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DICIEMBRE 2005
OPINION
Individuos
emocionales
Más
allá de la especie
María Luisa Arenzana(*)
S omos una especie
animal más en este planeta, una especie "extremadamente depredadora", y
compuesta, como cada especie, de individuos. Los animales humanos, o
individuos humanos, han dejado una estela interminable de exterminios en
masa a lo largo de su historia. Tanta atrocidad con individuos de su
misma y de otras especies, tiene su base o raíz en la creencia de que
podemos abusar y perder el respeto a todo aquel que consideramos
diferente. En esta pirámide de explotación, los más débiles e
indefensos, nadan tristes en la base de la discriminación porque
aquellos individuos en posición ventajosa creen que pueden denigrar,
cosificar, etc. a todo aquel que es diferente por motivos de género,
orientación sexual, procedencia, creencias, especie, etc.
Como especie animal que somos, es curioso ver cómo intentamos crear un
abismo que no existe de hecho entre nuestra especie y el resto de
especies. Para ello, apelamos a diferentes cuestiones, como la
racionalidad, la humanidad, la moralidad, etc. En base a esas cualidades
auto atribuidas, inventamos etiquetas como: de granja, de caza, de
compañía, de circo, de experimentación, etc. Hemos encontrado la manera
de esclavizar a miles de millones de animales con los que curiosamente
compartimos capacidades, intereses y emociones. Ser un perro en Corea es
probablemente igual de doloroso y triste que ser una gallina. Sin
embargo ser un perro o un cerdo/oveja/vaca/conejo/gallina en muchos
lugares del mundo significa la diferencia entre la vida y la muerte.
Son muchos los hogares españoles que acogen a
animales "de compañía". Ninguna de esas personas negaría las capacidades
y emociones que esos animales manifiestan a cada momento. El
reconocimiento de esas capacidades afectivas en los animales modifica
nuestro comportamiento hacia esos seres sintientes, nos hace
comprenderlos y respetarlos. Sin embargo, al mismo tiempo que
reconocemos el mundo emocional de los animales con los que convivimos,
negamos el mundo emocional de aquellos animales que comemos, vestimos,
etc. No existe un ente llamado por ejemplo "animales de granja", sino
que cada cerdo/ternero/etc. es un individuo diferente al resto, es un
individuo igual de complejo biológicamente, con las mismas capacidades y
emociones que reconocemos para con los seres con los que convivimos.
Es muy difícil encontrar a alguien
que piense hoy en día que un ser humano deba ser tratado
como propiedad de otro, independientemente de sus
capacidades mentales, de su moralidad, de su racionalidad,
de su procedencia, de su sexo, etc. Esto no ocurre en el
caso de otras especies animales no humanas. |
Alguien pensará que es difícil pensar en abolir la esclavitud animal
cuando todavía persisten ciertas formas de esclavitud humana en muchas
zonas del planeta. Sin embargo, es muy difícil encontrar a alguien que
piense hoy en día que un ser humano deba ser tratado como propiedad de
otro, independientemente de sus capacidades mentales, de su moralidad,
de su racionalidad, de su procedencia, de su sexo, etc. Esto no ocurre
en el caso de otras especies animales no humanas. Un ejemplo claro es la
respuesta de muchos científicos a la siguiente pregunta: ¿Por qué se
hacen experimentos con animales no humanos? "Porque son como nosotros y
por tanto el ser humano puede beneficiarse de ellos". Consecuentemente,
la pregunta que se deriva es: Si sufren y sienten como nosotros ¿por qué
se experimenta con ellos? ¿No gritan, no se les eleva la presión
arterial, no mueven los ojos, no intentan escapar de la fuente del dolor
igual que nosotros cuando reciben descargas eléctricas, golpes, o cuando
son mutilados o intervenidos quirúrgicamente sin anestesia? ¿Acaso no
manifiestan comportamientos depresivos cuando se les aísla y se les
mantiene en jaulas durante toda su vida? La respuesta que escuchamos es:
"Porque no son como nosotros, sólo son monos, perros, ratas...", es
decir, no pertenecen a la especie humana, quedan fuera de la esfera
moral. De forma semejante al racismo o al sexismo, queda aquí reflejado
el especismo como una actitud discriminatoria en función de la especie.
Superar la barrera del especismo, implica ser consciente del otro, de
sus capacidades, de sus emociones. Implica pensar que no es justo
inmovilizar a un ser que tiene patas para correr o alas para volar o
aletas para nadar; que no es justo arrebatar las crías a aquella madre
que las protege y siente el mismo instinto maternal que las madres
humanas; que es injusto electrocutar, degollar, golpear, etc. a aquel
que es capaz de sentir el dolor y el terror de una muerte segura de la
que no puede escapar. En definitiva, supone recapacitar, reconsiderar,
pensar que no es ético utilizar para nuestro beneficio a ningún ser
sintiente, porque el solo hecho de su utilización como propiedades hace
que se ignoren sus intereses y sus emociones.
Superar la barrera del especismo, al igual que la del racismo, sexismo,
etc. supone salir de nosotros mismos y pensar en el mejor de los mundos
posibles para todos los que compartimos el planeta. ∆
(*) Economista
Fuente: "Introduction to Animal Rights"
(Introducción a los derechos de los animales) Gary L. Francione es
Catedrático de Derecho y Nicolás de B. Katzenbach. Distinguido Académico
de Derecho y Filosofía de la Universidad de Derecho de Rutgers, New
Jersey.
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