno, y la Estrella de la libertad brillará en
el Cosmos.
Lo que ahora ya ocurrió dentro, luego será fuera. ∆ |
| |
|